El centro vaciado
Este debilitamiento del centro pol¨ªtico coincide con la creciente erosi¨®n de la dimensi¨®n liberal de la democracia
![In¨¦s Arrimadas, durante un acto en M¨¢laga.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XFBC7YHOKURSVSJSA6ZL6IZJ5Y.jpg?auth=639d510bf43db9ddae2705e9a74abb6c752f649ec0f69381f8e9ec844f5141b4&width=414)
Con el ya casi asegurado acceso de Arrimadas al liderazgo de Ciudadanos podemos dar por finiquitado al centro pol¨ªtico en Espa?a. Solo nos queda ver c¨®mo vaya a ser engullido por el PP. Una mayor¨ªa de sus miembros parece haber encontrado en esta opci¨®n una mayor garant¨ªa para su potencial acceso a cargos que el presentarse con sus siglas desnudas en pleno descalabro electoral. El pragmatismo ha podido sobre el gravoso esfuerzo de la reinvenci¨®n. Y la inercia. De hecho, y su evoluci¨®n pol¨ªtica habla por s¨ª misma, nunca actu¨® como si fuera un verdadero partido de centro. Decidi¨® pelear casi exclusivamente en el eje de las disputas territoriales y, como es obvio, su dimensi¨®n m¨¢s liberal y centrista acab¨® resinti¨¦ndose. O sea, que nunca, salvo en lo declarativo, tuvimos realmente un partido de centro-centro a lo largo de los ¨²ltimos a?os.
Como Ivan Krastev contaba aqu¨ª hace unas semanas, eso es lo que parece estar ocurriendo tambi¨¦n otros pa¨ªses europeos, como Alemania, y aunque ¨¦l no lo especificara, s¨ª anunci¨® que esto tendr¨ªa importantes consecuencias pol¨ªticas para el continente. Y, cabr¨ªa decir, para la democracia misma. Si antes todos los partidos relevantes compet¨ªan por ver c¨®mo apelotonarse mejor en esta dimensi¨®n apartada de los polos ideol¨®gicos, ahora estamos asistiendo a lo contrario: la disputa se ha desplazado a los extremos. Recuerden, por ejemplo, cuando el SPD de Schr?der, siguiendo al laborismo de Blair, se presentaba como el ¡°nuevo centro¡±. Esto es con lo que ha acabado el fulgurante resurgir de los populismos, que ha tenido consecuencias importantes. Primero, porque ha calado su acusaci¨®n a los partidos sist¨¦micos de haber ca¨ªdo en el pragmatismo tecnocr¨¢tico y de no presentar aut¨¦nticas diferencias entre s¨ª. Luego, porque oblig¨® al centro-derecha a inclinarse m¨¢s hacia su extremo para recuperar los votos perdidos en esa direcci¨®n. Y, por ¨²ltimo, porque acabaron imponiendo una pol¨ªtica m¨¢s schmittiana, polarizada e identitaria, que tuvo tambi¨¦n un impacto sobre la correlativa radicalizaci¨®n del centro-izquierda.
El hecho es que el centro, como la Espa?a interior, se ha vaciado. En principio no hay nada dram¨¢tico en esto. Una reideologizaci¨®n y repolitizaci¨®n del sistema hasta es saludable. Y el centro pol¨ªtico, en todo caso, no es m¨¢s que una met¨¢fora espacial sin contenidos claramente definidos. Lo preocupante, a mi juicio, es que este debilitamiento del centro coincide con la creciente erosi¨®n de la dimensi¨®n liberal de la democracia, entendida m¨¢s como una cultura que como una ideolog¨ªa. Es m¨¢s, como la cultura central de la democracia: la del respeto de las instituciones frente a su utilizaci¨®n partidista, del pluralismo y la tolerancia frente a las guerras culturales de suma cero; la del elogio del disidente en vez del sectario; la que aboga por el control del poder frente a las imposiciones mayoritarias; la que promueve el debate y la argumentaci¨®n en vez de los dogmas aprior¨ªsticos; la que prioriza la dignidad y autonom¨ªa del individuo frente a los grupos sacralizados; la que no concibe la libertad sin la suficiente igualdad para poder ejercerla. En fin, aquello sin lo cual una democracia pierde su ox¨ªgeno y que ahora muestra signos de erosi¨®n preocupantes. Este s¨ª que es el centro del que no podemos prescindir.
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![Fernando Vallesp¨ªn](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F1548af62-c01b-47d2-91b5-3d5f144c0f5d.png?auth=cf2d3a85042a39c86987f841fc3c73255517a57b90b19f1ef649ea9e58dbdc9d&width=100&height=100&smart=true)