Trabajo desprotegiendo trabajadores
Se ha vuelto a la red econ¨®mica de soporte de 2008: la pensi¨®n de los abuelos, pr¨¦stamos de amigos...
Estamos acostumbrados, qu¨¦ remedio, pero no por ello la pr¨¢ctica deja de ser una verg¨¹enza. En las guerras aparece muy clara: se anuncia una tregua o un alto el fuego, y con el anuncio se despacha el asunto. Luego la tregua se incumple y no tiene efecto, y nada pasa, porque ya la sustituy¨® su anuncio. En pol¨ªtica ocurre lo mismo, y hemos sufrido Gobiernos del PP que se dedicaban a anunciar medidas o leyes que a menudo no se aplicaban o convalidaban. Ahora le toca el turno a un Gobierno que inveros¨ªmilmente se dice ¡°de progreso¡±, defensor te¨®rico de los desfavorecidos y los trabajadores. Entre sus decisiones para paliar la penuria de los segundos durante la crisis econ¨®mica desatada por la epidemia, destacaron los ERTE, proclamados a bombo y platillo, sobre todo por la Ministra de Trabajo podemita, Yolanda D¨ªaz, que se colg¨® por adelantado alguna condecoraci¨®n o medalla. A todos nos pareci¨® bien, ya que un ERTE lo paga el Estado, es decir, lo pagamos entre todos.
Escribo el 28 de junio, y hoy, al parecer (tres meses y medio despu¨¦s del inicio del confinamiento dictado), hay 200.000 expedientes sin tramitar. Los propios trabajadores del Servicio P¨²blico de Empleo Estatal (SEPE) y fuentes sindicales hablan incluso de 400.000. En la vida real ¡ªque es la que cada cual vivimos¡ª, las personas que conozco ¡°beneficiadas¡± por ERTE a¨²n no han cobrado un c¨¦ntimo del Estado. Y la prensa est¨¢ llena de noticias sobre las angustias de asalariados, aut¨®nomos, peque?as empresas, tiendas que ya se han rendido, por la tardanza del Gobierno en abonar lo que prometi¨® con triunfalista trompeteo. As¨ª que, pese a la autocondecoraci¨®n de D¨ªaz y de sus jefes Iglesias y S¨¢nchez, se ha vuelto a la red econ¨®mica de soporte de 2008: la pensi¨®n de los abuelos, pr¨¦stamos de familiares y amigos, cr¨¦ditos bancarios con exigencia de garant¨ªas casi imposibles de aportar. Por no mencionar a los muchos empleados corrientes y molientes (no gente ¡°sin techo¡±) que recurren al Banco de Alimentos.
La Ministra D¨ªaz ha salido al paso: ha habido algunos problemas, vale, pero ya se ha resuelto ?el 98% de los expedientes! (Una cifra digna de Esperanza Aguirre en sus mejores y m¨¢s descarados tiempos.) Los trabajadores del SEPE la desmintieron, suponiendo que se trataba de expedientes fantasma, porque ellos no hab¨ªan tramitado esa cantidad ni de lejos. Es vox populi, adem¨¢s, la imposibilidad de que en el SEPE lo atiendan a uno por tel¨¦fono para pedir cita. Y cuando por fin la dan, raramente, nunca es fija sino condicional. Si no la confirman, mejor ahorrarse el viaje. No s¨¦ de nadie a quien se la hayan confirmado.
Por otra parte, lleg¨® la hora en que bastantes empresas obligaron a sus empleados a volver al trabajo ¡°presencial¡±, por turnos o como fuera¡ pero siguieron acogidas a su ERTE. ?Fue Inspecci¨®n de Trabajo a esas empresas a impedir tal aprovechamiento? No. Fueron algunos trabajadores quienes, an¨®nimamente y jug¨¢ndose el puesto, hubieron de denunciar la anomal¨ªa. Y fue la Guardia Civil, no Trabajo, la que llev¨® a cabo la inspecci¨®n correspondiente, en atenci¨®n a esas arriesgadas denuncias. Sigamos con esas bastantes empresas. Durante el confinamiento, y mientras la gente ¡°teletrabajaba¡± desde su casa con ni?os encerrados, se forz¨® a no poca de esa gente a ¡°tomarse d¨ªas de vacaciones¡± para justificar su ¡°ausencia¡±, y, por temor a quedarse en el paro, firmaron que en efecto aquello eran ¡°vacaciones¡±. Ahora, ya cerca agosto, esa gente se encuentra con que sus d¨ªas de vacaciones reales han quedado reducidos a diez, a cinco, seg¨²n los casos, con la agravante de que la empresa sugiere ¡ªy en estas circunstancias las sugerencias son ¨®rdenes, o chantajes¡ª que durante la mitad de ellos ¡°est¨¦n disponibles por si se los necesita¡±. Todo esto es ilegal, es un fraude, y hay abogados y sindicatos que aconsejan denunciar los abusos a Inspecci¨®n de Trabajo. Esos consejeros tendr¨¢n buena voluntad, pero me temo que ignoran en qu¨¦ mundo viven y bajo qu¨¦ Gobierno. Cuando todos sienten p¨¢nico a quedarse en la calle, ?alguien va a correr el riesgo de denunciar a su empresa?
Con uno del PP, no cabr¨ªa esperar que Inspecci¨®n de Trabajo actuara de oficio y detuviera las estafas, sin necesidad de denuncias suicidas. Con un Gobierno ¡°de progreso¡±, que presume sin cesar de su preocupaci¨®n por los de abajo, s¨ª cabr¨ªa. Pero en la pr¨¢ctica resulta que apenas se diferencia de los del PP bien conocidos. No todos los empresarios son explotadores, ni mucho menos. Pero todos buscan el mayor beneficio posible ¡°dentro de lo que las leyes permiten¡±. Si las medidas se anuncian pero no se cumplen, y las disposiciones y leyes no se ejecutan ¡ªcomo en el clamoroso caso de los ERTE¡ª, entonces las leyes lo permiten casi todo. El actual Ministerio de Trabajo, por desidia, ignorancia o incompetencia ¡ªmala intenci¨®n no quiero atribuirle¡ª, est¨¢ dejando a quienes se jacta y ufana de proteger, m¨¢s desprotegidos que nunca, y encima en el peor momento laboral, psicol¨®gico y an¨ªmico de lo que va de triste siglo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.