La m¨¢scara
Todos tenemos un aire teatral, de conspiradores de dram¨®n, con las mascarillas puestas
No ser¨¢ el mejor papel de su vida, pero el mon¨®logo ex abrupto de Juan Echanove al ministro Uribes quedar¨¢: en la historia de nuestra pandemia o en la del teatro. Quiz¨¢ en las dos. Echanove habla en ese v¨ªdeo, y el pasado domingo en La Sexta, de la mutabilidad de la pol¨ªtica. En sus 42 a?os de profesi¨®n dice haber visto pasar por el puesto a muchos ministros de Cultura que ya no son nada, y ¨¦l sigue ah¨ª, subido a las tablas. No es una vanidad, sino un recordatorio. Ciertos legisladores dejan rastro de estadistas o de canallas, pero son mayor¨ªa los ministros que no dejan ni rostro ni memoria de su nombre. Por el contrario, los actores persisten, ya que poseen, sean grandes estrellas o caracter¨ªsticos, el supremo misterio de la encarnaci¨®n humana. Nos hacen disfrutar y llorar, como una sinfon¨ªa o un poema, pero su constancia f¨ªsica, incluso su deterioro cuando envejecen ante las candilejas, nos fija a ellos, aun diciendo palabras que no son suyas. ?Idolatr¨ªa de fans desquiciados? Se trata m¨¢s bien del apego casi familiar, y por ello amoroso, a los seres que toda la vida nos han llevado al cine, a un concierto en vivo, y que, cuando hab¨ªa poco teatro, los mayores descubrimos en un televisor en blanco y negro, el color de nuestra posguerra. Ministros celeb¨¦rrimos de mi juventud: Nieto Ant¨²nez, Jos¨¦ Sol¨ªs, la sonrisa del r¨¦gimen de Franco. ?Dicen hoy algo esos nombres, salvo a los expertos y a los ancianos que aprendieron a odiarles o les veneraron? Mientras que gente joven de hoy celebra entre risas las payasadas de Gracita Morales, sin olvidar, de aquella misma ¨¦poca, la voz de un Fern¨¢n G¨®mez o un Rabal.
Todos tenemos un aire teatral, de conspiradores de dram¨®n, con las mascarillas puestas. El d¨ªa que nos las quitemos ah¨ª estar¨¢ el c¨®mico para ponerse la verdadera m¨¢scara de la ficci¨®n que da vida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.