Un peque?o oasis en medio de la deforestaci¨®n
La mayor¨ªa de las alternativas que ofrecen alg¨²n tipo de beneficio a los pobladores de la selva amaz¨®nica conllevan la tala de los bosques. Las posibilidades de obtener ingresos mientras se conserva el medio ambiente son una misi¨®n casi imposible
En medio de un bosque deforestado, en la regi¨®n peruana de San Mart¨ªn, vive a sus 66 a?os Wagner Garc¨ªa G¨®mez. Para llegar a su peque?o oasis hay que recorrer un camino de tierra bajo un sol abrasador que no deja espacio para la sombra. Sus vecinos, como la mayor¨ªa de pobladores, optaron por deforestar sus terrenos y dedicarlos al cultivo del ma¨ªz. Garc¨ªa, en cambio, decidi¨® conservarlo intacto sacrificando cualquier ingreso que pudiera reportarle el cultivo de este grano. "Mi intenci¨®n fue siempre encontrar un bosque para conservarlo, y cuando encontr¨¦ este terreno intacto lo adquir¨ª", cuenta.
Pero gente como Garc¨ªa escasean en una regi¨®n que se dedica principalmente al cultivo de este grano. Seg¨²n el Ministerio de Agricultura peruano (MINAGRI), son m¨¢s de 24.000 familias las que cultivan ma¨ªz amarillo en una regi¨®n que representa el 20% del ¨¢rea sembrada de todo el pa¨ªs, situ¨¢ndose en la primera en cuanto a hect¨¢reas sembrada.
Su manera de pensar le obliga a vivir de manera muy austera y los pocos ingresos que tiene son gracias al apoyo de sus hijas y la crianza de unas pocas gallinas y cerdos. Est¨¢ tan comprometido con la conservaci¨®n del bosque que le indigna la actitud de sus vecinos. "Siempre le comento a muchos de ellos que me parece lamentable lo que est¨¢n haciendo. No entiendo c¨®mo pueden destruir a un ¨¢rbol, que es un ser vivo y un compa?ero de trabajo. No hay que destruirlo, sino todo lo contrario, hay que apoyarle", explica el se?or Garc¨ªa visiblemente enfadado.
La situaci¨®n de Garc¨ªa es uno de los grandes retos en la conservaci¨®n del medio ambiente: conseguir rendimiento econ¨®mico del bosque sin deforestarlo. Por eso, decidi¨® ponerse en manos de profesionales para encontrar un apoyo econ¨®mico que le garantizara poder seguir conservando sus ¨¢rboles.
Una ma?ana, Garc¨ªa se present¨® en la oficina de URKU en la ciudad de Tarapoto preguntando por Daniel Vecco, un ingeniero agr¨®nomo, profesor de la Universidad de San Mart¨ªn y director de URKU Estudios Amaz¨®nicos. Lleva toda una vida dedicado a la conservaci¨®n del medio ambiente, el cuidado de los animales y la defensa del territorio. En sus comienzos, Vecco acompa?aba a las comunidades nativas a confrontar a los invasores de tierra que extra¨ªan madera ilegalmente de sus territorios. Hoy, prefiere continuar su lucha desde su oficina creando proyectos y programas de ayuda para la conservaci¨®n de los bosques y el cuidado de los animales.
No entiendo c¨®mo pueden destruir a un ¨¢rbol, que es un ser vivo y un compa?ero de trabajo. No hay que destruirlo, sino todo lo contrario, hay que apoyarle Wagner Garc¨ªa G¨®mez
Lo primero que se le ocurri¨® a Vecco para ayudar a Garc¨ªa fue tratar de incluirlo dentro de alg¨²n programa de reforestaci¨®n que promueven algunas organizaciones ambientales. Pero r¨¢pidamente se encontr¨® con el primer escollo. La ayuda que proporcionan estos programas depende del n¨²mero de ¨¢rboles plantados, pero no de los conservados. Garc¨ªa no estaba plantando ¨¢rboles, sino que simplemente los estaba manteniendo en pie.
¡°Hay una serie de iniciativas que articulan programas de reforestaci¨®n que dan incentivos a los campesinos para reforestar, pero muchas veces estos programas no comprenden la relaci¨®n que existe entre reforestaci¨®n y conservaci¨®n¡±, explica el ingeniero. Y contin¨²a: ¡°Es interesante porque, aunque dan un apoyo, no son la soluci¨®n a los problemas. Incluso muchas veces pueden convertirse en la causa pues incentivan la deforestaci¨®n para poder acceder al financiamiento¡±.
Vecco es testarudo, est¨¢ curtido en mil batallas y conoce la legislaci¨®n al dedillo. Por eso, decidi¨® hacer una visita al terreno de Garc¨ªa para ver su estado y encontrar una f¨®rmula. Paseando por el oasis intacto de Garc¨ªa, el ingeniero no dejaba de maravillarse por el duro trabajo de conservaci¨®n que all¨ª se estaba llevando a cabo.
Al adentrarse en una de las zonas del bosque, descubri¨® unos bebederos y comederos de animales que Garc¨ªa hab¨ªa construido con unos neum¨¢ticos inservibles. Adem¨¢s de conservar la flora, este hombre estaba tratando de dar cobijo a los animales silvestres. As¨ª se le encendi¨® la bombilla a Vecco y vislumbr¨® la posibilidad de crear para Garc¨ªa un plan para establecer una zona autorizada para la crianza de especies silvestres dentro de su bosque.
¡°Actualmente, el aprovechamiento de la fauna silvestre est¨¢ prohibido si es que no se hace de manera legal en centros autorizados. Si conseguimos generar esos centros autorizados, podemos adem¨¢s asegurar el consumo de fauna silvestre obtenida de una forma m¨¢s ¨¦tica que la crianza industrial que va en contra de la conservaci¨®n del bosque¡±, cuenta el ingeniero.
Un proyecto de este tipo ayudar¨ªa a Garc¨ªa a mantener a flote su peque?a isla en medio de un oc¨¦ano de deforestaci¨®n y vivir m¨¢s dignamente. Su situaci¨®n es la misma en la que se encuentran otros muchos pobladores de la Amazonia. Por un lado, acceder a ayudas destinadas a la conservaci¨®n de la selva; y por otro, encontrar la manera de obtener un rendimiento econ¨®mico sin da?arla. Un dilema necesario de resolver no solo para ellos, sino tambi¨¦n para la econom¨ªa global que se ha sustentado durante siglos en la extracci¨®n de materias primas de la Amazonia destruyendo bosques y propiciando con ello el calentamiento global.
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