No, esta no es la UE que queremos
La Uni¨®n Europea ha encomendado al Gobierno griego hacer impenetrable la frontera de su sagrado territorio. Poco parece importar que se suspenda un derecho humano fundamental como es el asilo
Todos hemos visto las im¨¢genes de familias con ni?os, gaseados por el Ej¨¦rcito griego en la frontera. Las de balsas pinchadas por sus guardacostas con resultado de, al menos, la muerte de un ni?o. Las de demandantes de refugio apaleados por los otrora acogedores habitantes de Lesbos, los mismos que ahora insultan a las mujeres que llegan a sus costas trat¨¢ndolas de prostitutas o ratas¡ Del otro lado, el cada vez m¨¢s autoritario Erdogan ejerce descaradamente su chantaje utilizando como moneda de cambio para sus pretensiones a miles de desplazados forzosos en una guerra en la que nadie tiene el menor rastro de legitimidad y en la que el derecho internacional humanitario se ha esfumado. Todo ello ante la aparente impotencia de los chantajeados, la supuesta potencia del soft power, agente internacional y mediadora por la paz, la democracia y los derechos humanos que dice defender: la UE.
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Es muy grave la reacci¨®n de Grecia, un Estado miembro al que la UE ha encomendado la defensa de su frontera suroriental, m¨¢s que la gesti¨®n de la movilidad humana forzosa que llega a trav¨¦s de Turqu¨ªa. El Gobierno griego ha suspendido durante un mes la existencia de un derecho humano fundamental como el asilo, en incumplimiento abierto, sin verg¨¹enza alguna, de deberes jur¨ªdicos vinculantes. El relator de la ONU para derechos de los inmigrantes ha denunciado contundentemente la ilegalidad de la medida del Gobierno griego. Pero la UE no ha respondido ni con media palabra de condena. No lo hace, dig¨¢moslo claro, porque la tarea encomendada a Grecia por la propia UE no tiene que ver con una pol¨ªtica migratoria y de asilo europea, coherente con las orientaciones recogidas en los dos grandes acuerdos de la ONU de diciembre de 2018. Lo que importa aqu¨ª es hacer impenetrable la frontera: contener esa movilidad, mantenerla fuera del espacio de libertad, seguridad y justicia que dice ser la UE, s¨ª. Pero solo para los de aqu¨ª, los seres humanos de primera, los ciudadanos europeos. O, al m¨¢ximo, para los de segunda: los no europeos oficialmente necesarios para nuestro mercado.
Erdogan ejerce su chantaje utilizando como moneda de cambio a miles de desplazados forzosos
En aras de ese objetivo, la UE y sobre todo los Estados de la frontera sur se han embarcado en esa pol¨ªtica de contenci¨®n, y han considerado imprescindible a esos efectos una tarea de externalizaci¨®n de frontera. La hemos negociado, por mor del pragmatismo que impone el imperativo de la geograf¨ªa, con l¨ªderes autoritarios como Erdogan, reg¨ªmenes predemocr¨¢ticos como los de Marruecos o Mauritania o incluso directamente Estados fallidos como Libia. A cambio de ingentes sumas de dinero, claro est¨¢, que no se destinan a la mejora de la democracia, el desarrollo y los derechos de los ciudadanos de esos pa¨ªses, ni se condicionan al respeto de los derechos de las masas de seres humanos as¨ª retenidas. Quedan en los bolsillos de esas ¨¦lites o esos l¨ªderes, mientras, en el mejor de los casos, nos tapamos la nariz y miramos hacia otro lado cuando se violan de la forma m¨¢s grosera los derechos de los inaceptables.
Pero lo m¨¢s grave, insisto, es la posici¨®n oficial de la UE. Nadie ha reprochado a Grecia esa grosera violaci¨®n del derecho europeo e internacional. Ni una palabra sobre la suerte de miles de personas bloqueadas. No: los tres l¨ªderes de la UE, Von der Leyen, Michel y Sassoli, han viajado a Grecia para apoyar la defensa de la frontera (otra vez con el eufemismo de que se trata de una frontera europea). La se?ora Von der Leyen, adem¨¢s, ha calificado a Grecia ¡ªel pa¨ªs que ha suspendido un mes un derecho fundamental como el asilo¡ª como ¡°escudo de Europa¡±. Como si lo que estuviera en juego fuera la integridad territorial de Grecia o de la propia UE. Como si asisti¨¦ramos al en¨¦simo episodio de conflicto entre Grecia y Turqu¨ªa. Como si no supi¨¦ramos que esos muros, vallas, barcos de guerra y no solo de polic¨ªa desempe?an solo una funci¨®n simb¨®lica, que no real, como supuesta garant¨ªa de una premoderna noci¨®n de soberan¨ªa, hoy inexistente, y que manipula a la opini¨®n p¨²blica, como explic¨® muy bien Wendy Brown: ¡°El deseo popular por los muros alberga el anhelo por los poderes de protecci¨®n, contenci¨®n e integraci¨®n inherentes a la soberan¨ªa; un deseo que recuerda las dimensiones teol¨®gicas de la soberan¨ªa pol¨ªtica¡±. Lean, por lo dem¨¢s, el magn¨ªfico Nostalgia del soberano, de Manuel Arias Maldonado, en el que argumenta el porqu¨¦ de ¡°esa ansia de recuperar el control ante un presente ¡ªque ya no un futuro¡ª amenazante e incierto¡¡±, (de donde) la pulsi¨®n hacia ¡°la restauraci¨®n de la fuerza soberana del Estado naci¨®n¡±.
Nadie ha reprochado a Grecia esa grosera violaci¨®n del derecho europeo e internacional
Con todo, el disparate jur¨ªdico es que los l¨ªderes de la UE act¨²an como si no existiera el art¨ªculo 78 del TFUE, que establece en su apartado 1 lo siguiente: ¡°La Uni¨®n desarrollar¨¢ una pol¨ªtica com¨²n en materia de asilo, protecci¨®n subsidiaria y protecci¨®n temporal destinada a ofrecer un estatuto apropiado a todo nacional de un tercer pa¨ªs que necesite protecci¨®n internacional y a garantizar el respeto del principio de no devoluci¨®n. Esta pol¨ªtica deber¨¢ ajustarse a la Convenci¨®n de Ginebra de 28 de julio de 1951 y al Protocolo de 31 de enero de 1967 sobre el Estatuto de los Refugiados, as¨ª como a los dem¨¢s tratados pertinentes¡±. M¨¢s a¨²n, act¨²an como si no pudiera recurrirse, al menos, a la cl¨¢usula de solidaridad del apartado 3 del mismo art¨ªculo: ¡°Si uno o varios Estados miembros se enfrentan a una situaci¨®n de emergencia caracterizada por la afluencia repentina de nacionales de terceros pa¨ªses, el Consejo podr¨¢ adoptar, a propuesta de la Comisi¨®n, medidas provisionales en beneficio de los Estados miembros afectados. El Consejo se pronunciar¨¢ previa consulta al Parlamento Europeo¡±. Nada de eso se ha intentado. Solo exhibir cierre de filas en torno al socio griego.
Pues bien, es la hora de decir no: no, a esta UE empe?ada en la supuesta defensa de su sagrado territorio, al precio de violar exigencias b¨¢sicas del derecho. Si la UE tiene sentido es como comunidad de derecho. La UE de la que queremos formar parte es la que respeta el derecho, comenzando por su propio derecho: el TFUE, el convenio europeo de derechos humanos, con sus protocolos adicionales 4 (1963) y 7 (1984), que remiten a la vinculatoriedad del Convenio de Ginebra que establece la protecci¨®n internacional (asilo y protecci¨®n suplementaria), basadas en el principio elemental del non refoulement, esto es, la consideraci¨®n b¨¢sica de no arrojar a su suerte a quienes huyen de la persecuci¨®n y de la muerte, a los que tratan de obtener protecci¨®n huyendo de una espantosa guerra como la de Siria. Para formar parte de una comunidad en la que lo que manda es la ley del m¨¢s fuerte, los intereses de quienes acumulan dinero y poder y pretenden escapar a todo control, no merece la pena seguir en este viaje. La pregunta es si podemos esperar un cambio quienes creemos y luchamos por otra UE.
Javier de Lucas es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho y Filosof¨ªa Pol¨ªtica. Instituto de Derechos Humanos en la Universitat de Valencia y senador del PSOE.
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