¡®Pesca¡¯ volc¨¢nica en el oc¨¦ano Ant¨¢rtico
Un proyecto espa?ol registra los movimientos s¨ªsmicos del fondo marino que est¨¢n separando el archipi¨¦lago donde est¨¢n las bases espa?olas de la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica
Se trata de pescar en el oc¨¦ano Ant¨¢rtico. Abajo, hasta los mil metros de profundidad, 30 sism¨®metros, que fueron depositados en el fondo marino en la campa?a ant¨¢rtica anterior, han recogido las noticias de lo que est¨¢ pasando en las profundidades en uno de los lugares m¨¢s activos de esta zona de la Tierra. Es el objetivo de Bravoseis, proyecto liderado por la Universidad de Granada en el estrecho de Bransfield que separa las islas Shetland del Sur de la pen¨ªnsula Ant¨¢rtica. Todo indica que este rift se est¨¢ abriendo, alejando al archipi¨¦lago, y con ¨¦l a las dos bases cient¨ªficas espa?olas, del continente de hielo. A esta pesca se dedica el buque oceanogr¨¢fico Hesp¨¦rides estos ¨²ltimos d¨ªas, desplegado ya totalmente el proyecto m¨¢s grande de los que lleva a bordo en esta segunda fase de la campa?a.
Estar presente en la recuperaci¨®n de cada uno de estos hidr¨®fonos (de hecho, escuchan las ondas de lo que acontece all¨¢ abajo, si bien su nombre oficial es OBS, Ocean Bottom Seismometer) es un espect¨¢culo. No es tarea sencilla en un lugar donde el tiempo meteorol¨®gico cambia a cada momento y que se realiza tanto de d¨ªa como de noche, a veces con aguas turbulentas. Bajo estas aguas, a profundidades entre 700 y m¨¢s de 1.000 metros esperan estos dispositivos de hasta 250 kilos, unos americanos de la NOA y del Instituto Oceanogr¨¢fico Woods Hole y otros alemanes. De estas instituciones es parte del personal que los recoge, siempre con el apoyo de la tripulaci¨®n del Hesp¨¦rides. ¡°Queremos estudiar tres edificios volc¨¢nicos que tienen actividad s¨ªsmica en este rift del Bransfield del que se conoce a¨²n muy poco¡±, explica Javier Almendros, responsable de Bravoseis, que lleva bien anotados los puntos exactos en los que fueron depositados.
La primera parte de la acci¨®n hay que verla en la torre de mando del buque, desde donde se ordenan mil y una maniobras para acercarse lo m¨¢s posible al enclave exacto. Una vez cerca, ya en cubierta, se utiliza un detector de ondas (otro hidr¨®fono) que se asemeja a un micr¨®fono y que se mete en el agua. Una vez localizado, desde un dispositivo electr¨®nico se env¨ªa una se?al que ordena romper el cable que mantiene el OBS en el fondo, gracias a un peso que lo mantiene anclado. Es una operaci¨®n de precisi¨®n que tarda unos minutos.
Ser¨¢ necesaria media hora, aproximadamente, para que salga a flote gracias a una gran boya que lleva una bandera y una luz por si es de noche. Todos se ponen a la tarea de b¨²squeda con los prism¨¢ticos¡ hasta que alguien da la noticia: ¡°Localizado a estribor¡±. Suspiros de tranquilidad. Es entonces el momento de bajar hasta la cubierta en donde ya est¨¢n dispuestas grandes p¨¦rtigas para iniciar la pesca, es decir, lograr engancharlo para acercar el sensor al barco. Por ¨²ltimo, con una gr¨²a se sube el sism¨®metro a bordo, donde es guardado a buen recaudo en uno de los contenedores.
¡°El reto va a ser tener tiempo para recuperar los 30 que tenemos en el oc¨¦ano y las 15 estaciones que hay en tierra. Pero esperamos que no tengamos que dejar ninguno. Nos servir¨¢n para conocer c¨®mo se modifica la corteza terrestre en zonas volc¨¢nicas submarinas. En Espa?a tenemos algunas importantes, como la zona de la canaria isla de El Hierro, que en 2011 ya tuvo una gran actividad, as¨ª que conocer c¨®mo se transforman estos edificios volc¨¢nicos es de gran inter¨¦s¡±, recuerda Almendros. En el fondo, Bravoseis nos est¨¢n descubriendo qu¨¦ est¨¢ pasando en una corteza terrestre que no emergi¨® de los oc¨¦anos hace 2.400 millones de a?os, cuando lo hizo la que ahora habitamos los humanos, pero que se sabe que est¨¢ transform¨¢ndose y es el hogar de la vida marina.
Menos complejo es recolectar las que dejaron en tierra a las dos orillas del estrecho de Bransfield. La primera de las estaciones se recoge en isla Rey Jorge. Despu¨¦s de d¨ªas sin ver m¨¢s que agua, glaciares y alguna estaci¨®n cient¨ªfica costera, la conglomeraci¨®n de edificaciones en esta isla es un shock visual cuando el Hesp¨¦rides se acerca. All¨ª est¨¢ el aer¨®dromo y, adem¨¢s de los cient¨ªficos que espera recoger el Hesp¨¦rides cuando aterrice el avi¨®n, es el punto de llegada de miles de turistas cada temporada. Hasta 80.000 se esperaban este a?o, aunque el cierre de las bases chinas por el coronavirus har¨¢ que ese n¨²mero sea mucho menor.
Para bajar a la isla Rey Jorge, me endoso en la z¨®diac de Bravoseis, con el obligatorio traje de supervivencia. Desde lejos, se ve ese pueblo que con sus bases, viviendas, escuelas, iglesias, almacenes y hasta tiendas que hay en este lugar alejado de todo. Pasamos de largo para ir hasta una playa en la que nos esperan una decena de curiosos ping¨¹inos pap¨²a. Sorprende el verdor luminoso del musgo en donde una esperaba ver solo nieve y hielo. ¡°Estamos en la Ant¨¢rtida tropical y es verano¡±, me recuerda el ge¨®logo Francisco Carri¨®n, que ya lleva muchas campa?as polares en su historial cient¨ªfico.
Tras desembarcar, poco m¨¢s de media hora, subimos una peque?a loma, localizan el sism¨®metro, que a¨²n tiene bater¨ªa tras dos a?os de actividad, lo desmontan, lo cargan a cuestas y regresamos. Al regreso hacia la z¨®diac si me sorprendi¨® el verde ant¨¢rtico, m¨¢s a¨²n lo hace ver la basura que algunos investigadores han dejado abandonada. ¡°Algunos no tienen consideraci¨®n alguna. De cuando en cuando hay brigadas que recogen, pero no deber¨ªa estar as¨ª¡±, denuncian los que me acompa?an. ¡°Haz una foto para que se vea que nuestro paso no se nota¡±, me piden.
En los d¨ªas siguientes, cuando finalmente desembarque en la base Juan Carlos I, en isla Livingston, los Bravoseis seguir¨¢n pescando y seguir¨¢n recolectando en mar y tierra estos OBS. El bot¨ªn conseguido no lo sabr¨¢n hasta su regreso. Los estaremos esperando.
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