La vida despu¨¦s de la muerte
Construir de nuevo cuando todo se ha derrumbado. La necesidad del duelo
La tragedia del coronavirus, la de la muerte, ha golpeado a much¨ªsimas personas. La conmoci¨®n es generalizada, pero el trabajo para salir de esta es individual.
La tasa de mortalidad del coronavirus es diez veces m¨¢s alta que la de la gripe. Todos tenemos m¨¢s o menos cerca un mazazo personal. Un amigo, nuestra pareja o nuestros progenitores. Una tragedia terrible que nadie esperaba. La virulencia del azote, como dicen algunos psic¨®logos, viene ahora. Porque se construye sobre edificios completamente destrozados. Esa es la sensaci¨®n de Josefina. Remigio, su esposo fue ingresado la primera semana del confinamiento. Tras siete d¨ªas enganchado a un respirador y de intentarlo, Juan falleci¨® en el hospital de Torrec¨¢rdenas de Almer¨ªa.
La primera sensaci¨®n de la hija de Josefina fue que su madre se morir¨¢ de la pena, que no lo superar¨¢ y que jam¨¢s podr¨¢ rehacer su vida aunque a¨²n le quede mucho por vivir: "Nadie puede imaginarse a mi madre sin mi padre. Ni siquiera ven¨ªa a mi casa, en Granada, si no era con ¨¦l. Pero mi madre es fabulosa; no creo que debiera quedarse sola. No tengo ni idea de c¨®mo vamos a gestionar todo esto". Aunque no es consciente, Alicia, la hija de Josefina y Remigio ha dado con la palabra m¨¢gica: gestionar. Porque ante el acontecimiento de la muerte, solo aspiramos a manejar y superar el dolor que provoca.
Recuperar las ganas de vivir con todo lo que eso conlleva
Laura Rojas Marcos, doctora en psicolog¨ªa cl¨ªnica y salud, eval¨²a las consecuencias del duelo al que nos enfrentamos con el coronavirus: "Perder a la pareja en estas circunstancias tan excepcionales hace que el duelo se viva de otra manera. M¨¢s lento, diferente de lo habitual y a¨²n m¨¢s doloroso al no poder despedirnos de los enfermos". En muchos casos, la pareja se contagia y uno de los dos fallece mientras el otro a¨²n se recupera: "Es una situaci¨®n diferente", prosigue Laura, "El duelo se vive de una manera m¨¢s lenta y m¨¢s dolorosa al no poder despedirte y reunirte con la familia y amigos en persona para tratar de canalizar todo este dolor. Para estas personas ser¨¢ primordial que puedan estar en contacto con sus familias por otros medios, tel¨¦fono o videoconferencia. SI no podemos abrazarnos, mirarnos a los ojos ni acompa?arnos f¨ªsicamente, debemos compartir y hablar por el medio que sea. El abrazo llegar¨¢ tarde, pero lo importante es sentirlo y que se grabe en la memoria emocional. Recrearlo. Proporcionarlo del modo que sea posible".
Josefina, la hija, se enfrenta a su propio duelo y al de su madre. La carga emocional se duplica por la obligaci¨®n de querer lo mejor para ella. El trabajo de reconstrucci¨®n por la p¨¦rdida del padre ser¨ªa parecido en ambas, pero la hija, se siente responsable de que su madre lo supere: "Cada persona vive el duelo de una forma diferente, pero todos necesitamos sentirnos queridos por nuestros amigos y familia durante el proceso. Cada uno tenemos un ritmo de recuperaci¨®n y lo m¨¢s importante es conocerse y dejarse sentir con amabilidad sin hacer juicios de valor", describe Rojas Marcos. Dejarse sentir. Buen verbo que deber¨ªamos aprender a conjugar.
La virulencia del coronavirus y su rapidez ha hecho que pocos estuvieran preparados para los acontecimientos. Para Zoraida Granados, psic¨®loga, esto "es m¨¢s llevadero si hay posibilidad de despedirse, reconforta m¨¢s dedicarnos unas ¨²ltimas palabras de agradecimiento. Dato curioso: el agradecimiento es, junto al enamoramiento, la emoci¨®n que mayor n¨²mero de endorfinas genera. Las reuniones familiares act¨²an como b¨¢lsamo protector. El duelo no es menor, sino que se permite la liberaci¨®n emocional de forma acompa?ada. Y eso lo facilita".
?Volver a enamorarse? Personal e intransferible
Volver a tener relaciones y encuentros depender¨¢ de cada uno. "Es beneficioso la compa?¨ªa, s¨ª. Pero siempre que sea por elecci¨®n personal e individual", explica Zoraida Granados. No puede ser una respuesta social y, a veces, se convierte en eso. Un hombre mayor que se queda viudo y lo que necesita es que lo cuiden, le laven la ropa, le den de comer, y sus hijos se preocupan de intentar que rehaga su vida. Y una mujer mayor viuda que responde que no desea a ning¨²n hombre, pero puede ser, tambi¨¦n, porque no quiere cuidar de otra persona. No quiere complicarse la vida. No es un reproche, es una realidad.
Es m¨¢s que probable que cualquiera de los que lean estas l¨ªneas hayan perdido a alguien importante en sus vidas. Solo puedo desearles que el duelo sea llevadero. La situaci¨®n no lo favorece y el sufrimiento es de los peores sentimientos.? As¨ª que, intent¨¦moslo. Salgamos de esta reconstruy¨¦ndonos.
Cu¨ªdense mucho, por favor.
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