Tras las huellas de De Gaulle
Como sucedi¨® en la primera Guerra Fr¨ªa, hay en Europa al menos una voz disidente, la de Macron, que quiere matizar las exigencias de Washington
La nueva Guerra Fr¨ªa ya est¨¢ aqu¨ª. Y no es como al anterior. Es tecnol¨®gica. No es Mosc¨² quien est¨¢ enfrente, sino Pek¨ªn. Pero de nuevo tiene en Europa su principal territorio de confrontaci¨®n. Va de tel¨¦fonos m¨®viles y de tecnolog¨ªa 5G, la que sirve para el Internet de las cosas, la inteligencia artificial y los algoritmos. Y ahora, como entonces, entre el final de la Segunda Guerra Mundial y 1989, es una forma bipolar de repartirse el mundo a costa de la divisi¨®n de los europeos: quien no est¨¢ con unos, est¨¢ con los otros, y cada uno deber¨¢ atenerse a las consecuencias.
Este es el mensaje que Donald Trump ha mandado, a trav¨¦s de Mike Pompeo, su secretario de Estado, a la conferencia de seguridad que se celebra anualmente en M¨²nich. Ser¨¢ mejor que los amigos europeos, les ha dicho, se olviden de los agravios acumulados durante esta ca¨®tica presidencia y superen el pavor que suscita la posibilidad de cuatro a?os m¨¢s de trumpismo para entregarse sin condiciones a las exigencias de Estados Unidos en esta segunda Guerra Fr¨ªa recientemente iniciada.
No importa que Trump, con su unilateralismo, haya expulsado a los europeos de la resoluci¨®n del conflicto israelo-palestino, roto el acuerdo nuclear con Ir¨¢n o arruinado los acuerdos de desarme. Tampoco su boicot a los acuerdos comerciales multilaterales y a la Organizaci¨®n Mundial de Comercio. Ni el abandono del acuerdo clim¨¢tico de Par¨ªs. O su abierta simpat¨ªa hacia los reg¨ªmenes autoritarios y esos nacionalismos populistas que corroen la unidad de los europeos, el Brexit entre otros. Ahora solo interesa el campo de batalla fijado por Washington en la tecnolog¨ªa 5G. Y ah¨ª es donde Trump aprieta las tuercas.
Son dos mundos aparte. Dos lenguajes sin traducci¨®n. Pompeo asegur¨® con todo el aplomo que Occidente est¨¢ venciendo gracias a su unidad, de la que la OTAN es la mejor demostraci¨®n. Eso ha sucedido tras la semana triunfal de Trump, reci¨¦n superado el impeachment, y despu¨¦s de un victorioso discurso del estado de la naci¨®n y de sus carcajadas ante las dificultades de los dem¨®cratas para encontrar el candidato capaz de desalojarle de la Casa Blanca en las elecciones de noviembre.
Como sucedi¨® en la primera Guerra Fr¨ªa, hay en Europa al menos una voz disidente, que quiere matizar las exigencias de Washington. En favor del v¨ªnculo transatl¨¢ntico, pero tambi¨¦n de la autonom¨ªa europea. Con pol¨ªticas propias, no dependientes de Washington, hacia Rusia, Oriente Pr¨®ximo o el Mediterr¨¢neo. Y con capacidad para garantizar la seguridad y la defensa de los europeos, estrategia nuclear incluida, sin quedar siempre a expensas de una decisi¨®n ajena.
Quien lo intent¨® hace 60 a?os fue De Gaulle, el fundador de la V Rep¨²blica. Ahora es su ¨²ltimo sucesor, Emmanuel Macron, quien sigue su huella con el empe?o de convertir el soberanismo franc¨¦s en el soberanismo de los europeos. ?Vasta tarea!
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