La hora de los ciudadanos
Con el estado de alarma, el Gobierno nos convoca a proteger a los m¨¢s vulnerables
La reuni¨®n extraordinaria del Consejo de Ministros celebrada este s¨¢bado en La Moncloa oficializ¨® la declaraci¨®n del estado de alarma adelantada la v¨ªspera por el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez. El anuncio incluy¨® la enumeraci¨®n de un amplio cat¨¢logo de medidas excepcionales, de aplicaci¨®n en la totalidad del territorio espa?ol, y dirigidas a coordinar los esfuerzos de las Administraciones e implicar a los ciudadanos en la contenci¨®n del ritmo de contagios del coronavirus. Con esta dr¨¢stica decisi¨®n, el Gobierno ha establecido el marco de acci¨®n imprescindible para enfrentar una de las mayores amenazas contra la salud p¨²blica conocidas hasta la fecha; a partir de este momento, la eficacia de este marco depender¨¢ de que todas y cada una de las Administraciones, as¨ª como todos y cada uno de los ciudadanos, se reconozcan directamente interpelados por los objetivos fijados por el Ejecutivo, asumi¨¦ndolos como propios.
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Las horas, d¨ªas y semanas que se avecinan no ser¨¢n f¨¢ciles, como lo demuestra la evoluci¨®n de la enfermedad en los pa¨ªses que, como China o Italia, han pasado antes que Espa?a por la experiencia de su propagaci¨®n masiva, con sus tr¨¢gicas secuelas para las poblaciones de riesgo. El cierre de locales comerciales y de ocio, as¨ª como la cancelaci¨®n de actos p¨²blicos de cualquier naturaleza, son imprescindibles para reducir el n¨²mero de contagios, de acuerdo con la experiencia cient¨ªfica acumulada. Tambi¨¦n lo son las restricciones de la movilidad individual, que ser¨¢n efectivas a partir del pr¨®ximo lunes, dando tiempo a que los ciudadanos sorprendidos por la alarma fuera de su lugar de residencia puedan regresar a ¨¦l. Nadie deber¨ªa interpretar este plazo antes del confinamiento general como una oportunidad para apurar los ¨²ltimos instantes de una cotidianeidad que ha dejado de serlo en hospitales y centros de salud, adem¨¢s de en algunos municipios severamente afectados y en numerosos hogares con personas enfermas. Hacerlo ser¨ªa perder un tiempo decisivo en la contenci¨®n de los contagios.
La declaraci¨®n del estado de alarma realizada por el Gobierno no es solo una medida dirigida a la protecci¨®n de la propia salud, sino tambi¨¦n, y sobre todo, un en¨¦rgico llamamiento a la solidaridad entre ciudadanos. La diferencia entre la pandemia provocada por el coronavirus y otras amenazas a la salud p¨²blica es la facilidad y la rapidez con que se producen los contagios, provocando una demanda de atenci¨®n m¨¦dica masiva y sostenida en el tiempo que los servicios sanitarios no pueden atender.
A las dificultades para identificar y tratar a las personas m¨¢s vulnerables ante la afluencia excepcional de infectados por el coronavirus se suma el hecho de que las necesidades sanitarias ordinarias del pa¨ªs deben seguir siendo atendidas, tanto a trav¨¦s de los servicios de urgencias como de los tratamientos continuados. Es pensando en estos ciudadanos cuyas vidas quedan en peligro, as¨ª como en los profesionales de la sanidad, como cada ciudadano debe medir las consecuencias de sus decisiones mientras dure la alarma.
Los tiempos inciertos en los que se adentra el pa¨ªs no deben ocultar que el horizonte que le aguarda sigue siendo la superaci¨®n de esta crisis sanitaria sin precedentes. Pero tampoco que el coste ser¨¢ mucho mayor si se relativiza la amenaza y se considera que el Gobierno central y las dem¨¢s instituciones del Estado se est¨¢n dirigiendo a los ciudadanos, a todos y cada uno de nosotros, solo para prohibirnos ciertas acciones individuales. En realidad, al declarar la alarma nos est¨¢n convocando a una tarea colectiva: reducir el riesgo para la vida de las personas m¨¢s vulnerables.
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