La salud tiene fronteras
La explosi¨®n de una epidemia es un momento intenso en la biopol¨ªtica, el poder que ordena las pol¨ªticas de la vida
La epidemia del coronavirus parece una actualizaci¨®n de las clases de Michel Foucault sobre biopol¨ªtica, seguridad y territorios. La biopol¨ªtica es el poder que ordena las pol¨ªticas de la vida, a saber, son t¨¢cticas que regulan qu¨¦ cuerpos deben vivir y qu¨¦ cuerpos pueden ser desechables. La explosi¨®n de una epidemia es un momento intenso en la biopol¨ªtica: en nombre de la protecci¨®n colectiva se controlan los cuerpos, se delinean fronteras reales o imaginarias a la salud. As¨ª fue con la epidemia del virus zika en su emergencia. Con el zika, sin embargo, el p¨¢nico global fue breve, pues r¨¢pidamente se comprendi¨® que el riesgo a la enfermedad estaba confinado a los pa¨ªses tropicales. Por eso, toda biopol¨ªtica se convierte en una necropol¨ªtica cuando los reg¨ªmenes de desigualdad determinan cu¨¢les cuerpos viven el riesgo.
Hay una nueva enfermedad en curso, y sobre la verdad del virus no parece haber controversia¡ªla Organizaci¨®n Mundial de la Salud la describe como COVID-19, una enfermedad infecto-respiratoria semejante a la gripe. Por ser un virus nuevo, la tasa de infecci¨®n es alta, pues no hay inmunidad por enfermedad previa o protecci¨®n por vacuna. Una enfermedad se presenta como peligrosa a las poblaciones por su potencial de contaminaci¨®n o por el riesgo de muerte. En ese sentido, los virus corona y zika se parecen en la epidemiolog¨ªa: poblaciones sin inmunidad y riesgo de muerte concentradas en determinados grupos etarios¡ªen el caso del coronavirus, entre ancianos; en el caso del zika, entre ni?os y ni?as.
Pero el ruido de las dos epidemias fue diferente. Hubo compasi¨®n hacia las mujeres y sus hijos de cabezas peque?as, se discutieron los riesgos de la enfermedad al salir del Sur para el Norte por el riesgo de transmisi¨®n sexual, ya que el mosquito, el principal factor, estaba concentrado en las casas precarias de los tr¨®picos. Sin embargo, no hubo desaceleraci¨®n de la econom¨ªa global, fluctuaci¨®n de la bolsa de valores o cancelaci¨®n de desfiles de moda, congresos acad¨¦micos y encuentros de negocios, como ocurre con el coronavirus. Hay un verdadero ¡°p¨¢nico colectivo¡±, seg¨²n Giorgio Agamben, cuya exageraci¨®n de la respuesta ser¨ªa, realmente, un pretexto de gobiernos autoritarios para mover el ¡°estado de excepci¨®n¡±.
Agamben es correcto al describir que el estado de miedo en que vivimos se alimenta de momentos de ¡°p¨¢nico colectivo¡±. El coronavirus permite cerrar fronteras, impedir movilidad en las ciudades, confinar individuos en las casas. Si la pol¨ªtica del miedo explica la respuesta exagerada y su utilidad para los reg¨ªmenes autoritarios, para nosotros, hay otra particularidad en c¨®mo se respondi¨® a la epidemia del zika en comparaci¨®n a la del coronavirus: zika era una enfermedad con riesgo global, pero se mostr¨® una enfermedad de gente miserable y una sentencia de vida a las mujeres an¨®nimas.
Nuestra extra?eza no es resentimiento de mujeres latinas que, a¨²n hoy, acompa?an la peregrinaci¨®n de las sobrevivientes de zika con sus hijos. Como cualquier otra persona, estamos expuestas al coronavirus, pero diferentemente de las mujeres pobres de Brasil, Colombia, El Salvador o Venezuela, no estamos en riesgo a la enfermedad por el virus zika. Es necesario especificar cu¨¢les mujeres viven el virus zika como una amenaza para el futuro¡ªlas mujeres m¨¢s vulnerables, negras e ind¨ªgenas, j¨®venes y pobres. Ese es el pasaje de la biopol¨ªtica hacia la necropol¨ªtica de las epidemias: el coronavirus acciona el p¨¢nico colectivo de los reg¨ªmenes autoritarios que no quieren extranjeros en tierras propias; el virus zika abandona las mujeres m¨¢s vulnerables al abuso de gobiernos patriarcales que persiguen la sexualidad y la reproducci¨®n.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga, investigadora de la Universidad de Brown.
Giselle?Carino?es argentina, polit¨®loga, directora de IPPF/RHO.
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