Firmeza

La pol¨ªtica no se parece a la vida. Lo que en esta es una virtud, en aquella puede llegar a ser un defecto. En la vida dudamos, titubeamos, rectificamos y admiramos a quienes confiesan sus tropiezos porque somos conscientes de que no lo sabemos todo, de que nos equivocamos a diario, de que personas mucho m¨¢s sabias se han equivocado m¨¢s que nosotros. En pol¨ªtica, los aciertos y los errores se miden de otra manera. La duda parece un sin¨®nimo de la improvisaci¨®n, los titubeos denotan ignorancia, las rectificaciones se interpretan como debilidad, y da lo mismo que a menudo no sea verdad, porque en la propaganda, como en la ficci¨®n, la norma no es la verdad, sino la verosimilitud. No importa que algo sea cierto, sino que pueda parecerlo, que sugiera una invenci¨®n que pueda contarse, y ser cre¨ªda, como una verdad. Por eso, en pol¨ªtica, cualquier decisi¨®n puede llegar a ser menos grave que la comunicaci¨®n err¨®nea de esa misma decisi¨®n. El Gobierno de Espa?a tiene todo el derecho a cambiar de criterio respecto al estatus de Juan Guaid¨®, pero deber¨ªa haberlo ejercido con contundencia al comunicarlo a la opini¨®n p¨²blica. La delicadeza, los matices, tan valiosos en la vida, est¨¢n de m¨¢s cuando la oposici¨®n carga el trabuco para arrogarse la representaci¨®n de todos los espa?oles, inmejorable ejemplo de que la verdad no tiene nada que ver con la propaganda. Este Gobierno deber¨ªa ser m¨¢s consciente de que el armamento pesado, el que otorga la legitimidad de una coalici¨®n leg¨ªtima, leg¨ªtimamente fundada en una victoria electoral, est¨¢ en sus manos, no en las de la derecha. Porque en los pr¨®ximos meses tendr¨¢ que tomar decisiones complicadas y, si no es capaz de sostenerlas con firmeza, arriesgar¨¢ tal vez su propia supervivencia.