Deber institucional

El presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, y el l¨ªder de la oposici¨®n, Pablo Casado, se han reunido por primera vez desde el inicio oficial de la legislatura, y el resultado no se apart¨® de lo esperado: salvo en materia de pensiones, y no sin reservas, los responsables de las dos principales fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs no fueron capaces de encontrar puntos de encuentro en ninguno de los asuntos que abordaron. Este fracaso deriva, en primer lugar, de la actitud en la que ambos llevan demasiado tiempo instalados y que consiste en decidir sus respectivas posiciones no en funci¨®n de facilitar el acuerdo, sino de transferir al otro la responsabilidad por el desacuerdo.

S¨¢nchez y Casado no se ve¨ªan desde diciembre, cuando ni uno ni otro desempe?aban las funciones actuales. Un plazo tan dilatado para unas citas que deber¨ªan ser habituales las convierte en ritos vac¨ªos. Ninguna de las partes espera resultados por la amplitud de la agenda que se acumula de una ocasi¨®n para otra y porque, vinculando el consenso en unos asuntos a la exigencia de alcanzarlo en otros, al final se quedan todos en el camino.

Salvo que se produzca un cambio inesperado, en los pr¨®ximos meses, y debido a este juego de condiciones cruzadas, no es posible esperar que el Gobierno y el principal partido de la oposici¨®n encuentren l¨ªneas de acci¨®n compartidas frente a asuntos que las precisan con tanta urgencia como la crisis territorial en Catalu?a o la pol¨ªtica exterior. Tampoco para renovar el CGPJ, el Tribunal Constitucional, el Tribunal de Cuentas, el Defensor del Pueblo o el Consejo de RTVE.

Esta imagen de ruptura generalizada no deber¨ªa ocultar, sin embargo, que no todos los asuntos son susceptibles del mismo tratamiento pol¨ªtico. Hace tiempo que la crisis territorial en Catalu?a requiere de un consenso entre las principales fuerzas contrarias a la secesi¨®n, pero, con ciertos l¨ªmites no siempre respetados, el PP est¨¢ en su derecho a distanciarse de la estrategia de di¨¢logo adoptada por el Gobierno. Y otro tanto ocurre con la pol¨ªtica exterior, por m¨¢s que, en este caso, la oposici¨®n est¨¦ obligada a no llevar las diferencias hasta el extremo de debilitar la posici¨®n exterior de Espa?a, como sucede en demasiadas ocasiones. Ninguno de estos elementos concurre en la renovaci¨®n de los ¨®rganos constitucionales, tambi¨¦n abordada sin ¨¦xito en la reuni¨®n de ayer. En este punto, y en contra de lo que reiteraron sus portavoces, el PP no puede alegar ninguna diferencia pol¨ªtica con el Gobierno para incumplir un deber que es, simplemente, institucional.

El hecho de que la primera reuni¨®n de la legislatura entre el Gobierno y la oposici¨®n arrojara un balance tan desoladoramente pobre no puede producir en ninguna de ambas partes el alivio de haber cumplido con un tr¨¢mite engorroso, quedando excusadas de repetirlo hasta nueva fecha. Antes por el contrario, la fecha de la pr¨®xima reuni¨®n no puede demorarse, como tampoco la concreci¨®n de una agenda para la que bastar¨ªa un ¨²nico punto: devolver el sistema constitucional a la normalidad, imposible de alcanzar mientras los ¨®rganos constitucionales no sean renovados.