Aquel d¨ªa
El atentado del 11-S y esta tragedia actual han tenido similitudes, pero hay entre ambas una diferencia capital, la que contrapone la plaga fortuita a la deliberada matanza
Somos muchos en recordar c¨®mo empez¨® aquel d¨ªa, y lo que cada uno hizo a continuaci¨®n o ten¨ªa previsto llevar a cabo, seg¨²n la parte del mundo adonde nos llegase la noticia de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001. Nadie que lo viera en tiempo real aquel d¨ªa ha olvidado el impacto del segundo avi¨®n, las torres humeantes, las mujeres y hombres lanz¨¢ndose al vac¨ªo para no abrasarse; el dolor de la muerte repentina de 3.000 personas contenido en las pocas horas de una suave ma?ana americana. La sensaci¨®n de espanto fue superior as¨ª, aquel d¨ªa, a la que sentimos en la primera fase de expansi¨®n de algo ajeno y todav¨ªa sin definir; algo que pod¨ªa matar pero con ribetes ex¨®ticos y pintorescos: un mercadillo oriental, unos animalitos con rara cara de buenos, el extra?o nombre que pronto se le dio al mal, entre lo novelesco (el virus corona, ni m¨¢s ni menos) y lo aeroespacial (la Covid-19). El atentado del 11/9 inici¨® un dispositivo terrorista que afect¨® a Espa?a pronto y se extendi¨® sin cesar por muchos pa¨ªses, con distintos programas de venganza religiosa. Desde el comienzo, aquella y esta tragedia actual han tenido similitudes: el conteo variable de sus v¨ªctimas, los relatos falsos nacidos del inter¨¦s pol¨ªtico o el provecho econ¨®mico. Pero hay entre ambas una diferencia capital, la que contrapone la plaga fortuita a la deliberada matanza con ¡°garant¨ªa de significado¡±, como la llama Roberto Calasso escribiendo sobre el yihadismo en su libro La actualidad innombrable.
No ser¨¢ f¨¢cil que haya un d¨ªa preciso ni una sola imagen, en nuestro recuerdo futuro de supervivientes, para se?alar el fin de esta pandemia. Su insignificante casualidad, su inconsciencia carente de odio no alivian la hecatombe, pero le quitan la voluntad de hacer da?o. La bacteria no sigue doctrinas. De ah¨ª la esperanza de que el bien de la ciencia la neutralice. Su final ser¨¢ nuestro principio.
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