Por qu¨¦ los manifestantes en 2020 ya no necesitan vestirse todos igual
La forma de vestir de los j¨®venes en las protestas ha ido variando a trav¨¦s de los a?os, tanto por el estilo del momento como por las reivindicaciones que se hac¨ªan o los instrumentos que las fuerzas del orden ten¨ªan para reprimirlas. Las manifestaciones por el asesinato de George Floyd nos ense?an todo lo que ha cambiado en este aspecto. Y no hablamos solo de mascarillas
Los ?ngeles, 30 de mayo. Las protestas antirracistas surgidas tras la muerte de George Floyd en Minne¨¢polis se han extendido hasta la capital de la costa Oeste estadounidense. Sobre un coche de polic¨ªa destrozado y lleno de pintadas, un grupo de manifestantes sostiene pancartas reivindicativas. Llevan camisetas estampadas o lisas ¨Cincluso blancas¨C, pantalones cortos, blusas con motivos africanos, pitillos o vaqueros rotos, zapatillas deportivas de runner y de skater, mochilas, gafas de sol y ri?oneras. Todos utilizan mascarillas, pero incluso ese gesto es ambiguo: lo que fue un gesto subversivo, en plena pandemia de covid-19 es m¨¢s bien sentido com¨²n. En otra imagen, una mujer se encuentra ante un grupo de polic¨ªas con escudos antidisturbios. Lleva mallas negras, camiseta de tirantes del mismo color, deportivas Nike, gorro y mascarilla: si no sostuviera una pancarta que dice Stop Killing Us (¡°Dejad de matarnos¡±), podr¨ªa ir vestida para hacer jogging.
A primera vista, esta derivaci¨®n casual de los manifestantes podr¨ªan indicar que, al menos de forma parcial, la protesta ha dejado de tener un uniforme reconocible. En los actos antiglobalizaci¨®n de Seattle en 1999, un acontecimiento que marc¨® la forma y el fondo del activismo en el siglo XXI, los grupos anarquistas se distingu¨ªan claramente del resto porque iban vestidos de negro y llevaban gafas de esquiar o cascos de moto. La uniformidad no era solo cosa suya. Los sindicatos y colectivos organizados sol¨ªan vestir con cierta coherencia interna, a menudo con camisetas con insignias o prendas identificativas.
Pero incluso en los manifestantes que no se adscrib¨ªan a ning¨²n grupo hab¨ªa un aire de familia (estil¨ªstico): prendas deportivas y de aventura, plum¨ªferos, pantalones cargo o de monta?a, botas. Un atuendo que se deb¨ªa tanto a las condiciones clim¨¢ticas del momento ¨Cno hay que olvidar que en Seattle fue donde a principios de los noventa el grunge ense?¨® al mundo que superponer prendas para protegerse del fr¨ªo no solo era ¨²til, sino tambi¨¦n cool¨C como a la necesidad de protecci¨®n y tambi¨¦n a una cuesti¨®n ret¨®rica: la parka y los vaqueros contra el abrigo de sastrer¨ªa, el traje y la corbata. Un uniforme contra otro. El aspecto dist¨®pico de las m¨¢scaras antig¨¢s, por otro lado, s¨ª contribu¨ªa a militarizar la indumentaria y a contar al mundo, m¨¢s all¨¢ de discursos, el uso de gases lacrim¨®genos. Tambi¨¦n a insertar las im¨¢genes en una tradici¨®n iconogr¨¢fica asociada a las grandes crisis humanitarias del siglo XX, empezando por la II Guerra Mundial.
Tambi¨¦n hubo una est¨¦tica reconocible, aunque esta vez te?ida de elementos identitarios, en los disturbios de 2005 en la periferia parisina: Prendas oscuras y deportivas, est¨¦tica hip hop y, sobre todo, capuchas, muchas capuchas. En una imagen tomada en Aubervilliers, un grupo de manifestantes posan con el aplomo de un grupo de raperos. Algunos han sustitido las m¨¢scaras antig¨¢s por pa?uelos estampados que cubren su rostro a excepci¨®n de los ojos, igual que el manifestante que, en la misma fecha, el artista urbano Banksy convierte en su imagen m¨¢s conocida: un joven con vaqueros, sudadera amplia y gorra con la visera hacia atr¨¢s a punto de lanzar un ramo de flores al sistema.
Para entonces, los alpinistas urbanos de Seattle han quedado en el olvido. La ropa deportiva y urbana se ha consolidado como el uniforme del manifestante, si es que tal cosa existe, en su infinita variedad. El ¨²nico elemento que ha ido desapareciendo poco a poco es la capucha, anta?o imprescindible. Asociada a los delincuentes que la utilizan para evitar ser reconocidos por las c¨¢maras de seguridad, se volvi¨® tr¨¢gicamente c¨¦lebre cuando, en 2012, un adolescente negro, Trayvon Martin, fue tiroteado en Florida por un vigilante que consider¨® que el hecho de llevar capucha lo convert¨ªa en sospechoso. Aunque en protesta contra aquel crimen racista las calles y las redes sociales se llenaron de hoodies ¨Csudaderas con capucha¨C, su uso parece haber remitido.
Hoy, el no-uniforme de las protestas se basa en lo pr¨¢ctico: prendas holgadas y c¨®modas, con bolsillos, tejidos deportivos, sneakers. Ropa para aguantar horas en la calle. Si hay ideolog¨ªa en la indumentaria, se encuentra asociada al color negro, a la est¨¦tica urbana y, si acaso, a las camisetas. No es extra?o que as¨ª sea. La prenda m¨¢s asequible, universal y f¨¢cil de llevar de la historia de la moda lleva d¨¦cadas siendo un veh¨ªculo para la expresi¨®n pol¨ªtica. ¡°El poder de la camiseta con eslogan es que se convierte en parte del cuerpo, sin filtros¡±, ha declarado la brit¨¢nica Katharine Hamnet, la inventora oficial de la camiseta con mensaje en los ochenta y defensora de la dimensi¨®n pol¨ªtica de la moda.
Pero incluso antes de que Hamnet se pusiera una camiseta para reunirse con Margaret Thatcher en 1984, la camiseta de algod¨®n llevaba una d¨¦cada sirviendo como pancarta. Las protestas contra la guerra de Vietnam en los a?os setenta fueron un buen ejemplo. En las protestas de estos d¨ªas, hay camisetas con el rostro de Martin Luther King o con mensajes asociados al colectivo Black Lives Matter. Pero, ante todo, hay mezcla. Entre la marea streetwear hay vestidos g¨®ticos, cabellos te?idos de colores y estampados artesanales que remiten a la tradici¨®n afroamericana. Las sneakers no son solo aquellas Air Jordan que llevaban en los disturbios los j¨®venes negros de los ochenta, sino tambi¨¦n Vans de skater o sandalias. Y la moda urbana que se repite en las im¨¢genes constata el triunfo global de la moda urbana o, seg¨²n se mire, su apropiaci¨®n definitiva por parte de sociedades muy distintas: incluso los que se dicen ajenos a esta reivindicaci¨®n llevan prendas y estilos surgidos en las comunidades negras estadounidenses. La forma de vestir puede ser un lapsus linguae.
De un modo insospechado, las calles ilustran por qu¨¦ la gran aportaci¨®n estadounidense a la forma de vestir no es tanto la creaci¨®n de prendas originales ¨Cel dise?o a la europea¨C como la resignificaci¨®n, mezcla y reciclaje de lo que existe. El retuit como recurso indumentario y la vivencia personal y la identidad como sustitutos del uniforme y, por tanto, m¨¢s dif¨ªciles de falsificar. A diferencia de prendas reconocibles como los chalecos amarillos o las capuchas de anta?o, la falta de uniformidad en las protestas de 2020 impide que la industria de la moda pueda apropiarse de prendas o estilos. No hay nada que copiar porque gran parte del mundo ya viste as¨ª. Incluso ir enmascarado, en tiempos de covid-19, ha dejado de considerarse como algo relevante. As¨ª, el uniforme queda reducido a un pu?ado de recomendaciones pr¨¢cticas, como las que difundi¨® Alexandria Ocasio-Cortez en sus redes sociales: prendas neutras y elementos de protecci¨®n.
Seg¨²n se mire, tambi¨¦n hay una l¨®gica social tras esta aparente disoluci¨®n del uniforme. Un uniforme identifica a un grupo o colectivo determinado, pero lo que se debate hoy en Estados Unidos es una cuesti¨®n identitaria que afecta a generaciones distintas y a grupos ¨Caqu¨ª, a negros, latinos y otros colectivos que escapan a la hegemon¨ªa blanca y heteropatriarcal¨C enormemente variados. Tambi¨¦n el enfrentamiento entre la violencia legal ¨Cla brutalidad policial que denuncian los manifestantes¨C y la poblaci¨®n desmilitarizada se plasma en el antagonismo entre el uniforme policial y la ropa de calle. Estos d¨ªas, m¨¢s que nunca, lo personal se vuelve pol¨ªtico, y lo individual y lo colectivo se funden. El racismo es un sistema de opresi¨®n reforzado a trav¨¦s de los estereotipos y tambi¨¦n una vivencia que solo pueden relatar con conocimiento de causa aquellos que la sufren en primera persona. Por eso tiene cierta l¨®gica que, para protestar contra ¨¦l, sus v¨ªctimas se vistan simplemente de s¨ª mismas.
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