No solo la paz
Cualquier acuerdo sobre el futuro de Afganist¨¢n pasa por el respeto de los derechos humanos
El acuerdo entre EE?UU y los talibanes para una retirada de Afganist¨¢n tras 18 a?os de guerra representa el principio de un incierto proceso que puede lograr algo que este pa¨ªs, destrozado por cuatro d¨¦cadas de conflictos, necesita m¨¢s que cualquier otra cosa: la paz. Sin embargo, no hay nada garantizado porque para que la tregua, que se mantiene con alfileres, se convierta en un tratado de paz duradero necesita el acuerdo de las facciones afganas. Por ahora, la divisi¨®n es abismal, incluso dentro de los pol¨ªticos que desean construir un Afganist¨¢n democr¨¢tico.
Un tratado de largo aliento necesita, adem¨¢s, un apoyo activo de la comunidad internacional, tanto econ¨®mico como diplom¨¢tico. El acuerdo, firmado el 28 de febrero en Doha, insta a los talibanes a no albergar a ning¨²n grupo terrorista, como hicieron con Al Qaeda, y a iniciar una negociaci¨®n, aunque en t¨¦rminos muy poco concretos y con pocas posibilidades de imponer nada si convierten el pacto en papel mojado. Los precedentes invitan al pesimismo: cuando se retiraron los sovi¨¦ticos en 1989, estall¨® una guerra civil que destruy¨® el pa¨ªs y fue la que llev¨® a los talibanes al poder.
Cerca de 3.500 civiles han muerto cada a?o en esta ¨²ltima guerra afgana, que se prolonga desde septiembre de 2001, cuando Estados Unidos, apoyado por la Alianza del Norte, lanz¨® una ofensiva para desalojar a los talibanes, que albergaban a Osama Bin Laden. La conquista de Kabul fue r¨¢pida, pero signific¨® en realidad un repliegue t¨¢ctico de la milicia radical. Comenz¨® entonces una guerra que ninguna de las partes ha sido capaz de ganar, pero tampoco de perder. El precio pagado por la poblaci¨®n civil ha sido espeluznante, aunque se han producido algunos leves avances, como en la situaci¨®n de la mujer.
Afganist¨¢n se ha convertido ya en la guerra m¨¢s larga que ha combatido EE?UU, superando a Vietnam, y la retirada puede ser interpretada como una decisi¨®n motivada por la pol¨ªtica interna, tomada por un presidente aislacionista como Donald Trump. En este caso significar¨ªa abandonar a los afganos a su suerte y abrir la posibilidad de que los talibanes, una vez que se hayan ido las tropas internacionales, lancen una ofensiva para imponer de nuevo el mismo r¨¦gimen brutal que instauraron en los noventa. Ser¨ªa un tremendo error porque el pa¨ªs volver¨ªa a convertirse en un foco de inestabilidad global y un agujero negro en materia de derechos humanos.
El futuro de Afganist¨¢n pasa por la paz, pero tambi¨¦n por los derechos de todos sus habitantes: los talibanes sometieron a las mujeres a un r¨¦gimen atroz. Sin su participaci¨®n activa en cualquier proceso de paz, que garantice sus derechos, Afganist¨¢n no tendr¨¢ un futuro justo y dos d¨¦cadas de intervenci¨®n internacional no habr¨¢n servido para nada.
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