Distancias
Me cuesta asumir que el contacto con mis seres queridos tenga que venir mediado por esos dispositivos de pl¨¢stico, a la vez que soy consciente de que parece la ¨²nica forma de ponerle algo de freno al bicho
Resulta dif¨ªcil pensar en las distancias cuando dos maromos peludos andan frot¨¢ndote de los pies a la cabeza para dejarte bien limpio y sentarte en el butac¨®n de una habitaci¨®n de hospital. Disfrutan tanto ellos con su trabajo como yo tan poco, sentado en ese invento del demonio. Con lo bien que se est¨¢ tumbado, casi como en una suite de hotel, salvando, claro, las distancias, ya que all¨ª no hay tanto tubo ni maquinaria con su ruido constante e indescifrable para el no instruido.
Me explica mi hijo, que tiene t¨ªtulo, de antrop¨®logo o algo as¨ª, todav¨ªa no lo tengo claro, que esto de las distancias tiene un nombre de disciplina cient¨ªfica denominada ¡°proxemia¡±. Al parecer se pueden estudiar las distintas culturas en funci¨®n de su relaci¨®n con la distancia entre las personas, ya sea ¨ªntima, personal, social o p¨²blica. Desde la distancia de los susurros hasta el m¨ªnimo de un metro que marca la prevenci¨®n del contagio, pasando por la de los buenos amigos o los que son solamente conocidos.
Yo intento tomar distancia de todo este asunto del coronavirus, pero el trasiego de enfermeras y m¨¦dicos vistiendo con mascarillas y guantes me lo pone dif¨ªcil. Me cuesta adem¨¢s asumir que el contacto con mis seres queridos tenga que venir mediado por esos dispositivos de pl¨¢stico, a la vez que soy consciente de que parece la ¨²nica forma de ponerle algo de freno al bicho. Eso y un viscoso gel hidroalcoh¨®lico al que parece que la gente se ha hecho adicta, convirti¨¦ndolo en el art¨ªculo m¨¢s vendido en estos d¨ªas junto al papel higi¨¦nico, que se acumula en los estantes de los espa?oles.
El jab¨®n huele incomparablemente mejor, y parece que resulta igualmente efectivo. Un invento sencillo que nos hace la existencia m¨¢s agradable y permite tratarnos en las cortas distancias, evitando desagradables olores humanos. Y que tambi¨¦n ha salvado numerosas vidas, desde que los m¨¦dicos intuyeron que era conveniente lavarse las manos antes de acompa?ar los partos y los militares comenzaron a utilizarlo para limpiar heridas de guerra.
Otro consejo que parece bastante ¨²til para evitar una mayor propagaci¨®n de la epidemia parece el de no usar la mano dominante para las tareas cotidianas, claro que en eso yo ya vengo entrenado desde que hace cinco a?os un ictus se me llevara el lado derecho del cuerpo por delante. Puede decirse que tengo bastante mano izquierda en esas lides, y ahora solo me queda esperar a que la bala del coronavirus solo me roce, o mejor, ni eso.
Vemos c¨®mo el maligno virus se est¨¢ llevando por delante a una gran parte de la poblaci¨®n de ancianos que cre¨ªan que pasaban sus ¨²ltimos d¨ªas instalados en residencias en las que minimizar la distancia y la soledad. Poco les habr¨¢ animado el discurso del Rey, salvo que se hayan lanzado a coger una cacerola y una cuchara para golpearla, utilizando, claro, su mano no dominante.
Todo parece reducirse entonces a una espera. Algunos cient¨ªficos aventuran que hasta dentro de 18 meses no habr¨¢ una vacuna disponible para distribuir a gran escala, aunque si todo va m¨¢s o menos bien dentro de un par de meses podremos asomar la cabeza, salir un poco a la calle y saludar a nuestros amigos como si fueran conocidos y a nuestros conocidos como si fueran el p¨²blico asistente a un acto oficial. Yo, de momento, me conformo poder seguir escribiendo en casa, a ser posible, sin guantes ni mascarilla. Aunque prometo lavarme las manos, sobre todo la dominante, con frecuencia y un buen jab¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.