Preparados para la pandemia
La medida m¨¢s eficaz contra el contagio radica en la colaboraci¨®n voluntaria de la poblaci¨®n. Las fronteras nunca han evitado la entrada de los agentes pat¨®genos, a pesar de lo cual se siguen cerrando
La Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) todav¨ªa no considera que el actual brote de coronavirus sea una pandemia, pero s¨ª ha dicho que el mundo debe prepararse para cuando lo sea.
Puede que esto parezca una cuesti¨®n sem¨¢ntica, pero los nombres son importantes, como los espa?oles saben mejor que nadie. Hace poco m¨¢s de 100 a?os, en los ¨²ltimos meses de la Primera Guerra Mundial, el mundo se vio azotado por una epidemia de gripe que dio en llamarse ¡°gripe espa?ola¡±, aunque no tuviera nada especialmente espa?ol. No sabemos d¨®nde se origin¨®, pero s¨ª que lleg¨® a otros pa¨ªses antes que a Espa?a. No obstante, merece la pena volver sobre las razones de que esa pandemia ¡ªque, con unos 50 millones de v¨ªctimas en el mundo, fue la peor cat¨¢strofe humana del siglo XX¡ª acabara llam¨¢ndose espa?ola, porque siguen siendo relevantes.
Estados Unidos, el Reino Unido y Francia sufrieron la gripe antes que Espa?a, pero, como estaban en guerra, impidieron que la informaci¨®n, para no minar la moral p¨²blica, llegara a la prensa. Espa?a era neutral y no censuraba la prensa, de manera que, cuando en Madrid se detectaron casos de gripe en la primavera de 1918, los peri¨®dicos espa?oles dieron cuenta de ellos. Entre los afectados estaba el rey Alfonso XIII, cuya enfermedad dio visibilidad internacional al brote en territorio espa?ol. Se hizo creer, no solo en Espa?a, sino en gran parte del mundo, que la infecci¨®n ten¨ªa como epicentro Madrid, algo que ven¨ªa estupendamente a los contendientes. Cuando se comprendi¨® la verdad, ya era demasiado tarde: el nombre hab¨ªa calado. Era injusto, pero tambi¨¦n pon¨ªa de manifiesto un importante aspecto de las pandemias: son algo enormemente pol¨ªtico.
Los bulos constituyen un problema nunca visto, por su magnitud y la velocidad con la que se trasmiten
Lo hemos visto en todas las registradas desde 1918 y lo vemos de nuevo ahora. Las fronteras ¡ªa menos que coincidan con litorales, cordilleras u otros accidentes geogr¨¢ficos¡ª nunca han evitado la entrada de pat¨®genos; sin embargo, en contra de los consejos de la OMS, muchos pa¨ªses han cerrado las suyas. Australia y Estados Unidos han impuesto diferentes restricciones a los nacionales y extranjeros que regresen de China, una distinci¨®n tan absurda como la que aplicaron las autoridades espa?olas en 1918, cuando restringieron los desplazamientos transfronterizos de los portugueses, pero no de sus nacionales. Y China ha hecho esfuerzos ¨ªmprobos para contener el brote en su propio territorio, sin atender a los ofrecimientos de ayuda de la OMS y de los Centros para el Control y la Prevenci¨®n de Enfermedades del Gobierno estadounidense. Cada vez parece m¨¢s claro que esos esfuerzos fracasar¨¢n.
La OMS existe porque en 1918 se comprendi¨® que para afrontar una crisis sanitaria global se necesita un organismo sanitario global. La raz¨®n es sencilla, y se est¨¢ demostrando de nuevo: cuando se trata de infecciones, no hay ning¨²n lugar totalmente seguro. Sin embargo, desde la crisis financiera de 2008, los Estados miembros de la OMS han reducido los fondos destinados a la organizaci¨®n, limitando su capacidad para responder ante estas crisis. Como se?ala el experto en salud p¨²blica Jonathan Quick, de la Universidad de Duke, en Carolina del Norte, colaborador desde hace tiempo de la OMS, esto es como cancelar tu seguro contraincendios porque tu casa no ha sufrido ¨²ltimamente ninguno. Hace a?os que los expertos nos dicen que otra pandemia es inevitable.
Muchas son las razones por las que el mundo actual es menos proclive a las pandemias que el de 1918. Sabemos mucho m¨¢s sobre virus y por eso disponemos de una prueba para detectar la Covid-19 y de una vacuna en fase experimental que podr¨ªa llegar a probarse en humanos en abril. Tenemos medicamentos antivirales para tratar a los infectados y antibi¨®ticos para tratar las complicaciones bacterianas que a veces causa la neumon¨ªa. Tenemos mejores sistemas de vigilancia, infraestructuras sanitarias m¨¢s s¨®lidas en gran parte del mundo y tambi¨¦n a la OMS. Pero sigue habiendo vulnerabilidades y algunas son nuevas. La poblaci¨®n mundial pr¨¢cticamente se ha cuadruplicado desde el a?o 1918 y, por razones de edad o condiciones subyacentes, la proporci¨®n de sistemas inmunol¨®gicos debilitados es mayor. Estamos mejor conectados. Un virus que entonces habr¨ªa tardado meses en rodear el planeta ¡ªa la velocidad de un barco de vapor¡ª ahora puede hacerlo en semanas o d¨ªas, en avi¨®n. Est¨¢ aumentando la pol¨¦mica sobre la pertinencia de vacunar. Y adem¨¢s tenemos un problema esencial: la informaci¨®n.
Desde la crisis de 2008, los miembros de la OMS han reducido los fondos, limitando as¨ª su capacidad de respuesta
Los expertos en salud p¨²blica coinciden en que la confianza de la poblaci¨®n en sus autoridades es esencial para afrontar adecuadamente una epidemia. Saben por experiencia que las medidas sanitarias obligatorias suelen ser contraproducentes, salvo en situaciones graves, con lo que la medida m¨¢s eficaz que puede aplicar un Gobierno contra el contagio radica en la colaboraci¨®n voluntaria de la poblaci¨®n. Sin embargo, la gente no confiar¨¢ ni colaborar¨¢ a menos que se le informe adecuadamente.
Durante otro brote de coronavirus, el del s¨ªndrome respiratorio agudo grave (severe acute respiratory syndrome, SARS), registrado en China entre 2002-2003, el Gobierno racion¨® la informaci¨®n y hubo disturbios. Esto no ha pasado esta vez ¡ªpor ahora no¡ª, pero en los medios sociales cunden las expresiones de frustraci¨®n. Entretanto, en el resto del mundo los mensajes sobre la enfermedad han sido contradictorios. Y aunque no suframos la censura b¨¦lica, los bulos constituyen un problema nunca visto, por su magnitud y la velocidad con la que se transmiten. A ello contribuye que los m¨¢s j¨®venes, al no estar acostumbrados a pagar por informarse, no puedan acceder a noticias que son de pago, en tanto que los bulos son gratuitos.
Por ¨²ltimo, aunque los pat¨®genos que la ocasionaron eran bastante distintos, una comparaci¨®n entre la pandemia de gripe de 1918 y el brote de coronavirus actual pone de manifiesto que, por lo menos en ciertos aspectos, la naturaleza humana no cambia. Seg¨²n algunas informaciones, el Ministerio de Sanidad iran¨ª minusvalor¨® la gravedad del brote de Covid-19 en la ciudad santa de Qom por las presiones de las autoridades religiosas, que no quer¨ªan perturbar el flujo de peregrinos. En 1918 la ciudad espa?ola con mayor mortalidad por la gripe fue Zamora, cuyo obispo desafi¨® a las autoridades sanitarias locales al ordenar a sus feligreses que fueran a las iglesias a arrepentirse de sus pecados, ya que consideraba que la gripe era un castigo divino.
No sabemos si este brote se convertir¨¢ en pandemia, pero su alcance y el n¨²mero total de muertos depender¨¢n, como siempre, de factores sociales y biol¨®gicos; de los seres humanos tanto como del virus.
Laura Spinney es periodista cient¨ªfica y escritora.
Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo
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