Grandes exploradores que tambi¨¦n estuvieron confinados (y sin Wifi ni Netflix)
Si estar unas semanas encerrado en casa con toda la artiller¨ªa de entretenimiento te parece duro imagina lo que soportaron aquellos aventureros que contribuyeron a ampliar los l¨ªmites del conocimiento
Siempre me sent¨ª atra¨ªdo por las ¨¦picas historias de los siglos de los grandes descubrimientos. Es verdad que aquellos hombres que se met¨ªan en un cascar¨®n no m¨¢s grande que el sal¨®n de tu casa y se lanzaban a navegar por mares inciertos sin saber ni lo que habr¨ªa m¨¢s all¨¢ ni c¨®mo volver¨ªan a casa lo hac¨ªan porque era lo que hab¨ªa, usaban la mejor tecnolog¨ªa del momento. Nadie a?ora lo que no conoce. O los que siglos m¨¢s tarde intentaron llegar a los polos y cartografiar las zonas m¨¢s fr¨ªas y remotas del planeta con ropas y equipos con los que ahora no dejar¨ªa usted salir a su hijo ni a una acampada con los scouts, eran hombres de su tiempo. Pero no por eso los admiro menos. Su esp¨ªritu de sacrificio les permiti¨® sobrevivir a confinamientos durante a?os y en situaciones tan extremas que ahora la cuarentena cuasi universal por la Covid-19 parece un juego de ni?os. Estos son cuatro de los casos de supervivencia en situaciones ag¨®nicas que m¨¢s me impactaron:?
Ernest Shackleton, dos a?os perdido en la Ant¨¢rtida
Ernest Henry Shackleton es el paradigma de explorador y aventurero ingl¨¦s de principios del siglo XX, audaz pero adem¨¢s bendecido por la suerte. Hab¨ªa estado ya dos veces en la Ant¨¢rtida: en 1901-1904 con la expedici¨®n del Discovery, comandada por Robert F. Scott, cuando junto al propio Scott y Edward Wilson alcanz¨® a pie los 82¡ã 17¡ä. Y en la expedici¨®n del Nimrod, cuando en 1909 ¨¦l y tres compa?eros lograron llegar a la latitud 88¡ã 23¡ä S, a solo 180 kil¨®metros del Polo Sur, el punto m¨¢s meridional jam¨¢s alcanzado por el hombre hasta ese momento. Cuando Roald Amundsen puso la bandera noruega sobre el Polo Sur en 1911, decidi¨® que a¨²n quedaba otro reto: cruza la Ant¨¢rtida de extremo a extremo pasando por ese Polo Sur. Consigui¨® fondos para montar la Expedici¨®n Imperial Transant¨¢rtica y con ella se present¨® de nuevo en el extremo sur del mundo en el verano austral de 1914/15 a bordo del Endurance. Pero el barco qued¨® atrapado en el hielo del mar de Weddell nada m¨¢s empezar la expedici¨®n. Pasaron 20 meses ¡ªdesde el 19 de enero de 1915, cuando el Endurance qued¨® inmovilizado en la banquisa, hasta el 30 de agosto de 1916, cuando se rescat¨® a los ¨²ltimos n¨¢ufragos en la isla Elefante¡ª atrapados en el hielo, con las temperaturas m¨¢s fr¨ªas del planeta, tormentas de fuerza inenarrable, meses de oscuridad total y sin posibilidad de ayuda exterior en uno de los episodios m¨¢s ¨¦picos de la ¨²ltima ¨¦poca de las exploraciones en el que Shackelton consigui¨® traer de vuelta vivos a todos los componentes de la expedici¨®n convirti¨¦ndose en un h¨¦roe nacional.
Fridtjof Nansen, el cient¨ªfico obstinado que se dej¨® atrapar tres a?os por el hielo
Uno de los personajes menos conocidos por el gran p¨²blico de la era de las exploraciones polares es Nansen. Quiz¨¢ porque sus viajes y su vida tuvieron m¨¢s que ver con la ciencia en may¨²sculas que con el show medi¨¢tico o la b¨²squeda de la fama. Sin embargo, Nansen es uno de los personajes m¨¢s importantes de la historia reciente de Noruega. Zo¨®logo y ocean¨®grafo, fue Premio Nobel de la Paz en 1922. En 1893, en plena carrera por el Polo Norte, Nansen se fij¨® en la deriva de restos de naufragios en el ?rtico para deducir que el casquete polar giraba en torno al eje del polo. E ide¨® el plan m¨¢s atrevido que nadie pudiera imaginar: mand¨® construir un barco con el casco redondeado y reforzado (el Fram, hoy en un museo de Oslo) para que al quedar aprisionado en los hielos estos no lo reventaran y con ¨¦l se dej¨® atrapar en septiembre de 1893 por los hielos del oc¨¦ano ?rtico. Intentaba que esa deriva de la banquisa lo llevara en su prisi¨®n de madera hasta al Polo Norte. El Fram estuvo ?tres a?os! atrapado en el hielo. ?Imaginan lo que supuso para esos hombres estar tres largu¨ªsimos a?os, con seis meses de luz y seis meses de noche total confinados en el reducido espacio de un barco de 39 metros de eslora? Eso era resistencia, y no lo de ahora. La historia es larga y fascinante, no cabe en este art¨ªculo. Pero para resumir: el hielo nunca aproxim¨® al Fram al eje del globo terr¨¢queo; Nansen y uno de los tripulantes, Fredrik Hjalmar Johansen, abandonaron el barco provistos de trineos, perros y v¨ªveres para intentar llegar a pie al Polo a¨²n a sabiendas de que nunca podr¨ªan regresar al barco; se hicieron important¨ªsimas comprobaciones cient¨ªficas durante esos tres a?os y al final todos, el Fram y su tripulaci¨®n por un lado y Nansen y Johansen, por otro, regresaron en el verano de 1896 sanos a salvos a Noruega, donde tambi¨¦n fueron recibidos como h¨¦roes.
Otto Nordenskj?ld, dos inviernos en la Ant¨¢rtida por el precio de uno
La Expedici¨®n Ant¨¢rtica Sueca de 1901/1904 lleg¨® a la Ant¨¢rtida a bordo del Antartic y capitaneada por el prestigioso ge¨®logo y explorador polar sueco Otto Nordenskj?ld. El plan era que el Antartic dejar¨ªa a Nordenskj?ld y su equipo en Cerro Nevado, una isla de la pen¨ªnsula ant¨¢rtica, donde montar¨ªan un campamento en el que bien equipados pasar¨ªan un a?o, con su terrible y oscuro invierno ant¨¢rtico, haciendo observaciones cient¨ªficas y explorando en trineo la regi¨®n. El Antartic volver¨ªa el a?o siguiente a por ellos. Pero cuando intent¨® hacerlo, en diciembre de 1902, el mar congelado le impidi¨® acercarse a la isla. Qued¨® varado a poca distancia de Cerro Nevado y el refugio de Nordenskj?ld por lo que el capit¨¢n Larsen decidi¨® enviar a tres hombres por la banquisa helada para avisarles y pedirles que fueran hasta el punto donde estaba atascado el Antartic. Pero les fue imposible, el hielo se abri¨® a sus pies, estuvieron a punto de morir y tuvieron que refugiarse en tierra firme y construir un precario refugio dispuestos a pasar un invierno ant¨¢rtico para el que no iban preparados. Para colmo de desgracias, pocos d¨ªas despu¨¦s, el Antartic, da?ado severamente por el hielo, se hundi¨® y el resto de la tripulaci¨®n a duras penas pudo llegar a la isla Paulet, donde construyeron otra caba?a de piedra (cuyos restos son a¨²n hoy visibles) en la que igualmente resguardarse del duro invierno que se avecinaba. Al final, toda la expedici¨®n estaba atrapada en la Ant¨¢rtida y en tres grupos separados. Sobrevivieron gracias a la caza de ping¨¹inos y a sus huevos. En la Ant¨¢rtida pod¨ªas morir de fr¨ªo, pero rara vez de hambre. En noviembre de 1903 lograron ser todos rescatados por la corbeta ARA Uruguay, mandada por el Gobierno argentino en su socorro. El ARA Uruguay existe a¨²n; se reconvirti¨® en barco museo y puede visitarse en Puerto Madero, Buenos Aires.
El tornaviaje de Filipinas
Las grandes gestas de navegaci¨®n del siglo XVI dejaron tambi¨¦n episodios de terribles confinamientos. Navegar a vela por mares desconocidos en aquellos tiempos era una heroicidad; se viajaba no tanto donde uno quer¨ªa sino donde te llevaban los vientos y las corrientes. La Corona castellana supo de las islas Filipinas y de la Especier¨ªa (como se llamaba a las Molucas) por el viaje de Magallanes y Elcano. Los pilotos castellanos pronto aprendieron que desde las costas del Pac¨ªfico de Nueva Espa?a (M¨¦xico) los vientos favorables y la corriente ecuatorial llevaban cualquier cosa que flotara hasta Filipinas. Y empezaron a mandar expediciones. Pero, una vez all¨ª ?c¨®mo se regresaba? Elcano regres¨® por el oeste, por el ?ndico hacia el sur de ?frica, es decir, siguiendo el mismo rumbo que tra¨ªa en su vuelta al mundo. Pero eso supon¨ªa meterse en territorio otorgado a Portugal seg¨²n el Tratado de Tordesillas, el ac¨¦rrimo enemigo naval de la Monarqu¨ªa Hisp¨¢nica, que no dudaba en abordar las naves y hacer prisioneros a sus ocupantes.
El problema, una vez en Filipinas, era encontrar vientos favorables para regresar a contracorriente, navegando hacia el este, para volver al puerto de Acapulco, desde donde hab¨ªan partido. Un total de cinco expediciones, desde la de G¨®mez de Espinosa en 1522 hasta la de fray Jer¨®nimo de Santisteban en 1547, fueron de Acapulco a Filipinas y no pudieron regresar. Sus tripulantes quedaron a?os y a?os confinados en islas remotas, a merced de los nativos, de los temporales y de los portugueses. Sin posibilidad alguna de salir de all¨ª y regresar a casa. Todos los intentos de rescate fracasaron hasta la llegada de la expedici¨®n de Miguel L¨®pez de Legazpi en 1564. Un a?o despu¨¦s, esos mismos barcos al mando de Andr¨¦s de Urdaneta lograron encontrar una ruta de vuelta a Nueva Espa?a. La clave estaba en subir hasta el paralelo 40? N, donde los vientos iban de oeste a este. A la ruta de Urdaneta se le conocer¨ªa como el tornaviaje y durante 250 a?os sirvi¨® para afianzar el poder y el comercio espa?ol en Filipinas gracias al famoso gale¨®n de Manila.
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