?Qu¨¦ es ser un hombre en el siglo XXI?
Es necesario que los poderes p¨²blicos de todos los pa¨ªses faciliten los debates sobre la masculinidad, para actuar de forma m¨¢s concreta contra la violencia machista, esta plaga que arrasa nuestro mundo
Mientras escribimos estas l¨ªneas, hombres deciden de forma deliberada asesinar a mujeres para reafirmar su dominaci¨®n sobre ellas. Cada d¨ªa, en el mundo, mueren asesinadas 137 mujeres a manos de un pariente, y un tercio a manos de su pareja o expareja, seg¨²n el ¨²ltimo informe de la ONU. ?Cu¨¢ntas mujeres tienen que ser asesinadas para que se ponga en marcha una verdadera pol¨ªtica dirigida a erradicar esta lacra y se entienda por fin que no se trata de sucesos aislados sino de un sistema de dominaci¨®n social de un sexo sobre otro?
De Harvey Weinstein a Dominique Strauss-Kahn, pasando por Roman Polanski y Jeffrey Epstein, la revoluci¨®n #MeToo constituye el verdadero punto de inflexi¨®n de este siglo, la se?al de que no va a ser como ning¨²n otro y de que hemos entrado plenamente en el siglo XXI. Las mujeres siempre han intentado construir un modelo de sociedad justo y equilibrado, dando el ejemplo a trav¨¦s de sus palabras y su resistencia. Sus compromisos se renuevan en cada ¨¦poca para permitir a la humanidad aprovechar su potencial, a menudo a costa de sufrir la dominaci¨®n y la explotaci¨®n. Desde Anne Zinga hasta las sufragistas, desde Rosa Parks hasta las militantes del #MeToo, las mujeres no dejan de interpelarnos, concienciarnos y movilizarnos sobre la sociedad que queremos.
Las mujeres no dejan de interpelarnos, concienciarnos y movilizarnos sobre la sociedad que queremos
Pero, en esta lucha por elevar, mejorar a la humanidad, un silencio significativo y pesado nos impide avanzar: el de los hombres. ?Qu¨¦ significa ser un hombre en el siglo XXI? ?Qu¨¦ es (son) la o las masculinidades? La masculinidad est¨¢ ligada a la conquista, al poder. Nosotros, los hombres, somos los que explotamos un sistema en el que siempre tenemos todas las ventajas y que, de hecho, hemos construido con ese fin. Las mujeres han teorizado el feminismo y las masculinidades para superar su condici¨®n e integrar a los hombres en su lucha.
Los hombres a los que o¨ªmos hablar de masculinidad (Trump, Bolsonaro, Putin y otros) est¨¢n bloqueados en una posici¨®n defensiva y agresiva, incapaces de desarrollar una visi¨®n humanista, al servicio de todas y todos. Su concepci¨®n de la masculinidad tiene como objetivo defender el orden establecido y, sobre todo, no cambiar nada. Hay miedo a ver desaparecer un mundo, miedo a ver desvanecer nuestra hegemon¨ªa. Lo masculino es sin¨®nimo de libertad a expensas de los dem¨¢s. Para perpetuar ese dominio, hay ¡°salvaguardias¡± que nos vigilan y nos recuerdan los ¡°buenos principios¡± de la masculinidad, el mito de la virilidad. Estamos encerrados en una supuesta invulnerabilidad. Porque ser vulnerable es traicionar.
Existe un mal vinculado a la relaci¨®n con el poder, la invulnerabilidad y el control de nuestras emociones. Necesitamos replantearnos, reconstruirnos, revolucionarnos, individual y colectivamente. Dejar de hacer de la frialdad una virtud, dejar de aislarnos de nuestras emociones, en otras palabras, integrar todos los aspectos de lo que somos para vivir en paz. Queremos apropiarnos y poner en pr¨¢ctica una idea de Edward Said sobre las identidades. En su libro El orientalismo, dice que ¡°la identidad humana no solo no es ni natural ni estable sino que deriva de una construcci¨®n intelectual, cuando no es completamente inventada¡±. Said propone como modo de actuaci¨®n ¡°la construcci¨®n de una identidad [...] ligada al ejercicio del poder en cada sociedad¡±. Para salir de las ¡°ideolog¨ªas deshumanizadoras¡± ser¨ªa necesario que cada ser humano y cada sistema tuvieran la voluntad de ¡°desaprender el esp¨ªritu espont¨¢neo de dominaci¨®n¡±.
Lo que proponemos es volver a imaginarnos y volver a curarnos, tambi¨¦n individual y colectivamente. A partir de nosotros, de cada individuo, ?podemos ayudar a dejar de construir o alimentar unos sistemas que legitiman las diferencias mediante la separaci¨®n, la segregaci¨®n, la manipulaci¨®n, el dominio y la muerte?
Estamos encerrados en una supuesta invulnerabilidad. Porque ser vulnerable es traicionar
Queremos contribuir a la conceptualizaci¨®n de un modo de vida, una forma de relacionarnos, compartir y colaborar, con un sistema basado en la complementariedad, la igualdad, la benevolencia, la seguridad f¨ªsica, emocional y afectiva de los individuos. ?C¨®mo? Hablando entre nosotros. Hablando de nuestras vulnerabilidades. Porque hablar ya es una transgresi¨®n. Es atreverse a lo prohibido y matar el mito. Ese mito de la invulnerabilidad que hace sufrir a la humanidad y, por tanto, al planeta. Esto nos invita a cuestionar la relaci¨®n del hombre con la dominaci¨®n, con el sentimiento de invulnerabilidad e irresponsabilidad. ?Qui¨¦nes somos nosotros y qu¨¦ papel desempe?amos frente a las grandes crisis de nuestro mundo?
Este mundo en el que reinan los atributos de la masculinidad ha favorecido una cultura de la irresponsabilidad y los privilegios que est¨¢ en el origen del desastre econ¨®mico y social global. Lo parad¨®jico es que la respuesta dada a los males contempor¨¢neos de la sociedad se interpreta a trav¨¦s de la mutaci¨®n del paisaje pol¨ªtico internacional. El ascenso al poder de los extremos, empezando por unos l¨ªderes divisivos que personifican el mito de la virilidad y alimentan ¡°ideolog¨ªas deshumanizadoras¡±, nos alejan un poco m¨¢s de los principios morales fundamentales. Quiz¨¢ sea la moral, precisamente, lo que nos permita salir del mito. Atrevernos, correr el riesgo de exponernos tal como somos, superar el miedo a reconsiderarnos y poner en peligro todo lo que damos por sentado.
Es necesario que los poderes p¨²blicos de todos los pa¨ªses faciliten los debates sobre la masculinidad, para actuar de forma m¨¢s concreta contra esta plaga que arrasa nuestro mundo. Sabemos muy bien que no ser¨¢ el elemento decisivo, pero s¨ª es una piedra m¨¢s que falta en el arsenal de las iniciativas para fomentar la igualdad entre mujeres y hombres.
Bolewa Sabourin es bailar¨ªn y core¨®grafo, cofundador de la asociaci¨®n LOBA. William Njaboum, miembro del colectivo, es economista.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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