Ana y Kitty
La ni?a ten¨ªa apenas 15 a?os cuando el diario se cierra, la salvaci¨®n para la posteridad de este cuaderno fue casi milagrosa
Un art¨ªculo de Ian Buruma me llev¨® al Diario de Ana Frank, un libro c¨¦lebre que nunca hab¨ªa le¨ªdo y resulta no ser un diario. Esta obra maestra de la novela del siglo XX empieza con la declaraci¨®n de una ni?a al cuaderno en el que anotar¨¢, durante poco m¨¢s de dos a?os, sus bromas, su ansiedad, sus ensue?os (no todos fallidos), su enamoramiento catastr¨®fico de un chico t¨ªmido, refugiado jud¨ªo como ella en una buhardilla de ?msterdam. Al cuaderno le da un nombre, Kitty, y m¨¢s que depositaria, Kitty es la parte callada de una de las parejas imaginarias m¨¢s felices de la narrativa del yo (hay una ejemplar edici¨®n en Debolsillo, puesta al d¨ªa y muy bien traducida por Diego Puls).
Ana, como si quisiera endulzar su temido destino final, se afana a lo largo de 350 p¨¢ginas en entretenernos, en gui?arnos el ojo, en revelar su coraz¨®n de un modo travieso que tiene tanto que ver con el genio como con la puerilidad, si es que no son la misma cosa, como sugiri¨® Baudelaire al proclamar que el genio es la infancia recobrada a voluntad. Es un libro del Holocausto escrito por una juguetona de 13 a?os que ya conoce el dolor y nos avisa de que la ficci¨®n y el humor proporcionan remedios. Comedia de enredos dom¨¦sticos, prontuario de la conciencia del cuerpo adolescente, vaticinio del terror de los campos nazis, su Diario tiende a divagar, como la mejor literatura: la Oda a la estilogr¨¢fica inserta en su entrada del 11 de noviembre de 1943 es memorable.
La ni?a Ana aspiraba a ser periodista y escritora. Ten¨ªa apenas 15 a?os cuando el 1 de agosto de 1944 su diario se cierra, y en fecha incierta, meses despu¨¦s, muri¨® de tifus en cautividad. La salvaci¨®n para la posteridad del ¡°cuaderno Kitty¡± fue casi milagrosa. Pero los paliativos de la literatura no los pudo desarrollar para ella misma. A nosotros nos sirven de aliento.
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