Prisi¨®n a los m¨¦dicos justos
Es hora de que los m¨¦dicos desobedezcan la ley penal y cuiden de las mujeres para que no mueran por el aborto clandestino
¡°La prisi¨®n es el lugar del hombre justo¡±, escribi¨® Henry Thoreau sobre la desobediencia civil. La prisi¨®n, o el riesgo de ella, deber¨ªa ser el lugar de los m¨¦dicos justos durante la pandemia de la covid-19 en pa¨ªses donde el aborto es criminalizado. No quedar¨ªan presos m¨¢s que la noche que tambi¨¦n experiment¨® Thoreau por la desobediencia civil en su tiempo. Necesitamos m¨¦dicos en los hospitales para salvar a la humanidad. Precisamente por ser tan esenciales es que este es el momento de ser virtuosos y justos. Es hora de que los m¨¦dicos desobedezcan la ley penal y cuiden de las mujeres para que no mueran por el aborto clandestino.
En los lugares donde las reglas restrictivas de contenci¨®n por la pandemia se cruzaron con la desigualdades de g¨¦nero, como la violencia dom¨¦stica o la criminalizaci¨®n del aborto, m¨¢s mujeres murieron o su vida ha estado en riesgo. Al ignorarse las necesidades de salud reproductiva, como parte de la respuesta de salud p¨²blica a la epidemia de ¨¦bola, se gener¨® un aumento de un 75% en la mortalidad materna en Liberia, Guinea y Sierra Leona. Desde China a Ecuador, las normas de aislamiento social han incrementado la vulnerabilidad de ni?as y mujeres a la violencia dom¨¦stica. Incluso se han elevado las tasas de feminicidio. En S?o Paulo, por ejemplo, se registr¨® un crecimiento en el n¨²mero de homicidios de mujeres en su propia casa, en comparaci¨®n con el mismo periodo de 2019.
Los m¨¦dicos justos deben seguir su conciencia y practicar la buena medicina. El aborto es una necesidad de salud que no desaparece durante una pandemia. Al contrario, se torna a¨²n m¨¢s necesaria su oferta sin barreras de acceso o estigmas: la salud reproductiva permanece como una necesidad de salud durante cualquier situaci¨®n de emergencia social, sea ella un conflicto armado o una crisis humanitaria. El silencio de los gobernantes no puede dictar la conciencia de los que saben c¨®mo proteger vidas. Los m¨¦dicos deben ser m¨¢s que h¨¦roes de una pandemia, es necesario que sean transgresores para un mundo m¨¢s justo pos-pandemia.
En 1973, un grupo de m¨¢s de 300 m¨¦dicos franceses siguieron el Manifiesto 343, liderado por Simone de Beauvoir, y se declararon cuidadores de las mujeres en busca del aborto, es decir, objetores de conciencia de una ley injusta que les prohib¨ªa ejercer correctamente la medicina. La publicaci¨®n del Manifiesto de las 343 mujeres fue acompa?ada de una vi?eta que cuestionaba: ¡°?Qui¨¦n embaraz¨® a las 343 vagabundas del Manifiesto del aborto?¡±. El ¡°qui¨¦n¡± de la pregunta era una provocaci¨®n al debate p¨²blico sobre c¨®mo las desigualdades de g¨¦nero conforman leyes y derechos¡ªsi son las mujeres que reclaman el derecho al aborto, por otro lado, son los hombres en el poder quienes insisten en controlar sus cuerpos con la furia de la ley penal, incluso clasific¨¢ndolas como ¡°vagabundas¡±.
La pregunta de las mujeres que sobrevivir¨¢n a la pandemia de la covid-19 en pa¨ªses donde el aborto es un crimen ser¨ªa diferente. Tiene el sentido de urgencia y desamparo que acompa?a nuestras vidas: ¡°?Qui¨¦nes son los m¨¦dicos que nos abandonan?¡±. Una pandemia es una emergencia para la sobrevivencia. Dependemos de los gobiernos para existir y para cuidar de las mujeres cuyas desigualdades previas las dejaron todav¨ªa m¨¢s vulnerables a la anomia de la vida, como las mujeres pobres, negras e ind¨ªgenas, o ni?as v¨ªctimas de violencia sexual. Si hay un llamado ¨¦tico en la suspensi¨®n de la normalidad por la pandemia, la respuesta no puede ser el sometimiento a las reglas que gobernaban nuestros cuerpos o la conformidad a los privilegios que nos salvan, pero s¨ª la conciencia sobre lo justo. Esa nueva conciencia pide la desobediencia civil de los m¨¦dicos al cuidado en el aborto.
Debora Diniz es brasile?a, antrop¨®loga, investigadora de la Universidad de Brown.
Giselle Carino es argentina, polit¨®loga, directora de la IPPF/WHR.
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