Correcci¨®n de rumbo
Treinta a?os en la trayectoria del estudio sevillano Rubi?o-Garc¨ªa M¨¢rquez conforman 'Biograf¨ªa ilustrada', un ejercicio de revisi¨®n, contenci¨®n y autocr¨ªtica en el que conviven osad¨ªa, tentativas, reflexi¨®n y entendimiento del lugar y del tiempo hasta lograr una voz impredecible pero propia
Ignacio Rubi?o, Pura Garc¨ªa M¨¢rquez y Luis Rubi?o lo ten¨ªan todo para no durar como estudio de arquitectura. Son tres, el dif¨ªcil tri¨¢ngulo. Luis e Ignacio son, adem¨¢s, hermanos. Pura e Ignacio son, adem¨¢s, pareja. Pero duraron. Duran. Y tras 30 a?os de ¨¦xitos, silencios y de alcanzar una voz propia, hacen balance en una Biograf¨ªa ilustrada (1989-2019) que ha publicado el sello Recolectores Urbanos.
Los Rubi?o tuvieron una voz temprana. Fueron modernos antes de descubrir a Borromini. Se fascinaron por el orden arquet¨ªpico Rossiano y buscaron sutileza en la plasticidad de Siza. Esquivaron la tentaci¨®n postmoderna que todo lo mareaba en sus inicios y supieron hacerlo sin aferrarse a un incuestionable credo moderno. Demostraron rigor sin dogma y despegaron sin cors¨¦s, con m¨¢s ideas que estilo.
Cuando en las escuelas se ambicionaba construir el mundo y se limitaban los referentes a mundos opuestos ¡ªla peligrosa dicotom¨ªa entre la artesana Suiza (Basilea) y la industrial Holanda¡ª, ellos hablaban del paisaje local sin localismos, pero con imaginaci¨®n. Tambi¨¦n con ambici¨®n. En 2002, y en Sanl¨²car de Barrameda (C¨¢diz) construyeron viviendas sociales de autoconstrucci¨®n capaces de crear identidad. Corr¨ªa 2007 cuando en Casabermeja (M¨¢laga) sembraron un parque que es poco m¨¢s que un camino. Una de sus obras cumbre es el estadio de f¨²tbol La Victoria, en Ja¨¦n (2002), un edificio que no se ve ¡ª?un estadio!¡ª que parece sembrado entre olivos en lomas de olivares y est¨¢, en realidad, sellando una antigua cantera. Trabajaban lo rural desde la ambici¨®n y, por lo tanto, desde el conocimiento de lo local, con recursos art¨ªsticos como la descontextualizaci¨®n. Utilizaron las piezas prefabricadas de baja tecnolog¨ªa habituales en los pueblos andaluces para levantar, como si de una construcci¨®n arquet¨ªpica se tratara, la subestaci¨®n el¨¦ctrica El Roc¨ªo, en Huelva (2007). Con ese bagaje y esa flexibilidad recibieron reconocimiento. Luego lleg¨® el silencio. Ocho a?os sin construir. ?Es ese el premio por haberlo hecho bien? ?Hicieron algo mal?
Los Rubi?o y Garc¨ªa M¨¢rquez han sido tambi¨¦n, los tres, profesores. Docentes escuchados y valorados. Ahora son sus alumnos los que los explican, ubican, discuten y analizan en el libro que recoge su obra. Y su vida. Esa vuelta de tuerca es un pago emocionante. Entre los pupilos, a Daniel Montes le cuentan que se sintieron solos, ¡°como en un exilio interior¡±. Mar¨ªa Gonz¨¢lez y Juanjo L¨®pez de la Cruz (Sol 89) recuerdan cuando ¡°la escuela del sur a¨²n pose¨ªa un marcado acento local¡± y los Rubi?o-Garc¨ªa M¨¢rquez enraizaban la cultura vern¨¢cula y marginal al tiempo que tend¨ªan puentes hacia la arquitectura europea abanderando ideas antes que construcciones. Por eso describen emplazamientos fronterizos, ¨¢speros y descarnados y a la vez reclaman para estos arquitectos una ¡°conciencia del lugar¡±, una suerte de lugar de los afectos, una topograf¨ªa de horizontes, colores y olores que termina por resumir lo que somos.
A esos alumnos, Rubi?o y Garc¨ªa M¨¢rquez les ense?aron, como Siza, que los caminos no est¨¢n nunca claros y que un rumbo se consigue sin dejarse arrastrar por los embates circunstanciales o las corrientes de las modas. Para eso en n¨¢utica existe lo que se conoce como ¡°correcci¨®n del rumbo¡±. Esa es la ense?anza de estos tres arquitectos que recuerdan que el talento no se salta ninguna generaci¨®n. La suerte, seguramente, s¨ª.
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