¡°En Espa?a hay asignaturas pendientes, como el respeto a nuestra lengua¡±
A punto de cumplir 80 a?os, el actor y director Jos¨¦ Luis G¨®mez sigue llenando la escena y explorando la vigencia del Mio Cid. Un europeo convencido que reivindica la funci¨®n social del teatro.
Antes del encierro, Jos¨¦ Luis G¨®mez andaba tras el rastro de la ra¨ªz del castellano que pervive en el Mio Cid: ¡°Con sus palabras tatarabuelas de las actuales¡±, dice. Con eso disfruta en un doble sentido: como actor y como miembro de la Real Academia Espa?ola (RAE), donde ingres¨® en 2014. Ya entonces dirig¨ªa ese milagro llamado La Abad¨ªa, un centro que es epicentro del teatro de arte en Espa?a y que este a?o cumple su cuarto de siglo. Sinti¨® la llamada de su vocaci¨®n un d¨ªa que le dio por recitar Canci¨®n del pirata, de Espronceda. Sospech¨® que pod¨ªa convertirse en int¨¦rprete y agudiz¨® su capacidad de observaci¨®n en aquel laboratorio regalado que fue para ¨¦l la pensi¨®n que pose¨ªa su familia en Huelva. Trunc¨® los planes paternos de convertirse en un gran hotelero, pero aprovech¨® que para ello le enviaron a aprender franc¨¦s en Suiza y a formarse en Par¨ªs y Alemania. All¨ª, en Bochum, entr¨® en el Instituto de Arte Dram¨¢tico de Westfalia con una condici¨®n: deb¨ªa recitar a Goethe en alem¨¢n en seis meses si quer¨ªa su beca. Lo consigui¨® y ah¨ª comenz¨® una carrera que logr¨® el premio al mejor actor en Cannes por Pascual Duarte en el mismo a?o que compet¨ªa Robert De Niro con Taxi Driver. De Europa viaj¨® despu¨¦s a Nueva York, para recalar con sus experiencias en Madrid a mitad de los noventa. Fue cuando fund¨® La Abad¨ªa mediante un sistema p¨²blico/privado que ha hecho sobrevivir a la instituci¨®n como un referente del teatro de arte atractivo para el espectador. Un lugar donde G¨®mez ha instaurado una manera de hacer que conjuga la ¨¦tica en la elecci¨®n del repertorio con la frescura y la falta de solemnidad para los grandes cl¨¢sicos nacionales e internacionales, mezclando con desparpajo a Calder¨®n con Ionesco o a Cervantes, Fernando de Rojas y Valle-Incl¨¢n con Beckett, Kafka y Brecht. Un faro de aprendizaje e investigaci¨®n con vocaci¨®n europea que afronta su futuro armado del legado que el maestro implant¨® a lo largo de tres d¨¦cadas. Ya apartado de la gesti¨®n creativa del centro, pero comprometido con su futuro, a punto de cumplir 80 a?os est¨¢ empe?ado en conservar su prestigio y su excelencia en esta ¨¦poca donde se tambalea todo lo que creemos asentado.
Pregunta. Se convirti¨® usted en actor a pesar de los augurios de su hermana mayor: no le ve¨ªa bien plantado.
Respuesta. S¨ª¡ ¡°?El ni?o? ?C¨®mo es posible¡? ?Con lo bajito que es! Quien puede es Paco¡¡±. Lo dec¨ªa por mi otro hermano, que sali¨® muy bien parido. Yo lo andaba tanteando despu¨¦s de haber probado con alguna compa?¨ªa en Huelva. Me qued¨¦ apocado, pero tampoco tanto. Me dio igual. Yo recuerdo que el picotazo surgi¨® antes, cuando una Navidad recit¨¦ Canci¨®n del pirata, de Espronceda, en la pensi¨®n de mis padres. Ten¨ªa 10 u 11 a?os. Sent¨ª que acaparaba la atenci¨®n, flui con alg¨²n tropez¨®n y tuve la sensaci¨®n de estar colmado.
P. ?Y sus padres qu¨¦ dec¨ªan?
R. Mi padre quiso que yo me convirtiera en un buen hotelero. Hab¨ªa ido a Madrid con la intenci¨®n de hacer Derecho, Filosof¨ªa o Historia, pero ¨¦l me envi¨® a la escuela de hosteler¨ªa e hizo algo important¨ªsimo: propici¨® mi salida de Espa?a para aprender idiomas.
P. Pura audacia y visi¨®n de futuro para la ¨¦poca.
R. S¨ª, me mandaron a un internado en Suiza para perfeccionar el franc¨¦s. Eso era rar¨ªsimo.
P. Todo encaminado a que fuera usted un magnate hostelero. ?Cu¨¢ndo les coment¨® que no?
¡°El teatro no es solo entretenimiento. Tambi¨¦n puede ser placer y deleite. El placer como forma de construirse¡±
R. Fue curioso. Llam¨¦ a mi padre desde Alemania y me dijo: ¡°Pero Pepelui¡ ?T¨² te has ido hasta all¨¢ para hacer teatro? ?En alem¨¢n?¡±. ?l hab¨ªa comprado ya un edificio de cuatro plantas, con 38 balcones, para que yo lo llevara, fig¨²rate. Pero me dijo: ¡°Lo habr¨¢s resuelto as¨ª, pero yo no te puedo acompa?ar en eso. Aunque, hijo, nunca se sabe, si vienen mal dadas, aqu¨ª me tienes¡±.
P. ?Fue una liberaci¨®n o sinti¨® que le traicionaba?
R. Ambas cosas¡ Durante un tiempo, lo sent¨ª como una traici¨®n, pero despu¨¦s, no. Tuve que hacer muchas cosas para llegar hasta aqu¨ª. El m¨ªo ha sido un camino de m¨¦ritos, elecciones y oportunidades.
P. Para empezar: crecer en una pensi¨®n es toda una universidad de la vida.
R. Totalmente. Se llamaba pensi¨®n Extremadura. Muy buena: la m¨¢s notoria de Huelva y a buen precio. Con unas 40 habitaciones entre dos edificios. Mi padre cocinaba, de ah¨ª he heredado una pasi¨®n que no se me ha quitado. Yo le acompa?aba a la compra y aprend¨ªa. Pero todo eso conviv¨ªa ya con otra aspiraci¨®n. Incluso cuando fui form¨¢ndome en Madrid o trabajando en el Castellana Hilton (hoy Intercontinental) recitaba por lo bajini La vida es sue?o. Mi preparaci¨®n para la hosteler¨ªa me lleva a Fr¨¢ncfort: ah¨ª ya entonces decid¨ª mi camino y empieza la aventura del teatro. No se me quitaba de la cabeza.
P. Pero antes hab¨ªa pasado por Francia.
R. Hab¨ªa ido a parar en un restaurante que se llamaba La Mediterran¨¦e por recomendaci¨®n de Perico Chicote. Est¨¢ enfrente del Teatro del Od¨¦on: todav¨ªa existe. All¨ª com¨ªan casi a diario Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Jean-Louis Barrault¡ Empec¨¦ a acudir a aquellos espect¨¢culos y, claro, alucinaba. Ver a Barrault me conmovi¨®. Pero no se dio la posibilidad de estudiar all¨ª. En Fr¨¢ncfort, s¨ª.
P. Llega all¨ª en plena etapa del resurgir alem¨¢n tras la Segunda Guerra Mundial.
R. En una ¨¦poca de redenci¨®n para ellos y, lo que es m¨¢s importante, con voluntad de redimirse. Era una prioridad. Hab¨ªa tomado un gran empuje. Llegu¨¦ sabiendo preguntar por una calle, pero cuando me respond¨ªan no entend¨ªa. As¨ª que me procur¨¦ un amigo alem¨¢n. Para hablar. Exist¨ªa ese deseo de superar el pasado. Adem¨¢s, empleaban ese t¨¦rmino: superaci¨®n del pasado, no memoria hist¨®rica. Fui testigo y no se me ha olvidado. Supuso un grand¨ªsimo logro. No hab¨ªa medias tintas.
Yo me siento tambi¨¦n un patriota. Quiero a mi pa¨ªs. Me siento parte de ¨¦l. Como quien pertenece a una membres¨ªa. Con decencia, una palabra que englo?ba todo"
P. ?Es algo no acometido en Espa?a a conciencia?
R. Voy a ser muy cuidadoso.
P. ?Por qu¨¦? No lo sea.
R. Quiero serlo. Si existe un partido que ensalza logros de nuestro dictador es porque no se ha hecho adecuadamente ese proceso. Si supi¨¦ramos o conoci¨¦ramos sus hechos de veras, no se dar¨ªa el caso. Despu¨¦s, ese concepto de superaci¨®n de la memoria influy¨® en mis elecciones y algunos pasos en mi vida. Que si Aza?a, que si Unamuno. Venimos determinados por las circunstancias y cabe una an¨¦cdota.
P. ?Cu¨¢l?
R. El actual director de la Real Academia Espa?ola, Santiago Mu?oz Machado, me explic¨® que gran parte de sus trabajos los hab¨ªa hecho porque se sent¨ªa un patriota.
P. Palabra usurpada por la derecha que ahora empieza a reivindicar la izquierda.
R. ?Menos mal! ?l no tuvo ning¨²n problema en admitirlo pese a ser un concepto altamente contaminado por algunos, como sabemos. Yo me siento tambi¨¦n as¨ª. Quiero a mi pa¨ªs. Me siento parte de ¨¦l. Como quien pertenece a una membres¨ªa. Con decencia, una palabra que englo?ba todo. Como me ense?aron mis padres, muy buena gente, siempre dispuesta a ayudar. Honrados, previsores, eso¡, decentes.
P. Curioso que aquel muchacho, al salir de Espa?a, se tuvo que cruzar con la emigraci¨®n que abandonaba el pa¨ªs por hambre, por trabajo. Usted lo hizo con otro tipo de hambre. ?Not¨® la diferencia?
R. S¨ª, claro. Mi exilio fue cultural. Mi padre me hab¨ªa desaconsejado el camino acad¨¦mico, no le ve¨ªa sentido a la universidad. Al entrar en la escuela de arte dram¨¢tico de Bochum, me saqu¨¦ esa espina. All¨ª no solo nos ense?aban actuaci¨®n. Todo estaba imbricado en una formaci¨®n integral de arte, filosof¨ªa. Impresionaba much¨ªsimo.
P. ?C¨®mo se adapt¨®?
R. Me maravillaba todo: la sintaxis, la construcci¨®n del lenguaje. En Espa?a no se daba. Hoy quiz¨¢s m¨¢s, los estudios en ese sentido han mejorado. Sin embargo, para quienes se dedican al teatro se da una situaci¨®n tr¨¢gica.
P. ?Tr¨¢gica, dice? ?Cu¨¢l?
R. Tr¨¢gica, s¨ª. Yo aprend¨ª all¨ª que el teatro es el arte mediante el cual la lengua de un pa¨ªs se enuncia mejor, se emite, se siente mejor. Esto no ha penetrado en Espa?a.
P. ?Por qu¨¦?
?Se puede poner en cuesti¨®n el valor de lo p¨²blico con lo que estamos viviendo ahora? Cuando pase, la funci¨®n de la cultura ser¨¢ esencial como material para la reconstrucci¨®n"
R. Porque los responsables pol¨ªticos no entienden que el teatro sea eso. Aunque se nos llene la boca diciendo que el idioma es nuestro gran patrimonio, pese a que se haya dado por un gran azar hist¨®rico.
P. ?Se nos llena la boca pero no los bolsillos de las instituciones que deben velar por tal patrimonio?
R. Ah¨ª voy.
P. ?Todo un ejemplo de hipocres¨ªa?
R. Quiz¨¢s, desconocimiento o descuido. No creo que mala voluntad. Si tenemos en cuenta que la mayor¨ªa de la buena gente que se dedica a esto no llega a los 12.000 euros anuales¡ La geograf¨ªa est¨¢ sembrada de escuelas de arte dram¨¢tico regionales a las cuales acuden muchachos ilusionados y luego caen en el paro. El aparato administrativo no ha sido capaz de armar una red no solo para que ellos trabajen, sino para que, a trav¨¦s de su labor, la sociedad se enriquezca de un patrimonio formidable. Existe un desajuste tremendo entre el potencial, el talento y la realidad. Y no depende del PIB: con relaci¨®n a eso se pueden articular mejoras. ?Se puede poner en cuesti¨®n el valor de lo p¨²blico con lo que estamos viviendo ahora? Cuando pase, la funci¨®n de la cultura ser¨¢ esencial como material para la reconstrucci¨®n.
P. ?De acuerdo con eso podemos entonces afirmar que La Abad¨ªa ha sido un milagro?
R. S¨ª, lo es. En parte porque naci¨® como una instituci¨®n p¨²blico/privada. Yo hab¨ªa dirigido el Centro Dram¨¢tico Nacional y el Teatro Espa?ol y acept¨¦ el cargo con esa condici¨®n.
P. Fue clave. Aquel modelo luego cundi¨® y se aplic¨® a otras grandes instituciones culturales del Estado.
R. Ya exist¨ªa en ese sentido el Teatre Lliure en Barcelona. Adem¨¢s, la sociedad se volc¨® all¨ª a partir del trabajo que hicieron con el catal¨¢n. Eso logr¨® tambi¨¦n que consiguieran buenos fondos y un emplazamiento en ?Montju?c. Aqu¨ª fueron duros los comienzos, yo empec¨¦ sin sueldo. Construimos la sede en unos terrenos cedidos. El equipo se fund¨® con gente que trabajaba conmigo. Llegamos con la idea de hacer teatro de arte e impulsar el aprecio por nuestro idioma en la escena.
P. ?Por qu¨¦ lo dej¨®? ?Quer¨ªa o le invitaron a salir?
R. Tuve problemas con mis cuerdas vocales que afortunadamente ya super¨¦. Tambi¨¦n pens¨¦ que un cuarto de siglo era suficiente. Y pactamos mi salida. Lo que espero que no ocurra nunca es que se altere el estatus de nuestra independencia.
P. Bien, eso imagino que ha quedado atr¨¢s, pero si miramos hacia adelante, empezando por usted, ?va a saber dejar a sus sucesores hacer su trabajo o le entrar¨¢n tentaciones de inmiscuirse un poco?
R. Lo que deseo es que el legado no peligre. Que La Abad¨ªa no se convierta en un teatro m¨¢s y no caiga en algo complaciente.
P. La docencia no la dejar¨¢¡
R. Es algo que ning¨²n director debe olvidar: nuestra se?a de identidad. Buscar capacitar y dar el paso a otra gente, descubrir qui¨¦n tiene la semilla, el fuego, la avidez, la contextura para dedicarse a esto.
P. Dice que La Abad¨ªa no ha ca¨ªdo en una programaci¨®n complaciente. ?Dir¨ªa que la f¨®rmula ha sido ofrecer espect¨¢culos exigentes pero asequibles?
R. ?Asequibles¡?
P. No solo en un sentido econ¨®mico para el espectador, en un sentido art¨ªstico, exigente pero con la frescura y sin la solemnidad que aleja al p¨²blico de los teatros. Sin parafernalia. Con naturalidad.
R. Natural me parece que es la palabra. En el sentido de Lucrecio o Epicuro de escupir en el lujo. Discernir lo esencial de lo accesorio. Yo soy muy as¨ª. Hay algo que aprend¨ª de Peter Brook: en tiempos de expansi¨®n, concentraci¨®n.
P. Un ejemplo de ese estilo fue La Celestina que usted hizo travestido.
R. S¨ª, pero no fue buscado, no se basaba en la especulaci¨®n. Si lo hice fue, en parte, porque Celestina es andr¨®gina. Pero tambi¨¦n porque a esas mujeres las he conocido yo.
P. ?En la pensi¨®n?
R. O en el mercado, con el bolso que me puse apelaba a mis t¨ªas, que eran buena gente y no un bicho como el personaje de Fernando de Rojas. Ese mundo lo tengo muy en la memoria. Existe en Espa?a de norte a sur.
P. El repertorio que ha explorado usted busca una identidad europea en la que enmarca a los cl¨¢sicos espa?oles. ?Cree que no se los ha reivindicado suficientemente en ese contexto?
R. Ahora es m¨¢s que nunca imprescindible reivindicar esa identidad europea. En Espa?a tenemos a¨²n muchas asignaturas pendientes: la del respeto y el amor por nuestra lengua, la memoria hist¨®rica. Bucear en lo nuestro de manera cr¨ªtica es necesario para que lo que aportamos a Europa sea suficientemente decantado. Hay que trabajar much¨ªsimo sobre lo propio, pero es una prioridad reivindicarse eu?ropeos tal y como est¨¢ el mundo.
P. ?Elige usted los personajes seg¨²n una ¨¦tica o lo hace por capricho, simplemente?
R. Cualquier elecci¨®n revela un pensamiento. Es un tema fundamental. Tiene que ver con la ¨¦tica, aunque no voy a usar tanto esa palabra para explicarlo. Se abusa de ella. Para m¨ª no hay diferencia entre ser actor y hombre de teatro. Es lo mismo: tiene que ver con encontrar un lugar en el mundo. Yo era un muchacho inseguro. Necesitaba aprobaci¨®n. La fui recibiendo en el teatro, pero con el tiempo esa necesidad se torna en la exigencia de saber qui¨¦n eres. Es m¨¢s: c¨®mo hacerse a s¨ª mismo. Y entonces encuentras que el teatro es un trayecto de conocimiento: una odisea. Un camino de much¨ªsimos obst¨¢culos que no termina, algo que quiz¨¢s alcanzas a entender cuando te vas a morir. La elecci¨®n de personajes debe estar ligada a eso. ?Para qu¨¦ sirve? Para m¨ª, encontrarme con Unamuno a calz¨®n quitado me ha reportado unas ense?anzas que espero hayan traspasado al p¨²blico. Como me pasa con el Cid, ahora. Todo es leg¨ªtimo, cuidado. Incluso ganar dinero para divertir a la gente. Pero creo que el teatro no es solo entretenimiento. Es placer y deleite, pero no solo entretenimiento.
P. Ya. Expl¨ªqueme la diferencia.
R. El placer como forma de construirse. Y para dar herramientas al espectador a trav¨¦s de ello. Escog¨ª como lema de nuestra actividad el placer inteligente, algo que puede resultar pretencioso porque uno muchas veces no tiene posibilidad de elegir. Yo no s¨¦ por qu¨¦, pero la vida me ha permitido hacerlo, eso s¨ª, a cambio de muchas renuncias.
P. ?Se ha arrepentido de alguna de esas renuncias?
R. No¡ Por ejemplo, cuando gan¨¦ el premio en Cannes al mejor actor por Pascual Duarte. No fue ninguna tonter¨ªa. Compet¨ªa tambi¨¦n Taxi Driver aquel a?o, con Robert De Niro. Ten¨ªa encima de la mesa guiones de todas partes. Y aun as¨ª sent¨ªa que deb¨ªa mejorar. Decid¨ª apartarme y tomarme un a?o sab¨¢tico e ir a estudiar a Nueva York, al Lee Strasberg Theater Institute. ?Por qu¨¦? No s¨¦. Ten¨ªa varios guiones sobre la mesa. ?Hice bien? Creo que s¨ª. Aprend¨ª mucho y pude transmitir ese aprendizaje a otros. De haber seguido otro camino, qui¨¦n sabe, podr¨ªa haber ganado m¨¢s dinero, popularidad. Pero lo que hay de m¨¢s, yo creo, sobra. Por pura higiene y porque quedan muchos que no tienen.
P. El actor va cumpliendo a?os y perdiendo facultades. Usted tiene adem¨¢s un problema de o¨ªdo que entiendo dificulta su acci¨®n en escena. ?C¨®mo lo resuelve?
R. Como puedo¡ Las mermas y disminuciones nos llegan a todos. No nos hagamos ilusiones. Yo he frecuentado el taich¨ª, la meditaci¨®n. Me hace mucho bien. Si lo descuido, mi estructura se tambalea. Consigo vigor f¨ªsico y psicof¨ªsico en el escenario para estar menos afectado por el natural declive. No hay otra: empe?o, determinaci¨®n, voluntad. Aunque en mi vida han contado tambi¨¦n otros factores. Dir¨¢s que a estas alturas uno se puede sentir orgulloso de lo logrado. Pues en m¨ª, esa palabra, casi no cabe. Yo le debo mucho al azar, a los encuentros iluminadores con otras personas.
P. Pero tambi¨¦n influye la constante curiosidad y voluntad de aprendizaje. Ahora se ha metido usted en el castellano antiguo con el Cid, ?qu¨¦ aprende?
R. Aprendo de nuestras palabras tatarabuelas. Me sorprende aun. Lo que no esperaba se ha dado. El encuentro con la lengua, las expresiones sint¨¢cticas, la historia, un pasado del que solo se tienen barruntos, vahos, perfumes que llegan de muy lejos y te sobrecogen, la huella de todas las lenguas de nuestro pa¨ªs. Devolver eso al p¨²blico es un privilegio. En un momento en que lo identitario se vuelve algo cuestionable si no discernimos entre patriotismo y nacionalismo¡ Cuando uno ha vivido y amado otras culturas, relativizas el nacionalismo. Muchas virtudes profundas que identificamos con el ser espa?ol las encuentras a montones en otros pa¨ªses y de manera admirable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.