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La crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto la importancia de tener un sistema sanitario p¨²blico de car¨¢cter universal que atiende con escrupulosa equidad las contingencias de salud de los ciudadanos. En cualquier circunstancia, pero especialmente en las situaciones de emergencia, poder garantizar la protecci¨®n de los segmentos m¨¢s vulnerables es lo que marca la diferencia frente a otros modelos. Proteger el sistema nacional de salud es proteger a la ciudadan¨ªa. Entre sus activos m¨¢s importantes merece destacarse la gran capacidad de respuesta y la resiliencia de sus profesionales, que con su esfuerzo y sacrificio est¨¢n compensando las fragilidades de una organizaci¨®n que ha sufrido en la ¨²ltima d¨¦cada un importante debilitamiento debido a los recortes provocados por la crisis econ¨®mica de 2008. Por esa raz¨®n, cuando la pesadilla de la Covid-19 haya quedado atr¨¢s, es del m¨¢ximo inter¨¦s convertir esta experiencia traum¨¢tica en un factor de mejora y refuerzo de las estructuras y capacidades de las que hoy se dispone. Esa ser¨¢ la importante tarea de la comisi¨®n anunciada por el presidente del Gobierno en el Congreso para evaluar las necesidades de la sanidad p¨²blica y elaborar un libro blanco sobre los ajustes y reformas a emprender.

A la necesidad de adaptarse a las nuevas demandas asistenciales derivadas del envejecimiento de la poblaci¨®n se suma ahora el reto de operar con la flexibilidad necesaria para responder con celeridad a desaf¨ªos imprevistos. La llegada del coronavirus ha obligado a tomar decisiones con extrema urgencia y muchas veces sin poder contar con toda la informaci¨®n necesaria. Es evidente que se han cometido errores serios tanto a la hora de elaborar los informes cient¨ªficos como en el momento de dictar pol¨ªticas concretas. Tiempo habr¨¢ para reflexionar y aprender de los errores. La hip¨®tesis de que vendr¨¢n otras crisis es muy plausible. Es obvio que no podemos tener un sistema sobredimensionado de forma permanente para atender un enorme flujo de pacientes agudos que requieren cuidados intensivos o ventilaci¨®n mec¨¢nica, pero es esencial disponer de los instrumentos para adaptarse r¨¢pidamente a entornos cambiantes.

La pandemia ha revelado la importancia de la coordinaci¨®n entre distintos territorios y niveles asistenciales, que en situaciones de emergencia no se limitan solo a los servicios p¨²blicos. Resulta imprescindible reforzar la capacidad de respuesta de la medicina comunitaria y de los servicios sociosanitarios, donde se concentra el perfil del paciente m¨¢s frecuente y m¨¢s vulnerable: personas de edad avanzada con m¨²ltiples patolog¨ªas. Tan importante como impulsar la medicina de vanguardia es asegurar una buena calidad de la medicina de base.

Los desaf¨ªos urgentes pasan por asegurar la suficiencia financiera del sistema y por introducir los cambios organizativos que faciliten una mayor eficiencia, agilidad y aprovechamiento de los recursos disponibles. No es viable resistir una presi¨®n asistencial creciente atendida con plantillas insuficientes. Habr¨¢ tambi¨¦n que ocuparse de cuestiones de estrategia sanitaria global: garantizar la fabricaci¨®n y suministro de determinados utillajes sanitarios esenciales, por ejemplo. El lamentable episodio de las mascarillas no solo muestra la deslealtad de algunos actores pol¨ªticos que pretenden sacar r¨¦dito de la situaci¨®n, sino que hay bienes que no pueden abandonarse a la din¨¢mica del mercado.