C¨®mo afrontar la muerte de tu pareja
El proceso del duelo ayuda a normalizar la p¨¦rdida de un ser querido, pero cuando no se supera con normalidad puede enquistarse generando una patolog¨ªa
"La primera noche despu¨¦s de que muriera Manolo uno de mis hijos se quiso quedar a dormir conmigo, pero le dije: "No, porque no va a cambiar nada, pap¨¢ ya no est¨¢ y va a ser as¨ª hoy ma?ana y pasado". As¨ª recuerda Marisol Lomba, de 79 a?os, la primera noche que pas¨® separada de su marido. Han pasado ya tres a?os de aquel momento y para ella la ausencia de Manolo sigue siendo una constante dif¨ªcil de ignorar.?
Al igual que Lomba en Espa?a hay dos millones y medio de viudos mayores de 60 a?os, seg¨²n el INE. Con la muerte de un ser querido tan cercano comienza el duelo, un proceso psicol¨®gico mediante el cual se supera este tipo de p¨¦rdidas. "Tenemos que pensar en el duelo como un proceso activo, por lo que pasa una persona hasta que es capaz de recolocar al fallecido en una vida que continua sin ¨¦l", explica Virginia Barriomontero, psicogeront¨®loga y psic¨®loga de la plataforma Cuidado Mayor.
"Fueron 57 a?os juntos", rememora Lomba, "tres de novios y 54 de casados. As¨ª que ya me dir¨¢s, es muy dif¨ªcil seguir adelante. Cuando un matrimonio es bien llevado es una angustia de golpe verte sola", comenta sentada en el comedor de su casa de la localidad coru?esa de Noia. Sin embargo, y a pesar de la tristeza l¨®gica por la p¨¦rdida, Lomba supo que ten¨ªa que no pod¨ªa quedarse anclada en el pasado y acostumbrarse a su nueva vida sin el que hab¨ªa sido su compa?ero desde hace tantos a?os. "Es lo que hay, y hay que tener paciencia. Yo procuro hacer mi vida de siempre, ir a tomar el caf¨¦ con mis amigas, salir a caminar y entretenerme haciendo manualidades que me gustan mucho".?
Para Barriomontero la socializaci¨®n despu¨¦s de una p¨¦rdida de este tipo es uno de los puntos fundamentales para superar el duelo de manera correcta y evitar que este proceso se convierta en una patolog¨ªa. "Volver a casa y retomar la riendas de la vida es la mejor manera de avanzar en estos casos", a lo que a?ade que normalmente las mujeres tienen m¨¢s recursos para tirar hacia adelante,?ya que son las primeras que se apuntan a actividades fuera de casa para adquirir nuevas rutinas en las que invertir el tiempo. "Es m¨¢s f¨¢cil que el dolor por la p¨¦rdida se cronifique cuando hablamos de personas que no tienen familia o lazos sociales en los que apoyarse", apunta.?
A pesar de que la familia puede ser una ayuda a la hora de superar el duelo, un exceso de protecci¨®n por su parte puede generar el efecto contrario. "Se da una situaci¨®n muy curiosa en algunas familias, cuando fallece uno de los abuelos el otro se convierte en abuelo golondrina. Este concepto se asocia con una persona mayor que a lo largo del a?o vive unas semanas o meses con un hijo y pasado ese tiempo lo trasladan a casa de otro de los hijos. Y as¨ª constantemente". Para Barriomontero esta situaci¨®n es muy perjudicial porque el anciano se ve obligado a superar dos duelos: uno por la pareja fallecida y otro por la p¨¦rdida de su casa y su circulo social.
"A veces por la noche me quedo mirando para la puerta y pienso: '?Ah! Manolo tiene que estar llegando para cenar", confiesa Marisol Lomba, de 79 a?os
Por suerte, esta no es la situaci¨®n de Lomba. Ella no ha perdido su independencia, aunque reconoce que sus hijos est¨¢n muy pendientes. "Seguimos manteniendo tradiciones como comer juntos un d¨ªa a la semana. Adem¨¢s, mi hijo mayor se preocupa mucho por m¨ª, me llama todas las noches desde que muri¨® su padre. Yo creo que es porque como es el mayor siente que tiene que preocuparse m¨¢s por m¨ª".?
Sin embargo, Lomba confiesa que aunque lo lleva bien, hay d¨ªas en los que la costumbre de tantos a?os de convivencia se impone a la realidad y se reconoce esperando a que Manolo entre por la puerta de casa cuando dan las diez de la noche. "A veces por la noche me quedo mirando para la puerta y pienso: '?Ah! Manolo tiene que estar llegando para cenar".?
A pesar de que esta clase de pensamientos no tiene porqu¨¦ significar una cronificaci¨®n del duelo, resistirse a abandonar algunas rutinas o a deshacerse de efectos personales del fallecido s¨ª que pueden ser s¨ªntomas de un duelo patol¨®gico. "Hay personas que se niegan, por ejemplo, a tirar la ropa del difunto porque piensan que as¨ª van a olvidarlo y sienten que lo est¨¢n traicionando. Pero hay que dejarles claro que no es as¨ª, que para poder avanzar debe de darle al finado su espacio, su nuevo lugar y que eso no significa no acordarse m¨¢s de ¨¦l", aclara Barriomontero.?
La importancia del funeral
El ¨²ltimo adi¨®s al ser querido que acaba de fallecer es uno de los primeros pasos que hay que dar para una correcta gesti¨®n de la p¨¦rdida. "El sepelio es la manera que tenemos de despedirnos y de ser conscientes de que la persona ya no est¨¢, y no va a volver", comenta Barriomontero. Sin embargo, hay personas que no quieren asistir a estas ceremonias.?Un paso que, para la experta, no significa ¡ªa priori¡ª?que no vayan a ser capaces de superar la p¨¦rdida. "Normalmente, si el c¨®nyuge no quiere asistir al entierro puede ser porque aun est¨¦ en la etapa de shock o de negaci¨®n de la muerte. A esas personas hay que darles tiempo para que asimilen lo que ha pasado. Lo preocupante ser¨ªa que, pasados unos meses siguieran negando esa muerte y no quieran, por ejemplo, ir al cementerio".?
Cuando la muerte del ser querido es un alivio
Cuando el ser querido fallece despu¨¦s de una larga enfermedad que le ha causado sufrimiento el sentimiento que puede predominar, tanto en el c¨®nyuge como en el resto de la familia, es el alivio.
"En estos casos lo m¨¢s importante es normalizar lo que se siente", explica Barriomontero. "Muchas personas piensan que estar aliviados porque esa persona ha fallecido y ya no sufre es como un traici¨®n, piensan que tienen que estar muy afligidos y se sienten culpables". En estos casos, explica, es fundamental entender que es "algo normal" y comprender que el duelo es un proceso duradero, y que los "sentimientos variar¨¢n" seg¨²n avancen hacia la normalizaci¨®n de la p¨¦rdida.
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