El compromiso hist¨®rico espa?ol
Los Pactos de la Moncloa partieron del hecho de que ninguna ideolog¨ªa, ning¨²n partido pol¨ªtico, ten¨ªa las respuestas ni la fuerza suficiente para superar por s¨ª solo las dificultades
El 15 de junio del a?o 1977 tuvieron lugar las primeras elecciones democr¨¢ticas en Espa?a desde febrero de 1936. Un conglomerado de partidos llamado Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico (UCD), a cuyo frente estaba Adolfo Su¨¢rez, las gan¨® con una holgada mayor¨ªa: 166 diputados y 103 senadores. En todas las fuerzas pol¨ªticas en litigio predominaba la idea de que el m¨¢s urgente problema pol¨ªtico era la situaci¨®n econ¨®mica: Espa?a estaba en suspensi¨®n de pagos, el paro no hac¨ªa m¨¢s que aumentar y la inflaci¨®n rondaba en los meses centrales de 1977 el 30%. Se repet¨ªa la pesadilla de los a?os de la Segunda Rep¨²blica con la Gran Depresi¨®n: un cambio de r¨¦gimen (de la dictadura a la democracia) inmerso en una gigantesca crisis econ¨®mica. Uno de los hombres fuertes de Su¨¢rez, su vicepresidente econ¨®mico, Enrique Fuentes Quintana, dijo: ¡°La experiencia de 1931-1936 demuestra que una crisis econ¨®mica grave y no resuelta es un pasivo que complica, hasta hacerla imposible, la construcci¨®n de la democracia. Un pol¨ªtico espa?ol dijo en 1932: o los dem¨®cratas acaban con la crisis o la crisis acaba con la democracia¡±.
Su¨¢rez, y dos de sus hombres fuertes, Fuentes Quintana y Fernando Abril Martorell, entre otros, llegaron a la conclusi¨®n de que era imposible dome?ar los problemas econ¨®micos con sus solas fuerzas. Ya en el verano de 1976, en sus primeros contactos con los dirigentes del resto de los partidos pol¨ªticos (desde la derecha posfranquista de Alianza Popular hasta el Partido Comunista, incluyendo a los nacionalistas vascos y catalanes, y pasando por las diversas formaciones socialistas), el presidente de Gobierno se hab¨ªa referido a la imposibilidad de actuar eficazmente sin la existencia previa de un gran acuerdo de todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales.
En 1977 Espa?a estaba en suspensi¨®n de pagos, el paro no hac¨ªa m¨¢s que aumentar y la inflaci¨®n rondaba el 30%
?C¨®mo hab¨ªa llegado Espa?a a esta situaci¨®n de quiebra? La crisis internacional del a?o 1973 (primera crisis del petr¨®leo) se gest¨® en plena guerra del Yom Kippur entre los pa¨ªses ¨¢rabes y el Estado de Israel. En octubre de ese a?o, la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP), dominada por los primeros, orden¨® el embargo parcial de sus suministros de crudo y, como consecuencia, se produjo un alza general de los precios, que se multiplicaron por cuatro en tan solo unos meses. Pero la crisis no fue solo energ¨¦tica (o de materias primas, que tambi¨¦n incrementaron los precios), sino tambi¨¦n de ¨ªndole monetaria. El presidente republicano estadounidense, Richard Nixon, tom¨® una decisi¨®n revolucionaria: liquid¨® las normas vigentes del sistema monetario internacional, suspendi¨® la paridad entre el d¨®lar y el oro, y los tipos de cambio fijos. Es decir, acab¨® con lo que quedaba en pie del sistema de Bretton Woods, establecido al final de la Segunda Guerra Mundial.
El shock energ¨¦tico m¨¢s la crisis monetaria hicieron sonar las alarmas econ¨®micas de todos los pa¨ªses occidentales, que iniciaron un fuerte ajuste para superar la recesi¨®n. ?Todos los pa¨ªses occidentales? Todos menos Espa?a, ocupada en salir del tardofranquismo, sin el poder pol¨ªtico y la legitimidad para pedir sacrificios a sus ciudadanos, y sin autoridad para administrarlos. Durante muchos meses, nuestro pa¨ªs se caracteriz¨® por la falta de reacci¨®n a los problemas ex¨®genos que llegaban, a los que se a?ad¨ªan los propios de una gesti¨®n equivocada de ellos, lo que hizo a la crisis espa?ola m¨¢s aguda y hasta cierto punto ¡°diferencial¡± de la de los pa¨ªses de nuestro entorno.
Nada m¨¢s llegar a La Moncloa, el Gobierno de Su¨¢rez se puso a trabajar en un programa de saneamiento y reformas, que fue el origen de los Pactos de la Moncloa, en el entendido de que la prolongaci¨®n de las tendencias conducir¨ªa a una situaci¨®n de colapso econ¨®mico con grav¨ªsimas consecuencias pol¨ªticas.
Entre las medidas de saneamiento estaba una pol¨ªtica monetaria basada en el control de la cantidad de dinero en circulaci¨®n, una pol¨ªtica presupuestaria que redujese el crecimiento de los gastos p¨²blicos y orientara los gastos de inversi¨®n hacia una reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico, la fijaci¨®n de un tipo de cambio realista de la peseta, una pol¨ªtica de rentas basada en que los salarios se fijar¨ªan en funci¨®n de la inflaci¨®n prevista y no de la inflaci¨®n pasada, etc¨¦tera. Las reformas comprometidas fueron las de los Presupuestos Generales del Estado y del gasto p¨²blico para lograr la universalizaci¨®n del primero y el control del segundo; la reforma fiscal para que todo el mundo pagase impuestos; la de la administraci¨®n tributaria; la reforma del sistema financiero mediante la competencia, supervisando la liquidez y solvencia de los bancos y las cajas de ahorro; la reforma laboral con la elaboraci¨®n de un Estatuto de los Trabajadores; una leve alusi¨®n al marco de actuaci¨®n de las empresas p¨²blicas, etc¨¦tera.
Los acuerdos fueron eficaces en la correcci¨®n de los principales desequilibrios de la econom¨ªa espa?ola
A cambio de aceptar las medidas de saneamiento propuestas por el Gobierno de UCD, la oposici¨®n exigi¨® la incorporaci¨®n de ese ambicioso paquete de reformas. El 25 de octubre se signaron los Pactos de la Moncloa. Los firmantes fueron Adolfo Su¨¢rez, Felipe Gonz¨¢lez, Joan Revent¨®s, Josep Maria Triginer, Manuel Fraga Iribarne, Enrique Tierno Galv¨¢n, Juan Ajuriaguerra, Miquel Roca, Leopoldo Calvo Sotelo y Santiago Carrillo. En su pre¨¢mbulo se dec¨ªa que estos pactos ¡°recogen el fruto de una negociaci¨®n entre las fuerzas pol¨ªticas espa?olas, [estas] eran conscientes de que la grave situaci¨®n espa?ola requer¨ªa un esfuerzo com¨²n construido a base del m¨¢s aut¨¦ntico patriotismo. Exist¨ªa, por tanto, en la toma de conciencia de nuestra situaci¨®n esa coincidencia en anteponer los intereses comunes y de Estado a los intereses de partido¡±.
Le¨ªdos transversalmente se puede afirmar que los Pactos de la Moncloa, firmados en un momento excepcional, asum¨ªan dos principios b¨¢sicos: exigir de cada grupo social la asunci¨®n de sus responsabilidades frente a la crisis econ¨®mica, y que ninguna ideolog¨ªa, ning¨²n partido pol¨ªtico por s¨ª mismo contaba con las respuestas y con las fuerzas suficientes para imponerlas al resto de la sociedad y superar las dificultades; las respuestas exig¨ªan sacrificios compartidos de todos los grupos sociales.
Firmados en una coyuntura en la que en otros pa¨ªses de nuestro entorno administraban contratos sociales, los Pactos de la Moncloa doblan el pacto social (Gobierno, patronal y sindicatos) con un pacto pol¨ªtico (Gobierno y oposici¨®n). Ello fue as¨ª porque en el momento del acuerdo, la patronal (la Confederaci¨®n Espa?ola de Organizaciones Empresariales) apenas acababa de nacer, y las centrales sindicales (un mapa de siglas entre las que sobresal¨ªan las de Comisiones Obreras y UGT) emerg¨ªan de d¨¦cadas de silencio y represi¨®n y a¨²n no se conoc¨ªa su aut¨¦ntica representatividad.
Los Pactos de la Moncloa duraron poco, apenas un a?o, pero fueron eficaces en la correcci¨®n de los principales desequilibrios de la econom¨ªa espa?ola. Y sobre todo, crearon una moral ciudadana basada en que el acuerdo era mejor que el disenso y el ordeno y mando en tiempo de dificultades excepcionales, y lograron el tiempo necesario para llegar sin dificultades econ¨®micas insuperables a la firma de la Constituci¨®n en diciembre de 1978.
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