Europa no responde
La Uni¨®n ha actuado frente al coronavirus como una burocracia incapaz de intervenciones concretas
Mascarillas, guantes de goma, gafas de pl¨¢stico. Eso fue lo primero que Italia le pidi¨® a Europa: invoc¨® ayuda para levantar la m¨¢s sencilla de las barreras contra el coronavirus. Sin obtener respuesta, Francia y Alemania cerraron las fronteras a estos productos, prohibiendo su exportaci¨®n, y nos enviaron una siniestra se?al: desde Bruselas no llegar¨ªa ning¨²n apoyo concreto, ni siquiera las cosas m¨¢s peque?as. Como es obvio, al Gobierno de Roma se le ha permitido superar los l¨ªmites de endeudamiento p¨²blico con el fin de sostener as¨ª una econom¨ªa devastada por la epidemia. Como es obvio, la presidenta de la Comisi¨®n Europea, Ursula von der Leyen, dijo: ¡°Todos somos italianos¡±. Pero estas iniciativas parecen estar muy lejos de la trinchera donde est¨¢ luchando por la supervivencia de todo un pa¨ªs.
Tal vez sigamos sin ser conscientes, tal vez haya alguien que a¨²n est¨¦ pensando que la Covid-19 es ¡°un poco m¨¢s grave que una gripe corriente¡±. No, es un asesino mort¨ªfero. Se propaga a una velocidad impresionante, destruyendo los pulmones de las personas: primero entre los ancianos, luego tambi¨¦n en los adultos e incluso entre los j¨®venes. En menos de tres semanas se han registrado m¨¢s de 1.400 muertos y casi 18.000 personas enfermas en Italia, cifras que crecen sin tregua. Una generaci¨®n podr¨ªa ser borrada del mapa, el conjunto del tejido econ¨®mico, verse mutilado.
Hemos tomado medidas sin precedentes en la historia occidental, ni siquiera durante las dos guerras mundiales. Todos los italianos se ven obligados a permanecer en sus casas y las tiendas y restaurantes est¨¢n cerrados. La vida de una sociedad ha sido puesta patas arriba. Se han podido ver im¨¢genes de Mil¨¢n desierto, de las calles vac¨ªas de Roma.
Menos conocida es la batalla a la que se enfrentan con orgullo y competencia los hospitales del norte de Italia, arrollados por una sucesi¨®n de hospitalizaciones siempre en aumento. La mitad de los infectados necesitan ser hospitalizados, uno de cada diez debe someterse a terapia intensiva con equipos de respiraci¨®n. Solo se podr¨¢ resistir construyendo nuevas instalaciones para los infectados, enrolando m¨¢s personal m¨¦dico y poniendo en funcionamiento otros respiradores.
Es una lucha contra el tiempo: instalar nuevas camas, centenares al d¨ªa, antes de que la enfermedad aumente sus v¨ªctimas. Dentro de la tragedia, hemos tenido suerte: el Covid-19 se ha desatado en la regi¨®n de Lombard¨ªa, que posee el mejor sistema sanitario del pa¨ªs. Pero nos hemos quedado solos: de la Uni¨®n no ha llegado un solo m¨¦dico, una sola mascarilla, un solo hospital de campa?a.
?Por qu¨¦ Europa, con su colosal aparato administrativo y t¨¦cnico, no ha hecho nada para prevenir la epidemia y coordinar su contenci¨®n?
?Por qu¨¦ Europa, con su colosal aparato administrativo y t¨¦cnico, no ha hecho nada para prevenir la epidemia y coordinar su contenci¨®n? Cada pa¨ªs se ha movido por su cuenta, con un solo resultado: lo que est¨¢ sucediendo en Italia probablemente suceder¨¢ pronto en Francia, Alemania y Espa?a. Nos hubiera gustado tomar decisiones comunes, no las ha habido.
?Por qu¨¦ no se ha preocupado Europa por poner en marcha de inmediato un plan de producci¨®n com¨²n de recursos elementales, como mascarillas y guantes, as¨ª como de la maquinaria que ha demostrado ser decisiva en China? Ahora, todos los pa¨ªses est¨¢n buscando desesperadamente respiradores e indumentaria de protecci¨®n, mientras que la potencia industrial de la Uni¨®n Europea habr¨ªa podido fabricar en un mes esos suministros vitales. Para Italia, para todos. En cambio, nada.
Las intervenciones econ¨®micas ser¨¢n fundamentales ma?ana, hoy estamos luchando para evitar el colapso de nuestra sociedad. Lo importante es ahora la salud de los ciudadanos, porque creemos que los tratamientos son m¨¢s importantes que los negocios. Y sabemos que, sin hospitales en condiciones de acoger a los enfermos, el p¨¢nico alimentar¨¢ el caos demoliendo los mercados financieros.
Incluso en esta situaci¨®n, la m¨¢s dram¨¢tica desde el nacimiento de la Uni¨®n, Europa se ha mostrado distante de los problemas de los ciudadanos: una entidad burocr¨¢tica incapaz de intervenciones concretas. No ha habido solidaridad ni supervisi¨®n. Una lecci¨®n negativa que no se olvidar¨¢ f¨¢cilmente: cuando termine la epidemia, nada ser¨¢ como antes. Y, sin embargo, la UE tendr¨¢ que renovarse profundamente, partiendo de las necesidades de las personas. De lo contrario, nada podr¨¢ defenderla de la ola del populismo xen¨®fobo, que est¨¢ transformando el virus en el arma pol¨ªtica final.
Gianluca Di Feo es subdirector del diario La Repubblica.
Traducci¨®n de Carlos Gumpert.
?? Lena (Leading European Newspaper Alliance)
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