La experiencia espa?ola
La epidemia da signos de remitir tras aplicarse unas medidas de confinamiento muy estrictas
Sabemos que el coronavirus no respeta fronteras, pero la dotaci¨®n de los sistemas sanitarios y cient¨ªficos s¨ª lo hace. La pandemia ha pillado a Espa?a con unos recortes presupuestarios en medicina y ciencia, heredados de la crisis financiera de 2008, que han dejado tullidas las defensas del pa¨ªs contra la covid-19. Los m¨¦dicos y el resto del personal sanitario han hecho un esfuerzo sobrehumano para atender al aluvi¨®n de enfermos que han llegado a sus servicios de emergencias y sus unidades de cuidados intensivos (UCI). Muchos se han infectado y algunos han muerto. En las residencias de ancianos en que ha entrado el virus, la enfermedad ha arrasado. La tasa de mortalidad por mill¨®n de habitantes es por el momento un r¨¦cord mundial, aunque los pa¨ªses que han recibido el contagio m¨¢s tarde podr¨¢n aspirar al p¨®dium en las pr¨®ximas semanas. En este sentido, Espa?a es buen caso de estudio.
Las medidas de confinamiento han sido muy estrictas, y lo siguen siendo. El comercio y la industria no esencial ¡ªno implicada en la producci¨®n y distribuci¨®n de alimentos y energ¨ªa, limpieza, desinfecci¨®n y dem¨¢s¡ª han echado el cierre al menos hasta el lunes pasado, cuando la construcci¨®n y parte de la actividad productiva se reanudaron. Los estadios, bares, restaurantes, hoteles, cines y teatros han cerrado, en lo que supone un problema catastr¨®fico para el turismo, una de las industrias m¨¢s importantes del pa¨ªs. El comercio no alimentario est¨¢ clausurado. Los medios de comunicaci¨®n vamos otra vez pendiente abajo porque la publicidad se ha hundido, como es l¨®gico, puesto que nadie tiene nada que anunciar ni que vender.
A cambio, la epidemia da signos de remitir. Las duras medidas de confinamiento est¨¢n funcionando. Las cifras de contagiados totales son incorrectas, puesto que no se han hecho pruebas a las personas con s¨ªntomas d¨¦biles o simplemente asintom¨¢ticas, que pueden ser la parte del le¨®n seg¨²n c¨¢lculos epidemiol¨®gicos muy solventes, incluido un muy citado estudio del Imperial College de Londres y la Universidad de Oxford. Pero los grandes hospitales de Madrid y Barcelona han percibido en la ¨²ltima semana un claro alivio de la saturaci¨®n de sus UCI. Esto implica probablemente que la tasa de contagio se ha reducido desde la adopci¨®n del confinamiento. Las UCI de hoy reflejan los contagios de hace varias semanas.
Los m¨¦dicos y el resto del personal sanitario han hecho un esfuerzo sobrehumano para atender al aluvi¨®n de enfermos
La casu¨ªstica individual es inagotable, y durante las semanas interminables de confinamiento hemos conocido casos verdaderamente chocantes. Un ciudadano se salt¨® el aislamiento para cazar pok¨¦mons por la calle, y varios otros para acceder a un gimnasio secreto disimulando con carritos de la compra donde met¨ªan el ch¨¢ndal y las mallas debajo de los pimientos y los puerros. La polic¨ªa los pill¨® porque ten¨ªan puesta la zumba a toda pastilla. Tambi¨¦n se ha organizado alguna fiesta rave,y los hospitales se han expuesto a ataques de ransomware que pretend¨ªan inhabilitar sus sistemas en plena crisis infecciosa. Pero la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n est¨¢ mostrando un juicioso comportamiento c¨ªvico. Las consecuencias econ¨®micas son una cuesti¨®n diferente.
La mayor¨ªa de las cr¨ªticas al Gobierno, una coalici¨®n entre el PSOE (socialdem¨®cratas) y Unidas Podemos (la izquierda surgida de las protestas juveniles durante la crisis financiera), se centran en que reaccion¨® tarde a la pandemia. El 8 de marzo se celebraron partidos de f¨²tbol, manifestaciones y m¨ªtines que, con visi¨®n retrospectiva, habr¨ªa sido mejor posponer. La ultraderecha (Vox) ha convertido esos actos en un lanzatorpedos contra el presidente del Gobierno, Pedro S¨¢nchez, con particular ¨¦nfasis en su blanco favorito, la manifestaci¨®n feminista del 8 de marzo. No hace tanto ¨¦nfasis en que el propio Vox celebr¨® ese d¨ªa un mitin multitudinario en una antigua plaza de toros de Madrid. Entretanto, la vida sigue en este rinc¨®n suroccidental de Europa.
El Parlamento est¨¢ activo, aunque con solo los principales ministros y portavoces presentes en el pleno, guardando la distancia recomendada por la autoridad sanitaria. Pero la pol¨ªtica espa?ola funciona lastrada por una d¨¦cada de polarizaci¨®n en el eje izquierda-derecha y de tensi¨®n nacionalista en Catalu?a, uno de los principales motores econ¨®micos del pa¨ªs. El Partido Popular (PP, te¨®rico centroderecha) ha perdido tal chorro de votos a favor de Vox que, en un intento ansioso por taponar la herida, ha elaborado un discurso francamente dif¨ªcil de distinguir del de la extrema derecha. El l¨ªder del PP, Pablo Casado, ha aprovechado sus comparecencias parlamentarias para acusar a S¨¢nchez de incompetente, mentiroso y arrogante, y rechaza las ofertas de acuerdo que le tiende el jefe del Ejecutivo con el argumento de que solo pretende distribuir las culpas por su mala gesti¨®n de la crisis.
La ciencia tambi¨¦n se queja de que no ha conectado con el Gobierno y el resto de las Administraciones. Desde que estall¨® la crisis financiera de 2008, el sistema cient¨ªfico espa?ol se ha visto estrangulado por los recortes y el ninguneo. Un paradigma de lo que no se debe hacer.
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