Las profesiones del futuro
El trabajo de salvador del mundo es un empleo a menudo precario e indiferente a ojos de la administraci¨®n
Todos los d¨ªas, a las ocho de la tarde, el personal sanitario sale a las puertas de sus centros a aplaudir. Aplaude a sus compa?eros y recibe un aplauso monumental de toda Espa?a acompa?ado de v¨ªtores, gritos y sonidos de claxon. Minutos despu¨¦s, vuelve el silencio. El silencio, como la oscuridad, se percibe de manera diferente si inmediatamente antes ha habido ruido o luz. A lo largo del d¨ªa el silencio es tan constante que se aprende a distinguir cualquier clase de ruido de la misma manera que el ojo, cuando se acostumbra a la oscuridad, ve mucho mejor. As¨ª pues, el silencio despu¨¦s de las ocho es el silencio m¨¢s grande de todos. Y mientras los dem¨¢s volvemos a nuestras cosas, o no volvemos a nada, los profesionales sanitarios regresan al interior de los hospitales a trabajar en un lugar en el que, entre urgencias, enfermos y colapso, es imposible tener un minuto de paz.
Nunca sale en las listas cool de las profesiones del futuro, ni en las de oficios con m¨¢s demanda o con m¨¢s salario: el trabajo de salvador del mundo es un empleo a menudo precario, con demanda variable e indiferente a ojos de la Administraci¨®n. Todo ese mundo de celebridad y leyendas construido en la segunda mitad del siglo XX lo es, en buena parte, porque cientos de miles de soldados an¨®nimos con sueldos mediocres murieron y sobrevivieron derrotando a los nazis en Europa, entre los cuales no solo hab¨ªa soldados, mandos intermedios y altos mandos; entre los cuales tambi¨¦n hab¨ªa ingenieros, m¨¦dicos, cocineros, transportistas, servicios de limpieza, responsables y empleados de la intendencia al modo que dec¨ªa Napole¨®n: un ej¨¦rcito marcha sobre su est¨®mago.
Lo escribi¨® el periodista Marcos Lamelas, de El Confidencial, en Twitter. No referido a una guerra, ni a los nazis ni al fin del mundo, pero estamos en manos de quienes siempre estamos cuando las cosas van mal de verdad: el personal sanitario, las teleoperadoras, los servicios sociales y de limpieza, transportistas y repartidores, bomberos, fuerzas armadas y de seguridad, reponedores, cajeras de supermercado, el¨¦ctricos, cocina y tantos m¨¢s... El frente de batalla en los hospitales, y la intendencia garantizando que la guerra se gane frente a un enemigo que no tiene bajas y ataca en cualquier parte. Toda esa gente que a las 20.10 no se queda en silencio. ¡°Justo la gente¡±, dice Lamelas, ¡°que el sistema dijo que ten¨ªa que ganar menos dinero¡±.
De las lecciones que estamos aprendiendo a marchas forzadas para adquirirlas en el futuro, la primera de todas es la de empezar a valorar lo nuestro por encima de dudas, debates y estrategias pol¨ªticas de ajustes presupuestarios. Entender que cuando los profesionales de la Sanidad se echan a la calle para protestar por sus derechos est¨¢n protestando exactamente por los nuestros, del mismo modo que cuando se cicatea presupuesto en ciencia se est¨¢n cicateando investigaciones que solo se ven imprescindibles cuando a¨²n no han empezado. Que ni las condiciones de trabajo ni los sueldos de esos empleos que hoy se encuentran en sus puestos est¨¢n de acuerdo a la funci¨®n que les corresponde en caso de una situaci¨®n as¨ª, y que los ej¨¦rcitos ganan batallas, pero es la log¨ªstica la que gana guerras.
Se da por sabido que, en un estado de alarma, antes hab¨ªa cosas que estaban bien, o no tan mal como cre¨ªamos, y ahora hay cosas que est¨¢n mal, o no tan bien como cre¨ªamos.
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