El privilegio de los confinados

Una tercera parte de la humanidad est¨¢ confinada. Casi 2.500 millones de personas se han encerrado en sus casas para evitar el contagio y 1.500 millones de ni?os y j¨®venes han abandonado moment¨¢neamente sus estudios. ?Qu¨¦ hacen los otros 5.000 millones de seres humanos?

M¨¢s informaci¨®n

Gaza bajo la amenaza de la pandemia global

Fortalecer los sistemas de salud m¨¢s vulnerables

Hay 2.200 millones que carecen de agua potable y 4.200 millones sin servicios de saneamiento. Son 1.600 millones los que habitan espacios insuficientes y precarios y, de estos, 1.000 millones malviven en cub¨ªculos improvisados o en la calle. Para ellos es imposible lavarse las manos y mantener la distancia social. No caben cuarentenas ni confinamientos en su caso. No hablemos ya de la protecci¨®n de guantes y mascarillas, de dif¨ªcil acceso en todas partes ante una demanda disparada.

Si caen enfermos, y muchos caer¨¢n, dif¨ªcilmente ser¨¢n atendidos, especialmente en las zonas rurales, donde la asistencia sanitaria, que alcanza al 20% de la poblaci¨®n urbana, solo llega a la mitad de quienes viven en el campo. Las carencias son ahora universales. Tambi¨¦n en pa¨ªses tan ricos como Estados Unidos faltan mascarillas, protecci¨®n para m¨¦dicos y enfermeros y sobre todo, los test, estas pruebas que la OMS considera indispensables para frenar la epidemia.

Los ¨²ltimos de la cola son los que no est¨¢n confinados, quiz¨¢s dos terceras partes de la humanidad, y tambi¨¦n ser¨¢n los ¨²ltimos en recibir medicamentos y vacunas, cuando existan. Son los que m¨¢s sufrir¨¢n y tambi¨¦n sus pa¨ªses, ahora con la epidemia y luego con sus efectos. Es un retroceso para todos, pero m¨¢s para los m¨¢s necesitados. De todo lo malo habr¨¢ m¨¢s: pobreza, desnutrici¨®n, precariedad habitacional, incluso desigualdad y violencia de g¨¦nero. Naciones Unidas ha se?alado que la poblaci¨®n infantil m¨¢s vulnerable comer¨¢ peor estos d¨ªas y se ver¨¢ sometida a malos tratos y matrimonios forzados.

Si hay clases entre los confinados, tambi¨¦n las hay entre los que no pueden ni siquiera confinarse. En el fondo del pozo, a merced de la enfermedad, est¨¢n quienes huyen de guerras y persecuciones. Los refugiados sirios se han hecho invisibles, pero siguen existiendo y ahora son todav¨ªa m¨¢s vulnerables. Tambi¨¦n les sucede a los rohiny¨¢s de Myanmar (antigua Birmania) o a los refugiados palestinos de Cisjordania y especialmente de Gaza, a las columnas de migrantes expulsadas de las ciudades en la India o a quienes se hallan atrapados y bajo las bombas en Afganist¨¢n, Yemen y Libia.

Tambi¨¦n hay inconfinables cerca de donde habitan los confinados: presos hacinados en c¨¢rceles, internos de los centros para extranjeros, enfermos mentales, ancianos solitarios y personas sin techo, que abundan en las ciudades del mundo m¨¢s desarrollado. Todos ellos son presa f¨¢cil y a la vez transmisores del virus.

No es una cuesti¨®n de solidaridad tan solo. La pandemia es global, como global ser¨¢ la crisis econ¨®mica que se nos viene encima y tambi¨¦n global y multilateral deber¨¢ ser la reacci¨®n si queremos encontrar pronto la salida.