Necesitamos cooperaci¨®n a largo plazo
El aislamiento y la primac¨ªa del Estado nacional no han dado resultado. La colaboraci¨®n no es un imperativo moral, sino puro inter¨¦s propio
En caso de que en Suiza todav¨ªa quedase alg¨²n ¡°hombre de la calle¡±, como dice la expresi¨®n, y ese hombre (o esa mujer) no se encontrase en su casa aislado f¨ªsica, mental y socialmente, teletrabajando o, lo que es peor, en paro forzoso, si se le preguntase qu¨¦ espera de la Uni¨®n Europea en la crisis del coronavirus, la respuesta ser¨ªa una mirada de incomprensi¨®n o, simple y llanamente, un ¡°nada¡±.
El reflejo es comprensible. En una crisis, todos miran primero por s¨ª mismos, en Suiza tanto como en cualquier otro sitio. Sin embargo, cuando se trata de superarla m¨¢s all¨¢ de lo inmediato, no hay mayor error que adoptar la estrategia del erizo.
En las pr¨®ximas semanas y meses, la cooperaci¨®n con otros pa¨ªses ser¨¢ la clave para salir de esta situaci¨®n. Y, por supuesto, una parte fundamental de ese extranjero con el que nosotros, los suizos, tenemos que colaborar es la Uni¨®n Europea.
Sin embargo, en la crisis del coronavirus se dir¨ªa que, de momento, los Estados miembros de la Uni¨®n est¨¢n haciendo todo lo posible por minar precisamente esta idea. Que Francia y Alemania parasen el env¨ªo de suministros m¨¦dicos a Suiza fue un desastre. Nuestro pa¨ªs tom¨® nota inmediatamente de que en la ¡°Uni¨®n cada vez m¨¢s estrechamente unida¡± se pens¨® primero en uno mismo y en las propias fronteras. Con ello se confirmaron los prejuicios largo tiempo albergados. Acto seguido, se suspendi¨® en gran medida la libre circulaci¨®n de personas y se limit¨® la de mercanc¨ªas. Fueron reacciones de p¨¢nico que no contribuyeron en nada a frenar la propagaci¨®n del virus ni a llevar la ayuda all¨ª donde se necesita con m¨¢s urgencia.
El da?o, en cambio, es enorme. La ya d¨¦bil confianza en poder resolver tambi¨¦n los grandes problemas conjuntamente con la Uni¨®n Europea ha sufrido una sacudida de la que no se recuperar¨¢ f¨¢cilmente. Tras los hechos consumados con precipitaci¨®n, las palabras no pod¨ªan devolver la tranquilidad de la noche a la ma?ana.
En una columna para el Tages Anzeiger, el embajador de la Uni¨®n Europea en Suiza insist¨ªa en que Europa superar¨¢ tambi¨¦n este reto con unidad y haciendo causa com¨²n. Las reacciones p¨²blicas a sus palabras fueron en su mayor parte negativas.
Es verdad que, entretanto, muchas cosas han mejorado. Las mercanc¨ªas vuelven a circular por Europa y las mascarillas han llegado a Suiza. El personal sanitario italiano, tan necesario, al menos en la regi¨®n de Lombard¨ªa, se desplaza al otro lado de la frontera para que puedan seguir funcionando los sobrecargados hospitales del sur de Suiza. Y viceversa, los hospitales fronterizos suizos han admitido casos graves de coronavirus procedentes de Alsacia. Al p¨¢nico le sigue el pragmatismo.
No es ni mucho menos seguro que esto no vaya a cambiar. Los epidemi¨®logos prev¨¦n que el pico de la crisis no se producir¨¢ hasta las pr¨®ximas semanas. Las im¨¢genes de los hospitales y los crematorios abarrotados del norte de Italia y de Madrid dejan profunda huella. No se puede descartar que esta situaci¨®n se d¨¦ en Z¨²rich, M¨²nich, Bruselas o Varsovia.
En ese caso, los nobles llamamientos a la solidaridad internacional no servir¨¢n de mucho. El reflejo de confiar solo en uno mismo es poderoso. Y a pesar de ello, o precisamente por ello, mirar m¨¢s all¨¢ de las propias narices no puede ser perjudicial. Entonces se ver¨ªa que la colaboraci¨®n no es ni un fin en s¨ª misma ni un imperativo moral, sino que va en puro inter¨¦s propio.
En Europa hay indicios de que las pol¨ªticas y los pol¨ªticos se han dado cuenta de ello. En un programa de la UE para adquirir cuanto antes los tan necesitados respiradores por valor de 50 millones de euros participan tambi¨¦n empresas suizas; la imposici¨®n de barreras a la exportaci¨®n de aparatos m¨¦dicos suizos a territorio de la Uni¨®n se ha aplazado, y esta est¨¢ inyectando miles de millones a la econom¨ªa para que la propia industria no colapse. Esto beneficia a sus socios comerciales suizos, de la misma manera que es beneficioso para ella que el Gobierno helv¨¦tico preste ayuda urgente a las empresas suministradoras.
Tanto en la crisis financiera como en la del euro y la de los refugiados, los esc¨¦pticos o¨ªan doblar las campanas por la Uni¨®n. Y lo mismo est¨¢ ocurriendo en la crisis del coronavirus. Esta vez podr¨ªan tener raz¨®n, pero solo si el impulso natural al aislamiento, m¨¢s elegantemente denominado ¡°primac¨ªa del Estado nacional¡±, se impone a la cooperaci¨®n a largo plazo, pragm¨¢tica e indudablemente beneficiosa para uno mismo.
Edgar Schuler es director de la Secci¨®n de Opini¨®n del diario Tages Anzeiger de Z¨²rich.
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