Ron Arad: ¡°Lo importante no es tener ideas, sino saber elegir cu¨¢les desarrollar¡±
En Chalk Farm, al norte de Londres, la ciudad se parece mucho a la que Ron Arad, de 68 a?os, conoci¨® cuando lleg¨® hace casi medio siglo para estudiar arquitectura. Oculto por la vegetaci¨®n, su estudio es un lugar m¨¢s experimental que sofisticado: tiene el suelo en pendiente, la envolvente de pl¨¢stico y goteras. ¡°Uno no sabe por d¨®nde empezar a arreglar¡±, se r¨ªe Arad. Es viernes cuando El Pa¨ªs Semanal lo visita, y cada viernes trabaja en una de las butacas que pinta y acaba como piezas ¨²nicas.
Se dio a conocer en los a?os ochenta cuando, buscando hierros para una escultura en un descampado, descubri¨® los asientos de un coche Rover y los convirti¨® en su primera silla. Fue tambi¨¦n la primera butaca reciclada. Y descontextualizada, una pionera que abri¨® un fil¨®n en la frontera entre el arte y el dise?o. Ese azar inici¨® una trayectoria que lo ha convertido en uno de los dise?adores de sillas m¨¢s famosos del planeta, en un arquitecto tard¨ªo ¡ªautor de varios interiorismos y del Museo del Dise?o Holon en Tel Aviv, donde naci¨®¡ª y en escultor, su tercera profesi¨®n. Una parte importante de su producci¨®n son las piezas ¨²nicas. Pueden ser chimeneas o bancos. Las calcula a medida o las vende en galer¨ªas de arte. Ahora trabaja en una instalaci¨®n en la que de cuatro violines apoyados en sillas brota la m¨²sica compuesta por su hermano, el violista Atar Arad.
Lo primero que hace es pedir perd¨®n por c¨®mo va vestido: los viernes hace la silla. Eso s¨ª, no se separa del Capellone que ¨¦l mismo dise?¨®. Regresa de Espa?a, de dar una conferencia en la sede de la compa?¨ªa Cosentino y de celebrar el 70? cumplea?os de Mariscal. La retrospectiva que resumi¨® la obra de Arad en el MoMA y en el Centro Pompidou de Par¨ªs se titul¨® No Discipline. ?l refuerza la idea asegurando que invent¨® una profesi¨®n y que la ¨²nica certeza que maneja es la aversi¨®n a la convenci¨®n.
Hacer sillas fue una desviaci¨®n de mi trabajo. Las primeras las encontr¨¦ entre la chatarra cuando fui a buscar hierros para hacer esculturas¡±
?No se convierte uno en la nueva convenci¨®n tras medio siglo repensando el dise?o?
De peque?o aprend¨ª una cosa: no soy bueno en lo que se espera que haga. Por eso desarroll¨¦ mecanismos para no hacer lo que se esperaba de m¨ª y, sin embargo, conseguir ser aplaudido por lo que hago.
?C¨®mo lo hizo?
Hago cosas, no me planteo qu¨¦ van a conseguir. Ahora trabajo con un cuarteto de cuerda. He sentado los cuatro instrumentos en sillas. Y tocan sin que haya int¨¦rpretes.
?Digno del museo de la magia! ?Qu¨¦ busca una obra as¨ª?
Cuando era ni?o, mi hermano era ya un violinista muy dotado. Por eso quise estudiar viol¨ªn. Pero mis padres me lo prohibieron: ¡°Elige cualquier otro instrumento de la orquesta¡±. No quer¨ªan que me pasara la vida siendo ¡°casi tan bueno como¡¡±. Por eso ahora no toco el viol¨ªn, pero juego con violines.
Qu¨¦ inteligentes.
Eran listos, s¨ª. Y mi hermano compuso la pieza que toca el cuarteto.
Su madre, la pintora Esther P¨¦rez Arad, ?era de origen espa?ol?
Bueno¡, en 1492 sus antepasados fueron expulsados de Espa?a. Ella naci¨® en Bulgaria.
Su padre era escultor. ?Usted d¨®nde se sit¨²a?
Hacer sillas fue una desviaci¨®n de mi trabajo como escultor. No es que la escultura sea una desviaci¨®n de mi trabajo como dise?ador, es al rev¨¦s. Mis primeras sillas las encontr¨¦ entre la chatarra cuando fui a buscar hierros para hacer esculturas.
Eran los asientos de un coche Rover. Y las Rover se convirtieron en la silla m¨¢s punk del Londres de los a?os ochenta.
S¨ª, pero lo que me llev¨® al desguace fue la curiosidad. Si no hubiera llegado hasta all¨ª buscando hierros, tal vez no estar¨ªa haciendo ahora sillas.
?Qu¨¦ lo acab¨® convirtiendo entonces en un dise?ador?
Cuando hice la Rover le¨ª una entrevista a Rolf Fehlbaum [entonces CEO de la f¨¢brica de muebles Vitra]. Dec¨ªa: ¡°Ron Arad es uno de los dise?adores londinenses m¨¢s interesantes¡±. Y pens¨¦: ¡°?Caramba! Soy dise?ador¡±. ?l hab¨ªa comprado las sillas, eran piezas ¨²nicas.
Termin¨® ideando algunas de las m¨¢s conocidas de Vitra, como la Tom Vac, muchos a?os m¨¢s tarde.
As¨ª es la vida.
Su madre lo envi¨® a Londres a estudiar arquitectura porque ten¨ªa talento dibujando.
Bueno¡, pagaron por mis estudios. Pero al llegar a la Architectural Association se asust¨®. Claro, all¨ª no ense?aban a hacer edificios, ense?aban teor¨ªa de la arquitectura. Creo que estaban celosos del arte conceptual. Con todo, era un buen sitio: un grupo de socialistas decadentes. Los mirabas y pensabas: ?son realmente tan abiertos de mente o es que todo les es indiferente?
?Ser demasiado abierto de mente comporta ese riesgo?
La gente se sorprendede que una silla visualmente extraordinaria sea c¨®moda. ?Claro que es c¨®moda! Si no lo fuera, no ser¨ªa una silla¡¡±
Puede parecer que pasas de todo. Pero cuando me propusieron hacerme cargo del departamento de dise?o en el Royal College of Art copi¨¦ la idea: organic¨¦ el departamento desde muchos puntos de vista. Me asegur¨¦ de que hab¨ªa gente cuyo trabajo no me gustara. Eso me parece muy importante. No quiero que los alumnos se conviertan en ep¨ªgonos.
Ha dicho con frecuencia que lo que le inspira es el aburrimiento. Y la televisi¨®n.
Lo importante no es tener ideas, sino saber elegir cu¨¢les desarrollar.
Movimiento, inestabilidad, curvas¡ son claves de sus dise?os. ?Por qu¨¦ cambiar lo que funciona?
Por ampliar el mundo. Todo me interesa.
Se puede hacer de todo, pero usted eligi¨® el movimiento.
Me da placer. Adem¨¢s, es m¨¢s ergon¨®mico, m¨¢s suave, m¨¢s cercano a nuestra naturaleza org¨¢nica.
?Por qu¨¦ dise?¨® el sombrero que siempre lleva puesto?
Si tuviera un maravilloso pelo largo, no lo hubiera dise?ado. Algunas personas tienen buen pelo y otras tienen buenos gorros. Me hubiera gustado pertenecer al primer grupo, pero pertenezco al segundo.
?Vive rodeado de sus propios dise?os?
Mi casa no es un museo. La gente llega y me dice: ¡°Adoro sus cosas, me encantan sus dise?os¡±. Y se?alan el candelabro: ¡°Sobre todo me chifla esta pieza¡±. A m¨ª tambi¨¦n me gusta mucho, pero la dise?¨® Ingo Maurer.
?Un dise?o serio puede hacer re¨ªr a la gente?
Depende. No creo que el Memorial del Holocausto deba hacer re¨ªr a nadie. Pero como dise?ador tienes permiso para hacer re¨ªr a la gente.
?Qu¨¦ tipo de infancia tuvo?
No tengo mucho de lo que quejarme. De lo ¨²nico que me puedo quejar es de que mis padres no me dieran material contra el que rebelarme. Mi naturaleza es rebelde, pero contra ellos era imposible: dejaban hacer. A cierta edad me obligaron a leer una hora al d¨ªa. Iba a la biblioteca, cog¨ªa prestados los libros y al llegar a casa los miraba. Durante esa hora hac¨ªa de todo menos leer. Ahora me pregunto si leer¨ªa m¨¢s si no me hubieran obligado a leer. Tengo un desorden cercano a la dislexia. Y creo que soy fruto de eso. Igual si fuera adolescente ahora, con los medios que hay, ser¨ªan capaces de curarme y me convertir¨ªan en un contable. No lo s¨¦.
?Oblig¨® a sus hijos a leer?
Tengo una hija de 36 a?os y otra de 27. La primera estudi¨® escritura creativa, de modo que en alg¨²n momento debi¨® leer. La otra es cantante y escribe canciones.
?La obra con los cuatro violines ser¨¢ un concierto o una instalaci¨®n art¨ªstica? ?Importa lo que sea?
Es una instalaci¨®n, pero suena como un concierto.
Tocaba la guitarra. ?Lleg¨® a dudar entre ser m¨²sico o arquitecto?
Estaba convencido de que tocaba la guitarra mejor que Bob Dylan. Hasta que me di cuenta de que no. Eso me centr¨®.
Necesit¨® ir m¨¢s all¨¢ del dise?o y se meti¨® en el mundo del arte.
Creo que he hecho buenas sillas. Pero a veces pienso en hacer cosas que no se pueden vender en una tienda de muebles. Y a veces hago edificios. Las tres ocupaciones me interesan. Cada dise?o sirve para algo distinto. Y luego est¨¢n las intersecciones. No creo en las separaciones, creo en las mezclas. Para m¨ª dise?ar es idear algo que no exist¨ªa antes.
Es complicado definir su estilo, pero es f¨¢cil de reconocer.
Espero estar en todo lo que hago. A la gente le cuesta entender que no hagas siempre lo mismo y a la vez encontrar¨ªan insoportable que uno hiciera siempre lo mismo. La gente me pregunta: ¡°?Por qu¨¦ haces tantas cosas?¡±. Y siempre contesto lo mismo: ¡°Porque soy un vago¡±. No soy met¨®dico: salto de una cosa a otra. Muchas cosas me interesan.
?Cu¨¢l es su medida para saber si algo es ingenioso, creativo o simplemente una ocurrencia?
Ante cualquier cosa me hago una pregunta: ¡°Si viera esto mismo en una galer¨ªa de arte, ?me sentir¨ªa celoso?¡±. La envidia es esencial. Cuando voy a una exposici¨®n y no la siento, s¨¦ que la muestra no es buena.
?Qu¨¦ ha visto en arquitectura o en dise?o que hubiera querido hacer?
El edificio Lincoln 1111, en Miami, de Herzog & De Meuron. Son de los pocos arquitectos que generalmente sorprenden. No hay muchos.
?La creatividad ha quedado reducida a una idea en la arquitectura?
Los arquitectos cada vez necesitan ser m¨¢s creativos para solucionar problemas y lidiar con la normativa y con los promotores. A veces, siendo arquitecto, trabajo como un dise?ador. La fachada de un edificio cambia radicalmente seg¨²n c¨®mo coloques un material. Y la fachada es lo que juzgan los medios de comunicaci¨®n y, por tanto, la historia. Se dice que en un edificio los detalles no son fundamentales, pero cada vez hay m¨¢s detalles que cuidar. Por ejemplo, el acceso ahora tiene que lidiar con la seguridad. ?De qu¨¦ sirve hacer un gran vest¨ªbulo para tenerlo luego invadido por m¨¢quinas de Rayos X? Si esta es nuestra vida, o incorporamos esas m¨¢quinas a la arquitectura, o renunciamos a la belleza de un vest¨ªbulo. La creatividad sirve no solo para dejarte llevar por tus locuras, tambi¨¦n para solucionar mejor cualquier problema. La gente se sorprende de que una silla visualmente extraordinaria sea c¨®moda. ?Claro que es c¨®moda! Si no lo fuera, no ser¨ªa una silla¡
?Cu¨¢ntas sillas extraordinarias se pueden hacer a lo largo de una vida?
74.
?Hay un l¨ªmite?
Yo qu¨¦ s¨¦. Una compa?¨ªa italiana se me acerc¨® pidi¨¦ndome que hiciera algo parecido a la silla de exteriores que m¨¢s se vende en el mundo. Mir¨¦ al tipo y pens¨¦ en un coche Tesla. La idea del veh¨ªculo es extraordinaria, pero el coche¡ se parece a cualquier otro coche, nada de la innovaci¨®n queda a la vista. ?Por qu¨¦? ?La tecnolog¨ªa avanza y las formas deben permanecer igual?
El resultado fue su silla Kartell: curvas, ergonom¨ªa.
S¨ª, es c¨®moda. Es ligera. No es demasiado ancha y es apilable. Las obligaciones de las buenas sillas. Lo que quiero decir es que la creatividad no es sufrir para traer al mundo una idea que te tortura. Es lo contrario: es saber entender lo que hace falta, o lo que no se ha hecho y puede merecer la pena hacer, y poner la cabeza para realizarlo.
Hemos pasado a?os definiendo el dise?o y la creatividad a partir de contrarios: tecnol¨®gico o artesano, creativo o funcional, y usted escapa a esa dicotom¨ªa.
Los opuestos se atraen. No luchan. Saben hacer sitio para todos. Definir por contrarios obliga a simplificar las cosas y tal vez seamos una sociedad que no se puede permitir ese lujo. No hay tantos contrarios, la mayor¨ªa de lo que nos rodea es una mezcla. Y yo estoy por la mezcla. Salvar las cosas es uno de los campos que mayor creatividad precisa.
?C¨®mo era la casa de su infancia?
Normal. Un amigo de mis padres la ampli¨® a?adi¨¦ndole un piso a cambio de algo, no recuerdo qu¨¦. Mis padres hac¨ªan trueques.
Aqu¨ª, con usted, trabajan 20 personas.
Por desgracia, en el estudio hay un poco de Arriba y Abajo. Abajo est¨¢ la arquitectura.
?Y arriba?
La indisciplina. Es como un campo de juegos en el que se mezcla el dise?o y el arte. La arquitectura es un poco un lugar m¨ªtico.
?Qu¨¦ quiere decir?
Por cada Norman Foster que hay en el mundo hay 2.000 o 3.000 arquitectos que trabajan para Norman Foster. D¨ªa y noche. Luego hay compa?eros de escuela, de su mismo curso, que trabajan para Bloomberg y ganan seis veces m¨¢s y tienen m¨¢s vacaciones. Hoy los arquitectos tienen que justificar el n¨²mero de horas y la prioridad que le dan en su vida a ese trabajo. Y eso solo puede hacerse hablando de la arquitectura como si fuera una religi¨®n. Y¡, bueno, yo no soy creyente. Solo creo en la diversi¨®n.
Y en el negocio. Tiene 20 empleados.
Los negocios son un mal necesario. Algunos profesionales logran convertir la arquitectura en negocio, pero son muy pocos. Los arquitectos no son tan buenos en hacer dinero como los abogados que los vigilan.?
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