La hora de la cohesi¨®n europea
El mecanismo de ¡°cooperaci¨®n reforzada¡± es la v¨ªa para superar el veto de los halcones del norte
Hablar de la Uni¨®n Europea en momentos de crisis como los que estamos atravesando es casi sin¨®nimo, desde muchos sectores, de una constante puesta en entredicho de su utilidad. ¡°?D¨®nde est¨¢ Europa?¡±, nos preguntamos en la crisis econ¨®mica y financiera de 2008, y nos volvemos a preguntar en estos amargos d¨ªas. La reciente reuni¨®n de los l¨ªderes del viejo continente apenas ha dado resultados y se vislumbra en el horizonte cercano una lucha pol¨ªtica contundente entre los pa¨ªses del norte, menos afectados por la pandemia y con super¨¢vits presupuestarios, frente a los Estados del sur, los m¨¢s golpeados por el coronavirus y los que a su vez tienen menos capacidad de respuesta fiscal. El eterno conflicto norte-sur, entre los mundos germ¨¢nico-anglosaj¨®n y latino-mediterr¨¢neo, vuelve a las andadas en medio de una crisis sanitaria y econ¨®mica que va a suponer un cambio de paradigma en m¨²ltiples ¨¢mbitos, no solamente en el financiero y presupuestario.
La respuesta a la crisis no puede seguir siendo, como hasta ahora y como quieren los halcones del norte, eminentemente nacional. Necesitamos encontrar esa utilidad a la Uni¨®n que hoy parece perdida y articular una respuesta europea conjunta para poder hacer frente a las consecuencias m¨¢s gravosas de la pandemia. Todos los Estados est¨¢n entrelazados en un mercado ¨²nico ya existente y consolidado, con instituciones, moneda y reglas presupuestarias comunes que hacen imposible una salida en solitario de la actual coyuntura. Algunos pasos ya se han dado por parte de la Comisi¨®n, aunque son insuficientes: ha anunciado la suspensi¨®n temporal de las reglas de estabilidad presupuestaria, algo que al final tendr¨¢n que decidir los Estados por mayor¨ªa en el seno del Consejo; ha permitido la concesi¨®n de ayudas p¨²blicas a las empresas y particulares, frenando as¨ª uno de los principios rectores del derecho europeo de la competencia, y la presidenta Von der Leyen ha instado a los pa¨ªses a controlar las inversiones extranjeras directas para evitar la incursi¨®n for¨¢nea en el accionariado de sectores estrat¨¦gicos.
Ahora bien, y como no se para de repetir en estos d¨ªas hasta por las propias instituciones comunitarias, si queremos que de verdad se produzca una respuesta conjunta necesitamos tambi¨¦n avanzar ya, y de una vez por todas, en el ¨²ltimo pelda?o de la integraci¨®n fiscal, aquello que precisamente los pa¨ªses del norte antes se?alados rechazan de plano.
La emisi¨®n conjunta de deuda p¨²blica para que tenga mayor respaldo (eurobonos o coronabonos) no solo ser¨ªa un instrumento sumamente ¨²til para paliar unidos la recesi¨®n econ¨®mica que viene, sino que nos acercar¨ªa a todos los europeos al objetivo de una uni¨®n fiscal necesaria, ahora m¨¢s que nunca, para reforzar el peso de Europa en el mundo y la funcionalidad misma de la integraci¨®n. ?Qu¨¦ ocurre si los Estados del norte siguen vetando ese avance? Una posible salida podr¨ªa consistir en el impulso de una ¡°cooperaci¨®n reforzada¡± entre los pa¨ªses m¨¢s afectados por la pandemia, que son adem¨¢s los m¨¢s interesados en la mutualizaci¨®n de la deuda, y que facilitar¨ªa sortear el lastre del veto norte?o. La ¡°cooperaci¨®n reforzada¡±, que ya se ha empleado con anterioridad (por ejemplo, para crear la Fiscal¨ªa Europea) o que est¨¢ camino de utilizarse con el famoso Impuesto sobre las Transacciones Financieras (ITF, o tasa Tobin), posibilita que un n¨²mero de Estados, al menos nueve, avancen con mayor decisi¨®n en los objetivos de la Uni¨®n Europea y se ¡°descuelguen¡± de la lentitud del resto de pa¨ªses, permitiendo as¨ª varias velocidades en el proceso de integraci¨®n.
Y como quiera que la cohesi¨®n econ¨®mica y la solidaridad territorial es un objetivo de la Uni¨®n, los pa¨ªses del sur, liderados por Espa?a, Italia o Francia, podr¨ªan acudir al mecanismo para mutualizar entre s¨ª su deuda p¨²blica y apoyarse con m¨¢s decisi¨®n si cabe en la respuesta econ¨®mica a los devastadores efectos del coronavirus. Adem¨¢s, esta ¡°cooperaci¨®n reforzada¡± no impedir¨ªa que, de funcionar y conseguir ser atractiva con el paso del tiempo, terminaran sum¨¢ndosele el resto de pa¨ªses que inicialmente no quisieron participar. La puerta se les deja abierta y se les invitar¨ªa a entrar en la cooperaci¨®n, algo que puede ser un medio de presi¨®n ante una Alemania que, nuevamente, es incapaz de coliderar la Uni¨®n en sus momentos m¨¢s dif¨ªciles, pero que, contrariamente a cuanto hizo en la crisis de 2008, no se ha mostrado radicalmente contraria a la emisi¨®n com¨²n de deuda, lo que tal vez pueda anunciar un deseable cambio de postura.
Sin duda, los obst¨¢culos no son f¨¢ciles de sortear. La Comisi¨®n habr¨ªa de estar de acuerdo y la operaci¨®n tendr¨ªa que ser respaldada en ¨²ltimo t¨¦rmino por el Parlamento Europeo y por el Consejo, pero intentarlo no solo puede dar lugar a su ¨¦xito final y a una Uni¨®n m¨¢s unida, m¨¢s solidaria y m¨¢s europea en el sur del continente; tambi¨¦n mandar¨ªa un mensaje claro, contundente, a los pa¨ªses que, como Holanda o Austria, se niegan a compartir los beneficios comunes de un mercado ¨²nico y de un proyecto, el de una Uni¨®n cada vez m¨¢s estrecha entre nuestros pueblos, que ahora necesita imperiosamente mostrar su utilidad. Nos jugamos el sue?o europeo: apostemos por ¨¦l y hag¨¢moslo ya, aunque sea desde este sur siempre tan maltratado.
Gabriel Moreno Gonz¨¢lez es profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Extremadura.
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