Sams?, la isla que quiere ser independiente del petr¨®leo
Una crisis econ¨®mica dio paso a una revoluci¨®n energ¨¦tica impulsada por sus habitantes y basada en el compromiso local, la econom¨ªa circular y la participaci¨®n democr¨¢tica. Ahora es ejemplo de lugar neutro en emisiones en CO? y aspira a m¨¢s
Ya hace unos a?os que?Jorgen?Tranber?decidi¨® cambiar las 150 vacas lecheras de su granja para invertir casi seis millones de coronas (unos 800.000 euros) en una turbina e¨®lica que coloc¨® cerca de su casa. No fue el ¨²nico granjero de la isla de?Sams?, en Dinamarca, que pens¨® que estos gigantes de color blanco con tres aspas y veinte metros de altura podr¨ªan ser la soluci¨®n al declive que sufr¨ªa entonces la isla. Hoy, este punto de Mar del Norte llano y ventoso donde viven 3.700 habitantes, ya no es solo famoso por producir las mejores patatas del pa¨ªs, las m¨¢s peque?as y gustosas.
Desde hace unos a?os?Sams? es tambi¨¦n una isla que se ha dado a conocer en el mundo por haberse convertido en un territorio neutro en emisiones de?CO?, produciendo m¨¢s energ¨ªa a partir de fuentes renovables, como la e¨®lica y la biomasa, de la que consume. Pero su revoluci¨®n ecol¨®gica no termina aqu¨ª, y ahora tienen como objetivo para el a?o 2030 ser una isla totalmente libre de combustibles f¨®siles. A pesar de que el plan es ambicioso, no es que los agricultores como Jorgen?sean unos?hippies?con ideas ut¨®picas, m¨¢s bien al contrario: es puro pragmatismo n¨®rdico.?
S?ren Hermansen naci¨® y ha vivido toda su vida en?Sams?, y es tambi¨¦n el director de la Academia de Energ¨ªa que se encuentra en las afueras del puerto pesquero de Ballen. ?l es uno de los precursores de la transici¨®n energ¨¦tica que se vio empujada con el cierre del matadero local, una empresa que daba empleo a 100 familias. Los granjeros y peque?os empresarios de?Sams??no ve¨ªan c¨®mo pod¨ªan ser competitivos por culpa del alto coste de la electricidad y la calefacci¨®n que pagaban, ya que importar la energ¨ªa a trav¨¦s de unos oleoductos marinos costaba 55 millones de coronas (7.3 millones de euros) al a?o. ¡°Por alguna raz¨®n, el precio de nuestras patatas cada a?o era m¨¢s bajo y el de la gasolina no paraba de crecer¡±, explica Hermansen. Poco a poco la isla se estaba quedando vac¨ªa, los negocios cerraban y los campesinos como Jorgen?no encontraban a gente joven que quisiera hacerse cargo del ganado.
Todo empez¨® a cambiar en 1997 cuando la municipalidad de?Sams??gan¨® un concurso nacional para convertirse en un laboratorio de energ¨ªas renovables. Pero m¨¢s all¨¢ de los planes de ayudas, para Hermansen?el ¨¦xito del proyecto se explica porque se decidi¨® aplicar un modelo de cooperativa, involucrando a toda la comunidad. ¡°Pusimos muchos esfuerzos en explicar los beneficios econ¨®micos para todos los vecinos, ya que est¨¢bamos convencidos de que la energ¨ªa verde aportar¨ªa un progreso democr¨¢tico e igualitario para?Sams?¡±, afirma. A pesar de las buenas intenciones, el proyecto tuvo que enfrentarse a muchos frentes y cejas arrugadas y algunas caras de escepticismo entre los vecinos. Al final, y a pesar de las reticencias iniciales, 400 propietarios invirtieron alrededor de 71 millones de euros para construir los primeros once aerogeneradores. De los que se instalaron, cada uno produce la energ¨ªa necesaria para alimentar a unos 600 hogares.
La clave: la comunidad?
A vista de p¨¢jaro,?Sams??est¨¢ rodeada por playas de arena blanca y un mar de color gris plomo y cubierta por bosques e infinitos campos de cereales. M¨¢s all¨¢ del viento, este cereal que en verano se convertir¨¢ en paja, es tambi¨¦n la principal fuente econ¨®mica y de energ¨ªa. El tractor de Jorgen Tranber?ruge y escupe una nube de humo negro al encenderse. ¡°Ya me gustar¨ªa tener uno el¨¦ctrico, no entiendo por qu¨¦ Tesla a¨²n no ha hecho uno¡±, comenta sonriente. La paja que recoge de sus campos servir¨¢ para alimentar la planta de biomasa que distribuye la calefacci¨®n entre los cuatro principales pueblos, un modelo que genera un ahorro importante de energ¨ªa. El tejado de su granja tambi¨¦n est¨¢ cubierto con placas fotovoltaicas, y es que la isla, a pesar de que solo hay un sem¨¢foro que regula el tr¨¢fico, concentra el mayor n¨²mero de paneles solares de todo Dinamarca.
Toda esta inversi¨®n ha generado nuevos puestos de trabajo y una econom¨ªa alrededor de las energ¨ªas renovables que hace que hasta ahora 5.000 cient¨ªficos, empresarios, pol¨ªticos y periodistas hayan visitado Sams??para aprender de las experiencias locales. En la Academia de la Energ¨ªa es donde asesoran a varios proyectos de todo el mundo que quieren aplicar un modelo similar: desde Haw¨¢i hasta Jap¨®n pasando por El?Hierro en las islas Canarias. Para todos ellos, el consejo de?S?ren Hermansen?para conseguir el ¨¦xito es centrarse en la comunidad y no tanto en la ingenier¨ªa y la tecnolog¨ªa: ¡°Lo que la gente quiere saber es: ?qu¨¦ beneficio podr¨¦ sacar yo de todo esto?¡±.
Desde unos antiguos astilleros al sur de Copenhague, ahora convertidos en un espacio para start ups y proyectos de econom¨ªa verde, el antrop¨®logo ambiental y fundador de Naboskab,? Kristoffer Ravnb?l,?trata de encontrar nuevas f¨®rmulas para que las comunidades locales de todo el pa¨ªs se involucren en proyectos medioambientales. Kristoffer conoce bien?Sams??y coincide en que su plan a diez a?os es un hito ambicioso, pero asegura: ¡°No podemos esperar que pol¨ªticos y empresarios tomen las decisiones, tenemos que dejar que sean los pescadores y los granjeros afectados por el cambio clim¨¢tico los que tomen las iniciativas o ser¨¢ demasiadas tarde para el planeta¡±.
Para conseguirlo, en?Sams??se han marcado hitos a corto plazo: desde el 2014 el ferry que une con la pen¨ªnsula de?Jutlandia?funciona con gas y cada a?o se instalan m¨¢s puntos de recarga de bater¨ªas para coches que alimentan a toda la flota de veh¨ªculos municipales. Hablando de los retos econ¨®micos, legislativos y de mercado que puede generar la transici¨®n hacia la eliminaci¨®n de las energ¨ªas f¨®siles en la isla, ?Kristoffer tambi¨¦n subraya la importancia de los grandes cambios personales y de estilo de vida que se tendr¨¢n que forzar para conseguirlo: ¡°En un lugar tan peque?o como?Sams?, todo el mundo se mira y se pregunta qu¨¦ coche lleva su vecino. Si la comunidad decide emprender este camino, t¨² no querr¨¢s ser el ¨²nico que va conduciendo un coche di¨¦sel, ?no es as¨ª?¡±. S?ren?tambi¨¦n se muestra optimista con que la isla podr¨¢ afrontar una nueva revoluci¨®n ecol¨®gica en solo diez a?os: ¡°En el 97 todo el mundo nos dec¨ªa que no lo conseguir¨ªamos, pero lo hicimos¡±.
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