Hordas a orillas del Mekong
Laos pierde su car¨¢cter de destino minoritario para adaptarse al turismo de masas
Laos, hasta no hace mucho uno de ¨²ltimos remansos de paz en Asia y baluarte de la tradici¨®n oriental, sucumbe ante las hordas de turistas para transformarse en otro escaparate de una regi¨®n en desarrollo.
Las oleadas de j¨®venes con mochila y la proliferaci¨®n de albergues y restaurantes est¨¢n cambiando la fisonom¨ªa y atm¨®sfera de la milenaria ciudad de Luang Prabang, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1995.
Asentada desde hace 700 a?os en un meandro del r¨ªo Mekong al norte del pa¨ªs, esta localidad, que dicen salvaguard¨® el "esp¨ªritu" de Laos, alberga m¨¢s de 30 monasterios budistas y decenas de edificios de estilo colonial construidos durante la ocupaci¨®n francesa (1880-1954).
Las agencias de viajes han convertido en un reclamo tur¨ªstico el ritual que cientos de monjes efect¨²an todas las ma?anas cuando recorren las calles para recoger las donaciones de los feligreses, quienes, con su ofrenda, realizan m¨¦ritos ante Buda.
En las cercan¨ªas de un templo, una hilera de solemnes monjes ataviados con t¨²nicas color azafr¨¢n son abordados por decenas de flashes de las c¨¢maras que portan turistas, quienes en su af¨¢n por una buena instant¨¢nea casi provocan que los religiosos caigan de bruces sobre el suelo.
"Los turistas deber¨ªan actuar con mayor respeto y tacto cuando presencian la colecta de alimentos, aunque para nosotros tampoco representa un gran agravio", afirma un joven monje, haciendo gala de la santa paciencia budista. Parad¨®jicamente, muchos novicios aprovechan su retiro espiritual para aprender el ingl¨¦s y, al finalizar su periodo de noviciado, se hacen gu¨ªas tur¨ªsticos.
Falta de respeto
A pesar de los carteles repartidos por toda la ciudad en los que aleccionan sobre c¨®mo comportarse, los visitantes extranjeros, en su mayor¨ªa mochileros, se empe?an en invadir el espacio de los monjes y hasta se unen de forma insolente al ritual, cometiendo as¨ª lo que est¨¢ considerado una grave falta de respeto por la religi¨®n.
Despu¨¦s de tres d¨¦cadas de aislamiento a causa del conflicto en Indochina y la llamada guerra fr¨ªa, el r¨¦gimen comunista de Laos comenz¨® a abrir su econom¨ªa al exterior en los a?os ochenta. Desde entonces, el turismo se ha abierto paso hasta convertirse en una de sus principales fuentes de ingresos.
Laos recibi¨® el a?o pasado m¨¢s de 1,5 millones de viajeros, lo que supuso un crecimiento del 9% con relaci¨®n a 2007, y el sector gener¨® ingresos equivalentes al 34% de su Producto Interior Bruto (PIB).
Luang Prabang, la antigua capital del Reino de Laos, fue visitada en 1995 por varios miles de turistas, pero en la actualidad aloja cada a?o a m¨¢s de 300.000 extranjeros, una cifra que triplica la de residentes.
"El problema es que Luang Prabang no es s¨®lo una ciudad con edificios y templos antiguos, sino que debe su car¨¢cter a un ritmo de vida especial, ahora amenazado por el turismo", se?ala Noy Salisaphone, empleado de una agencia de viajes.
Nuevos puestos de trabajo
Pero tambi¨¦n los detractores de la masificaci¨®n del turismo, admiten que este fen¨®meno ha creado puestos de trabajo y nuevas oportunidades para las minor¨ªas ¨¦tnicas del pa¨ªs, cuyos poblados est¨¢n incluidos en los itinerarios tur¨ªsticos.
En las aldeas de las tribus hmong y khamu, pr¨®ximas a Luang Prabang, los turistas se meten en las sencillas caba?as sin reparar en sus ocupantes que, aparentemente acostumbrados a la intromisi¨®n, se desperezan en las hamacas que cuelgan sobre el suelo de tierra. Los ni?os desgre?ados corretean por la aldea, mientras los adultos cumplen sus tareas dom¨¦sticas demostrando indiferencia hacia los visitantes.
"El Gobierno nos regala arroz a cambio de dos visitas a la semana de extranjeros. No nos importa que vengan a hacernos fotos", asegur¨® el hmong Chacheng Thor, de 39 a?os y padre de siete hijos.
El turismo ha llegado a las zonas m¨¢s remotas de la otrora aislada Laos. En el futuro pr¨®ximo, vender¨¢n pulseras y pa?uelos, como hacen otras minor¨ªas en las vecinas Vietnam o Tailandia.
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