Los edificios ¡®number one¡¯, las atalayas m¨¢s exclusivas
Proliferan las construcciones firmadas por arquitectos muy premiados que consiguen el primer n¨²mero de una calle muy famosa del mundo; ocupar el n¨²mero uno no es lo ¨²nico que tienen en com¨²n estos proyectos
"Number One London" era todo lo que deb¨ªan anotar en el sobre quienes quer¨ªan escribir a Arthur Wellesley, el primer duque de Wellington, para que la carta llegase hasta Apsely House?en Hyde Park corner. All¨ª, la mansi¨®n de finales del siglo XVII es hoy el Museo Wellington y el noveno duque convive con las visitas que llegan para conocer su casa y su colecci¨®n de arte en el 149 de la calle Piccadilly, que es la direcci¨®n real.
No muy lejos de all¨ª, frente al mismo parque y ya en el barrio de Knightsbridge, el premio Pritzker Richard Rogers, que desarroll¨® las claves para la recuperaci¨®n social de la orilla sur del T¨¢mesis, firm¨®, hace una d¨¦cada, un grupo de viviendas que se consideraron las m¨¢s caras del mundo. Lo siguen siendo, uno de los pocos pisos vac¨ªos se anunci¨® el a?o pasado como el m¨¢s caro a la venta en la ciudad. La revista Vanity Fair calcul¨® que los precios (11.000 d¨®lares el metro cuadrado, 9.342 euros)?triplicaban lo que se sol¨ªa pagar por un piso de lujo en la misma zona. Tambi¨¦n investig¨® que de los propietarios, un 64% eran empresas. El resto, oligarcas: los grandes ricos del mundo.
Christian y Nick Candy compraron su piso en 2010 (cuando el edificio no estaba terminado) por 216 millones de d¨®lares). ?Sus vecinos? El promotor ruso Vladislav Dornin, la cantante Kylie Minogue, el oligarca ucraniano Rinat Akhmetov o el hombre m¨¢s rico de Kazajist¨¢n, Vladimir Kim. La misma revista hablaba de medidas de seguridad extremas con cristales blindados antibalas y habitaci¨®n de p¨¢nico. Los bajos de las torres, est¨¢n, como el resto del barrio, dedicados al comercio: Rolex y los coches McLaren ocupan sendas tiendas.
A pesar de que, por mera matem¨¢tica, son pocos los edificios que pueden ser los primeros de una calle, las direcciones n¨²mero uno han comenzado a proliferar por el mundo. No por casualidad, los pisos de One 57 street, un rascacielos con la firma de otro premio Pritzker, el franc¨¦s Christian de Portzamparc, tambi¨¦n se vendieron como los m¨¢s caros de Manhattan, muy por encima de los precios pagados por los edificios de lujo vecinos en la ya imposible isla. El n¨²mero de la direcci¨®n no es el ¨²nico punto en com¨²n con la direcci¨®n londinense. Ni siquiera el reconocimiento a su arquitecto o el precio triplicado con respecto a cifras astron¨®micas. Exorbitados gastos de comunidad y may¨²sculas medidas de seguridad conviven con las vistas a un gran parque, en este caso Central Park.
Hay m¨¢s edificios number one. Otro premio Pritzker, el arquitecto Richard Maier, tiene todav¨ªa en su p¨¢gina web el proyecto One Beverly Hills que firm¨®, hace una d¨¦cada, para el grupo Wanda Group. La cercan¨ªa a los jardines del Country Club de Los ?ngeles, las vistas al Pac¨ªfico, la direcci¨®n con el n¨²mero uno ¨Ca pesar de que la real es 9.900 Wilshire Boulevard¨C, y el alt¨ªsimo poder adquisitivo de los propietarios calificaban el inmueble como otro n¨²mero uno. El a?o pasado, el grupo inmobiliario Cain International anunciaba, para la misma direcci¨®n, la autor¨ªa de otro premio Pritzker, Norman Foster.
?Qu¨¦ es relevante de los edificios n¨²mero uno? M¨¢s all¨¢ del cuidado puesto en la elecci¨®n de los arquitectos y la relaci¨®n con el paisaje, muchos de los pisos que se venden por cifras astron¨®micas no es que rompan el mercado inmobiliario, es que convierten las fincas en clubs inaccesibles para alguien que no sea un oligarca. Justamente por eso, porque la mayor¨ªa de los oligarcas no tienen una direcci¨®n fija, muchos de esos inmuebles permanecen vac¨ªos y, desde sus c¨¦ntricas ubicaciones, se han convertido en islas que desertizan el barrio en el que se encuentran porque fomentan la desaparici¨®n de comercios e infraestructuras vecinales. Los n¨²meros uno de los negocios inmobiliarios est¨¢n en el centro de las ciudades m¨¢s importantes del mundo, pero por su propia naturaleza aislada, separada y vac¨ªa, quedan al margen de la ciudad que quieren habitar.
Babelia
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