Sin condiciones
El paquete reactivador, que a¨²n encalla a la UE, debe rechazar toda austeridad
La interrupci¨®n del Eurogrupo, tras una abrupta noche de tensiones, es una mala noticia. Evidencia los obst¨¢culos gubernamentales a los que se enfrenta la Uni¨®n Europea. Incluso cuando se trata, como ahora, de dise?ar un ambicioso conjunto de medidas para afrontar una terrible crisis econ¨®mica. Sin embargo, resulta positivo que las diferencias se ventilen con claridad, sin recurrir al socorrido truco de un lenguaje diplom¨¢tico vac¨ªo que enmascare la disensi¨®n. El paquete de medidas es prometedor: medio bill¨®n de euros repartidos entre apoyos a los Gobiernos del Mecanismo de Estabilidad (240.000 millones), cr¨¦ditos a empresas del Banco Europeo de Inversiones (200.000) y Fondo de Reaseguro del desempleo para los trabajadores (100.000) no es algo de menor cuant¨ªa para atender urgencias.
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Sobre todo si al fin se acompa?a de la voluntad expresa de ultimar un fondo para la reactivaci¨®n, lo que algunos, de la OCDE a Espa?a, bautizaron como nuevo plan Marshall, y que deber¨ªa financiarse con eurobonos, coronabonos o cualquier otro instrumento v¨¢lido de endeudamiento mancomunado: valiente en su alcance y prudente en su arquitectura para facilitar su aceptaci¨®n.
Y adem¨¢s, este paquete est¨¢ cogiendo tracci¨®n, al ampliar su consenso inicial, a lo que empuja tambi¨¦n, desigualmente, el eje Par¨ªs-Berl¨ªn. Para convencer al pa¨ªs m¨¢s atribulado, perjudicado por la inicial indiferencia europea a su tr¨¢gica afectaci¨®n por el virus y pol¨ªticamente m¨¢s vulnerable, Italia, se necesita extrema claridad sobre un elemento clave: los apoyos, ayudas, avales y reaseguros de este concreto paquete deben despacharse sin condiciones. Esto no es un rescate individual como en la Gran Recesi¨®n. No ha lugar a requisitos de reformas estructurales ni de recortes presupuestarios, menos a¨²n de un desmoche del Estado del bienestar, que sarc¨¢sticamente mellar¨ªa... los sistemas sanitarios de los 27.
La crisis es sim¨¦trica, pues afecta a todos los socios, se ver¨¢ si con intensidades asim¨¦tricas. Pero si nadie duda de ello, es obvio que los m¨¢s indemnes de hoy pueden ser los m¨¢s da?ados ma?ana. Por supuesto, en lo sanitario. Y en lo econ¨®mico: si pa¨ªses compradores quebrasen arrastrar¨ªan a los vendedores, y as¨ª, todo en cadena.
Por ello, condicionar los apoyos es est¨²pido. Alg¨²n contribuyente neto como Holanda se empecina en exigir rigor fiscal ¡ªausteridad¡ª a los dem¨¢s, pretendiendo que a los sure?os les traen al pairo deudas o d¨¦ficits abultados. Adem¨¢s de una tonter¨ªa es una falsedad. Todos los pa¨ªses de la eurozona cumplen el techo del d¨¦ficit del 3% del PIB del Pacto de Estabilidad (salvo, transitoriamente, Chipre), y el total exhibe una l¨ªnea declinante en deuda.
Al contrario, quien viola sa?udamente la normativa europea de un m¨¢ximo del 6% de super¨¢vit por cuenta corriente es Holanda (10,8%): sus exportaciones al Sur y su involucraci¨®n en la inmoral evasi¨®n fiscal de grandes multinacionales ¡ªentre otros factores¡ª lo alimentan. Al coste de inhibir el crecimiento de los vecinos, pues atesora mucho m¨¢s de lo que invierte. Quien denuncia pajas en el ojo ajeno, que oculte mejor las vigas del propio.
Y si se escuda en el euroescepticismo de su Parlamento, mejor reflexione qu¨¦ le reportar¨ªa la fractura y quiebra de la UE: a su tr¨¢nsito portuario, a su industria tecnol¨®gica, a su banca electr¨®nica, a su legi¨®n de servicios dedicados al lucrativo e insolidario negocio de intermediaci¨®n de los para¨ªsos fiscales. Lecciones ¨¦ticas, las justas.
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