Luz de gas

Estaba escribiendo con la estufa a mi lado, a modo de musa calefactora, cuando lleg¨® la factura. Ca¨ªan copos de nieve en primavera, y mi cabeza se dio moment¨¢neamente al disparate. La factura era de luz y gas, y no de luz de gas, como hab¨ªa cre¨ªdo leer, pensando en un famoso drama ingl¨¦s de miedo que Cukor llev¨® al cine con Ingrid Bergman. Recapacit¨¦. Las compa?¨ªas el¨¦ctricas y gas¨ªsticas, Endesa, Iberdrola, Repsol, Naturgy, por citar las mayores, desean evitarnos los malos tragos; la palabra el¨¦ctrica, en contra de lo aparente, no es un derivado de la vengativa Electra de los griegos. Y en la tragedia actual del coronavirus nos alivian, pues as¨ª podemos leer novelas cuando cae la noche, ver las noticias y usar el gas ciudad a discreci¨®n. Pero hice c¨¢lculos. Del monto de luz y gas consumidos que 46 millones de espa?oles van a pagar mientras dure el encierro en casa, una parte muy substancial le corresponde en justicia a otros: empresarios y trabajadores del cine de las pantallas oscurecidas, de teatros de candilejas apagadas y focos que no alumbran al actor, expositores de novedades invisibles en las librer¨ªas cerradas, guitarras sin corriente ni altavoz, orquestas con atriles sin luz, los fogones extintos de la hosteler¨ªa, y las 100.000 bombillas que llevan semanas sin iluminar las aulas. Sitios que tambi¨¦n hacen funcionar el pa¨ªs y proporcionan, adem¨¢s de salarios, un bien placentero. Mi compa?¨ªa energ¨¦tica, que es una de las grandes y de la que no tengo queja, ha tenido un gesto sensible: demorar los pagos. Insuficiente. Atrevida pero no disparatada creo la modesta proposici¨®n de que un tercio del dinero abonado por todos los usuarios a partir de la pr¨®xima factura sea descontado durante el tiempo que se estime prudencial y destinado a un fondo de est¨ªmulo y ayuda a quienes no pudieron encender sus luces para ense?ar, hacer re¨ªr o so?ar, alimentar, estar juntos.