Espa?a y EE UU, una relaci¨®n pol¨¦mica
La estabilidad de las relaciones con Washington puede asegurarse con un acuerdo entre PSOE y PP
El anuncio de la visita de los Reyes a Estados Unidos el 21 de abril, la segunda en apenas dos a?os y, en esta ocasi¨®n, con categor¨ªa de Estado, ha coronado una semana de noticias vinculadas a la relaci¨®n entre Espa?a y Estados Unidos. Una de las relaciones bilaterales m¨¢s importantes de Espa?a y, asimismo, una de las m¨¢s controvertidas.
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Las discrepancias no son para nada novedosas en la relaci¨®n bilateral. A menudo, los grandes disensos en la pol¨ªtica exterior espa?ola reciente han sido marcados por la relaci¨®n con la potencia norteamericana. Un ejemplo destacado fue el de la incorporaci¨®n de Espa?a a la OTAN. Otro, el del apoyo de Espa?a a la Administraci¨®n de Bush a ra¨ªz de la guerra de Irak de 2003. Tras la fr¨ªa relaci¨®n al m¨¢s alto nivel despu¨¦s de la retirada de tropas de Irak, la llegada al poder de Obama y el giro atlantista del Gobierno de Zapatero en 2011 abrieron una etapa de estabilidad que continuar¨ªa con los Gobiernos de Mariano Rajoy y el primero de Pedro S¨¢nchez.
A este respecto, la pervivencia de cierto antiamericanismo ideol¨®gico en partidos como Podemos y la llegada de Donald Trump al poder, no modificaron sustancialmente la evoluci¨®n de esta relaci¨®n. Asimismo, la opini¨®n p¨²blica espa?ola ha sido capaz de disociar la imagen de EE?UU como aliado de la de la persona que ocupa la presidencia en recientes encuestas. Con todo, tal y como demostr¨® la visita de las ministras de Defensa y Exteriores al embajador estadounidense en Espa?a, determinados desacuerdos han ido haci¨¦ndose un hueco en la agenda, sustituyendo antiguas demandas estadounidenses como la defensa de la propiedad intelectual.
El ¨¢mbito de la defensa es uno de los m¨¢s importantes. Las demandas, con distintas formas, de las Administraciones de Obama y Trump para aumentar el gasto en defensa por parte de Espa?a hasta acercarse al objetivo de Cardiff del 2% o tan siquiera el 1,53% planteado por Rajoy y luego por S¨¢nchez, han tenido resultados limitados. El gasto en defensa ¡ªcr¨¦ditos aparte¡ª se ha mantenido en el 0,92% y no se han realizado grandes esfuerzos para su incremento. Una decisi¨®n a¨²n m¨¢s compleja pol¨ªticamente con la presencia de Podemos en el Gobierno. La aplicaci¨®n de medidas arancelarias sobre diferentes productos europeos, entre ellos espa?oles y, en especial, aquellas impuestas a ra¨ªz de la resoluci¨®n de la OMC por las ayudas a Airbus, constituye otra diferencia relevante que toca afrontar en el marco de la relaci¨®n bilateral.
Una mayor sensibilidad con la cuesti¨®n del gasto en defensa deber¨ªa percibirse como una inversi¨®n en la beneficio de nuestros intereses nacionales
Un tercer gran aspecto de desacuerdo, el m¨¢s dif¨ªcil de comprender pol¨ªticamente, es el de la posici¨®n respecto del r¨¦gimen venezolano. Supuesto en el que tanto Espa?a como Estados Unidos compartir¨ªan un inter¨¦s com¨²n relativo a aminorar los efectos negativos para la seguridad y la estabilidad regional producidos por el citado Estado y donde la confusa postura espa?ola, despu¨¦s de liderar una posici¨®n europea conjunta, ha acentuado las diferencias, m¨¢s all¨¢ de la discrepancia estrat¨¦gica sobre c¨®mo conseguir tal objetivo. No deja de ser interesante que, a pesar de la gran relevancia de la relaci¨®n bilateral, de naturaleza vital para Espa?a por sus importantes implicaciones en materia de seguridad, su reconocimiento p¨²blico ha sido bastante limitado en nuestros documentos estrat¨¦gicos, en tanto la mayor parte de nuestros expertos en pol¨ªtica exterior la han relegado a un tercer o cuarto lugar de nuestra lista de prioridades estrat¨¦gicas. Una curiosa excepci¨®n es la del exministro de Asuntos Exteriores Jos¨¦ Manuel Garc¨ªa Margallo, que s¨ª la incorpor¨® como esencial en la doctrina de los dos anclajes.
A efectos de lograr una cooperaci¨®n m¨¢s estrecha es necesario realizar renuncias por ambas partes. En el caso estadounidense ofrecer una mayor flexibilidad en la pol¨ªtica comercial con un aliado comprometido con la seguridad mutua, cuya puesta en valor en Washington ha sido relativamente cicatera, pese a la presencia de activos de cierta importancia como la base de Rota. En el caso espa?ol, adoptar una postura de mayor sensibilidad con la cuesti¨®n del gasto en defensa, que deber¨ªa percibirse como una inversi¨®n en beneficio de nuestros intereses nacionales y no tanto como una obligaci¨®n impuesta desde el exterior o un mero acto de solidaridad con nuestros aliados. Asimismo, ser¨ªa interesante otorgar a la relaci¨®n bilateral el reconocimiento debido entre las prioridades estrat¨¦gicas de Espa?a.
Dados los tradicionales vaivenes de nuestra pol¨ªtica exterior, una forma de ofrecer cierta estabilidad en la relaci¨®n bilateral ser¨ªa consensuar esta relaci¨®n entre las dos principales fuerzas pol¨ªticas partiendo de la base de que, como pol¨ªtica de Estado, las posiciones de ambas fuerzas pol¨ªticas estar¨ªan m¨¢s cercanas entre s¨ª que la que los socialistas mantienen con Unidas Podemos.
La visita del Rey a Washington, un activo tradicionalmente valorado por los estadounidenses como garant¨ªa de cierta continuidad y estabilidad en la relaci¨®n bilateral, deber¨ªa servir para avanzar en la profundizaci¨®n de una relaci¨®n esencial para la pol¨ªtica exterior espa?ola.
Juan Tovar Ruiz es profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Burgos.
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