Un poquito de prudencia nuclear
La guerra at¨®mica no es una fantas¨ªa futurista, sino una cuesti¨®n de los pr¨®ximos minutos
El miedo tiene mala fama. La sabidur¨ªa jud¨ªa dice que quien tiene miedo muere todos los d¨ªas, y el repertorio popular est¨¢ plagado de llamadas a vivir sin miedo. Vale, pero resulta que el miedo es un mecanismo de defensa que ni siquiera es exclusivamente humano, aunque lo hayamos ¡ªeso queremos creer¡ª racionalizado. Y como todo mecanismo, el miedo est¨¢ muy bien si funciona correctamente. Aunque suele suceder que entonces, cuando est¨¢ bien llevado, le cambiamos el nombre: prudencia, cautela¡ En realidad, ante una situaci¨®n real o potencialmente peligrosa, la diferencia entre una persona miedosa y una prudente suele ser la gesti¨®n que cada una hace de ese miedo. Pero adem¨¢s de por exceso, el miedo puede ser igualmente mal gestionado por defecto. Vivir sin miedo est¨¢ muy bien en las canciones, pero es poco pr¨¢ctico en la realidad porque tiende a hacer la vida del sujeto bastante m¨¢s corta. Ante una amenaza real conviene no quedar paralizado (exceso de miedo), pero es igualmente imprudente hacer como si no existiera (defecto).
Sin embargo, resulta que eso es exactamente lo que hacemos en el siglo XXI respecto al peligro de las armas nucleares. Preferimos ignorarlo. Peor a¨²n, tendemos a ridiculizarlo. As¨ª, vemos como algo curioso y exagerado los ejercicios en los colegios de EE?UU ante un ataque nuclear. Los hongos procedentes de las detonaciones nos remiten a un mundo en blanco y negro lejano del nuestro en cibercolorines.
En el mundo hay unas 15.000 bombas nucleares listas para ser utilizadas en cualquier momento. No en un futuro dist¨®pico y apocal¨ªptico, sino en los pr¨®ximos minutos. Suena exagerado, ?verdad? Centr¨¦monos por ejemplo en la democracia m¨¢s poderosa del mundo. Lo ¨²ltimo que le cede un presidente de EE?UU a su sucesor son los c¨®digos de lanzamiento de 1.800 bombas nucleares listas para utilizar en el acto y otras 6.500 utilizables en un plazo relativamente corto. El presidente no se separa jam¨¢s del c¨®digo porque en el caso de que los sistemas de Defensa detecten ¡ªo peor, crean que detectan¡ª un ataque, apenas dispone de unos siete minutos para tomar una decisi¨®n. Solo hay dos opciones: dispara sus misiles o no. ?Qu¨¦ har¨¢ ante el convencimiento de que millones de sus conciudadanos van a morir en apenas segundos? ?Responder con otra oleada de destrucci¨®n total o resignarse? Mejor que nunca tenga ese dilema.
Todas las potencias nucleares tienen c¨®digos de seguridad similares. No por bondad, sino para evitar que un accidente nos devuelva a todos a la Edad de Piedra. El problema es que vivimos una modernizaci¨®n sin precedentes del arsenal at¨®mico. Los tratados de no proliferaci¨®n son considerados un resquicio del pasado y los dem¨¢s vivimos como si el peligro nuclear no existiera. Hablamos de cambio clim¨¢tico, pandemias e inteligencia artificial y, mientras lo hacemos, miles de personas en todo el mundo est¨¢n listas para una guerra nuclear en los pr¨®ximos minutos. Pero esto se ignora. Tal vez deber¨ªa volver a la agenda pol¨ªtica. No por miedo, sino por prudencia.
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