La historia de Espa?a tambi¨¦n es negra
El movimiento Black Lives Matter ha llegado a Europa para denunciar el racismo actual y la necesidad de decolonizar las narrativas hist¨®ricas. Muchos pa¨ªses debaten ya sobre la necesidad de visibilizar el papel hist¨®rico de los afro-europeos. Pero en Espa?a parece como si esto no fuera con nosotros
En los ¨²ltimos meses la ola desatada en EEUU por el asesinato de George Floyd y el movimiento Black Lives Matter ha llegado a Europa, trayendo consigo tanto la denuncia del racismo actual como la necesidad de decolonizar las narrativas hist¨®ricas. Muchos pa¨ªses de nuestro entorno han respondido abriendo importantes debates sobre la necesidad de visibilizar el papel hist¨®rico de los afro-europeos y de su contribuci¨®n a nuestras sociedades. En Espa?a, no obstante, parece como si esto no fuera con nosotros: como si la presencia de personas negras aqu¨ª fuera un fen¨®meno reciente y cualquier presencia anterior una cuesti¨®n meramente anecd¨®tica.
Las pocas iniciativas que ha habido para visibilizar la importancia hist¨®rica de africanos y afro-descendientes (como esta de PAR Arqueolog¨ªa Virtual, ver imagen arriba) se han encontrado con el silencio institucional y violentos ataques por parte de los sectores m¨¢s reaccionarios. Y sin embargo, nuestra historia es inseparable de la de los miles de africanos y afro-espa?oles que forman parte de ella.
En primer lugar, y aunque sea obvio, es conveniente recordar que los primeros pobladores de la pen¨ªnsula ib¨¦rica fueron africanas y africanos. Sabemos tambi¨¦n que tanto cartagineses, como griegos y romanos contaban con personas de origen subsahariano, tanto libres como esclavas, en sus filas. Sabemos que en la edad media la presencia de gente negra, particularmente en las ciudades m¨¢s comerciales, no era inusual; y que en el s. XII hab¨ªa peregrinos et¨ªopes haciendo el camino de Santiago.
No obstante, es a partir del siglo XV cuando la proporci¨®n de africanos en la pen¨ªnsula ib¨¦rica aumenta exponencialmente, al convertirse nuestro pa¨ªs ¨C tristemente¨C en uno de los principales centros esclavistas de Europa. Aunque no todos los esclavos eran de origen subsahariano (hab¨ªa tambi¨¦n moriscos, indios, berberiscos y turcos, entre otros), la proporci¨®n de africanos era alta, particularmente en el sur de la pen¨ªnsula. En Sevilla, por ejemplo, se calcula que a mediados del siglo XVI la poblaci¨®n negra supon¨ªa un 7.5% del total.
Contrariamente a la esclavitud de plantaci¨®n de Am¨¦rica, en Espa?a los esclavos eran empleados principalmente en tareas dom¨¦sticas, que iban desde mozo de establo hasta asistente de pintor. Los que consegu¨ªan comprar su libertad, encontraban trabajo como obreros, herreros, panaderos, labradores, carniceros, taberneros; b¨¢sicamente cualquier profesi¨®n excepto las artesanas, que muchas ciudades les estaban vetadas. La contribuci¨®n econ¨®mica de estas decenas de miles de africanos, viviendo y trabajando, mayormente en condiciones intolerables, es por tanto incalculable. Lo es tambi¨¦n su legado social y cultural, como demuestra el fabuloso documental Gurumb¨¦: canciones de tu memoria negra, sobre el impacto de los ritmos y melod¨ªas del ?frica occidental en el flamenco y otras expresiones musicales de la pen¨ªnsula.
Hay cierta tendencia cuando hablamos de esclavitud a presentar a las personas esclavizadas como un conjunto indistinguible de victimas que aceptan impotentemente su destino. Nada m¨¢s lejos de la realidad: desde un principio los afro-hispanos se organizaron para luchar por sus derechos. El principal mecanismo fueron las cofrad¨ªas negras, como la de la San Benedicto de Parlermo en Granada (1501), la de Sant Jaume en Barcelona (1455), la de Nuestra Se?ora de los ?ngeles en Sevilla (1554), o la Casa del Negres en Valencia (1472). Estas cofrad¨ªas fueron utilizadas por la comunidad afro-hisp¨¢nica para defenderse ante las autoridades y sus sedes serv¨ªan a menudo tambi¨¦n como hospicios, alojando y dando asistencia m¨¦dica a miembros de la comunidad negra de la ciudad. Otra de sus funciones habituales era negociar contratos de manumisi¨®n para sus miembros aun esclavizados y recaudar fondos para comprar la libertad del mayor n¨²mero posible, priorizando aquellos en mayor situaci¨®n de riesgo.
Es el caso de Ursola, mujer negra esclava en la Valencia del siglo XV, cuya historia ha sido documentado por la doctora Debra Blumenthal. Habiendo llegado a la Casa dels Negres moribunda tras una paliza de su due?o, el cantero Francesch Mart¨ªnez, los cofrades se movilizaron y gracias a su dominio dels Furs (el c¨®digo legal valenciano) consiguieron llevar a Mart¨ªnez a los tribunales y recaudar suficientes fondos para comprar la libertad de Ursola.
Es importante aclarar, no obstante, que la poblaci¨®n afro-hispana no se limitaba a esclavos y gente en situaciones precarias. De hecho uno de los primeros afro-hispanos de los que tenemos constancia es Juan de Valladolid, portero de c¨¢mara de los Reyes Cat¨®licos, conocido como?el Conde Negro, que en 1475 fue nombrado Mayoral de los Negros de Sevilla, encargado legal y administrativo de todos los asuntos de la poblaci¨®n negra y mulata de la ciudad.
Un contempor¨¢neo suyo, Juan Garrido, que en sus escritos se define como soldado "negro, cristiano y libre", se embarc¨® con Hern¨¢n Cort¨¦s y fue posiblemente la primera persona en sembrar trigo en toda Am¨¦rica, en su plantaci¨®n en Mexico-Tenochtitlan. Menos conocida pero fundamental en la sociedad de la ¨¦poca fue la granadina Catalina de Soto, bordadora de ajuares y considerada "primera aguja de Espa?a de punto real", a la que era habitual encontrar en las casas m¨¢s nobles acompa?ada de sus dos criadas blancas.
Fue tambi¨¦n afro-hispana la primera escritora negra europea, la religiosa Sor Teresa Juliana de Santo Domingo (1676-1748), conocida como Chikaba, nacida en Ghana y monja en Salamanca desde los 26 a?os hasta su fallecimiento. En el apartado de los literatos, merece menci¨®n especial Juan Latino (1518-1596), catedr¨¢tico de Gram¨¢tica y Lengua Latina en Granada, mencionado por Cervantes en El Quijote y envidiado por Lope de Vega, que aspiraba a ser el "Juan Latino blanco". Finalmente, uno de los pocos cuyo retrato ha llegado a nuestros d¨ªas es Juan de Pareja (1606-1670), pintado por Vel¨¢zquez, del que fue esclavo y asistente antes de obtener su libertad y establecerse como pintor independiente en Madrid.
Tanto colectiva como individualmente, los afro-espa?oles han sido desde hace siglos una parte fundamental de la historia de nuestro pa¨ªs que sigue tristemente sin ser reconocida. Su invisibilizaci¨®n no es casual: ignorar la presencia y contribuci¨®n cultural, econ¨®mica y social de africanos y afro-descendientes permite presentar a los afro-espa?oles y subsaharianos actuales como un fen¨®meno an¨®malo y desestabilizador de supuestas esencias patrias, alimentando discursos de rechazo y racismo. La presencia de africanos y afro-descendientes en Espa?a no es un fen¨®meno reciente: son parte fundamental de nuestra historia y cultura, y es hora de que los reconozcamos como tal.
Para saber m¨¢s: existe mucha literatura al respecto, pero la informaci¨®n se encuentra bastante dispersa. El trabajo de la catedr¨¢tica Aurelia Mart¨ªn Casares, en particular sus libros Juan Latino: Talento y Destino y Esclavitudes Hisp¨¢nicas son un excelente punto de partida. En ingl¨¦s, el Enemies & Familiars de Blumenthal ofrece una visi¨®n muy clara de la situaci¨®n de los afrohispanos en la Valencia del s. XV y Black Africans in Renaissance Europe da una perspectiva a nivel continental.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.