Ni m¨¢s fuertes, ni m¨¢s unidos, ni mejores
De momento la ¨²nica certeza matem¨¢tica es que a la calle, cuando salgamos, saldremos menos
De vez en cuando escribo en Google News ¡°saldremos m¨¢s fuertes¡± para intentar saber por qu¨¦. No encuentro m¨¢s argumentos que los puramente homeop¨¢ticos. Y, como la homeopat¨ªa y como la religi¨®n, entiendo que la oraci¨®n funciona para sentirse mejor, y no estamos para tirar nada. Todo lo que ayude, aunque s¨®lo parezca que ayude, est¨¢ bien. De momento la ¨²nica certeza matem¨¢tica es que a la calle, cuando salgamos, saldremos menos. Tambi¨¦n es seguro que viviremos peor, que habr¨¢ m¨¢s paro, que tendremos que convivir con una nueva y violenta brecha pol¨ªtica y que, bas¨¢ndonos en anteriores experiencias, las desigualdades sociales se incrementar¨¢n. ?Se refiere la frase a que seremos mejores personas, nos ayudaremos m¨¢s los unos a los otros, tendremos m¨¢s empat¨ªa por los dem¨¢s? Eso ya lo ¨¦ramos antes, pero ahora lo seremos m¨¢s d¨¦biles. Fuertes, desde luego, no.
Ortega llam¨® a este pa¨ªs ¡°sugestivo proyecto de vida en com¨²n¡±, una definici¨®n asombrosa de la que Juan Pedro Qui?onero subray¨® ¡°proyecto¡±, o sea algo todav¨ªa por construir, y La¨ªn Entralgo la ¡°sugesti¨®n¡± de una vinculaci¨®n hist¨®rica entre todos que definitivamente no se encuentra. Para entender la dificultad del reto orteguiano hay que hacer notar que el ¨²nico momento en que nuestra generaci¨®n vio un ¡°sugestivo proyecto de vida en com¨²n¡± fue un Mundial de f¨²tbol, para lo cual hubo que pasar de cuartos de final. Las ¨²ltimas grandes tragedias nacionales, los muertos de ETA, del 11-M y ahora la pandemia no s¨®lo no han servido nunca para unir nada, si acaso las pocas horas de unas manifestaciones (no todas), o el espejismo del esp¨ªritu de Ermua, sino que se han usado para, una vez dinamitados los cuerpos, dinamitar la convivencia mediante facturas escandalosas. Ni la corrupci¨®n, el hecho juzgado y sentenciado de un grupo de ladrones actuando, nos ha hecho m¨¢s fuertes, m¨¢s unidos y mejores, sino m¨¢s pobres y divididos entre quienes creen que hay atracos malos y menos malos.
Y sin embargo hay esperanza. El primer d¨ªa del confinamiento muchos de nosotros, los que no est¨¢bamos muriendo y curando, reaccionamos desde nuestras casas apelando al esp¨ªritu de resistencia, colgando poemas y textos ¨¦picos, escribiendo a todo el mundo para desearnos fuerza y valor en este terrible contratiempo hist¨®rico mientras se nos ca¨ªan las l¨¢grimas pensando en el grave sacrificio que exig¨ªa la naci¨®n: un s¨¢bado sin salir. Parec¨ªa que llev¨¢bamos dos meses en el gueto de Varsovia. No tengo ninguna duda de que una generaci¨®n as¨ª volver¨¢ a disfrutar como disfrutaba antes, a relacionarse como se relacionaba antes y retomar¨¢ el mundo que se qued¨® interrumpido hace un mes. Lo bueno de estos d¨ªas desaparecer¨¢ y lo malo permanecer¨¢, como siempre ocurre, pero se conseguir¨¢ la manera desgraciada y precaria de hacerlo llevadero. Pol¨ªticamente no vamos a aprender nada y casi mejor as¨ª, porque cada vez que aprendemos algo encontramos la manera de usarlo al rev¨¦s. Bien es verdad que cuando mejor le va a este pa¨ªs es cuando los votantes de los partidos encuentran por su cuenta los espacios en com¨²n que se afanan en aniquilar sus representantes, como est¨¢ ocurriendo ahora.
No, no vamos a salir m¨¢s fuertes de una pandemia a la que llegamos tan d¨¦biles. Es como pretender salir seco de un tsunami que te pilla en la ducha. Pero algo de optimismo tengo, porque si bien Espa?a es un pa¨ªs peligroso cuando entiende la "uni¨®n" como juntar filas a un lado y el contrario del r¨ªo, tentado festivamente a que la ¨²nica convivencia posible sea la de una mitad aplastando a otra, la misma Espa?a, a las ocho de la tarde, lo desmiente.
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