T¨¦ con pastas africanas
Elefantes, leones, ballenas, iglesias victorianas y campos de naranjas en Puerto Elizabeth
En 1903 King Edward era un club de caballeros, un caser¨®n para que los gentlemen descasaran, se dispersaran, perdieran el tiempo en sus aficiones... A?os despu¨¦s se convirti¨® en el hotel que es hoy y, al llevar a cabo las primeras reformas, se descubrieron entre los pasillos y habitaciones otros pasillos y puertas secretas. Eran la entrada y salida de las acompa?antes de los caballeros del club. Puerto Elizabeth tiene aires victorianos, art dec¨®, iglesias g¨®ticas, bibliotecas de caoba, campos de rosas, extensos naranjales y casas de colores. Hay rincones que pudieran ser postales de cualquier localidad del sur de Inglaterra. Pero tambi¨¦n es ciudad portuaria. Como los pasillos del King Edward, esta localidad del sureste surafricano esconde sorpresas.
Elizabeth no era monarca
La Isabel que da el nombre a esta ciudad no es Tudor. Puerto Elizabeth fue bautizada en honor a la esposa de Sir Rufane Donkin, gobernador de la Colonia del Cabo en 1820 y l¨ªder del primer asentamiento brit¨¢nico en esta regi¨®n. Por aqu¨ª pasaron holandeses, alemanes, portugueses y brit¨¢nicos, adem¨¢s de los pueblos khoisan y xhosa. A primera vista, predomina en el legado ingl¨¦s en esta ciudad que hoy, junto con Uitenhage y Despatch, forma la Bah¨ªa de Nelson Mandela .
Sin salir del centro se encuentra el Mercado de las Plumas, un enorme edificio levantado a finales del diecinueve como centro de compra venta de plumas de avestruz. Gran negocio entonces, los comerciantes de esta materia, utilizada fundamentalmente para la elaboraci¨®n de sombreros de se?ora, llegaron a levantar mansiones con ba?os de oro. El negocio se fue a pique, cuentan los locales, cuando el coche de caballos dio paso al de motor. Los sombreros eran demasiado grandes para las cabinas, se volaban las plumas... La regi¨®n sigue hoy llena de avestruces, pero ahora se filetean, se hacen hamburguesas o se sirven en carpaccio. Y el antiguo mercado es un curioso centro de convenciones.
De Kruger a Biko
En la misma zona, en los alrededores del parque conocido como Donkin Reserve - que incluye un faro que se puede visitar - se levanta la catedral de San Agust¨ªn (interesantes vidrieras) y la Biblioteca, un edificio peque?o y bello de estilo g¨®tico victoriano, construido en 1901 con materiales tra¨ªdos de Inglaterra.
Justo al lado se encuentra la iglesia de Santa Mar¨ªa. Primera santuario anglicano de la zona y orgullo local, en su d¨ªa consigui¨® poner de acuerdo a las dos caras del Sur¨¢frica colonial de finales del diecinueve, el ingl¨¦s Cecil Rhodes y el l¨ªder de la resistencia Boer Paul Kruger. Este santuario se quem¨® en 1895. Para su reconstrucci¨®n, los adversarios hicieron causa com¨²n y procuraron los donativos que finalmente permitieron que se reparara.
Frente a esta iglesia, tras la entrada al ayuntamiento, en un lateral de unas dependencias municipales, asoma a ras del suelo una ventana enrejada. Es la celda en la que permaneci¨® el activista anti apartheid Stephen Biko antes de ser trasladado al edificio de seguridad que albergaba la famosa la sala 619, donde recibir¨ªa la paliza que finalmente acab¨® con su vida, ya camino de Pretoria.
El distrito de los techos rojos
En una esquina una anciana remueve en un bid¨®n una cabeza de vaca. Prepara un caldo. Decenas de personas la rodean. Es una escena que se repite en las esquinas de New Brighton. Los townships o suburbios donde se concentra la poblaci¨®n negra m¨¢s pobre se pueden visitar. Incluso se organizan viajes. El de New Brighton es probablemente el m¨¢s grande de Puerto Elizabeth. Cientos de construcciones endebles o directamente chabolas que se extienden en forma de callejones sin asfaltar sobre una interminable explanada. Como todos, est¨¢ a las afueras. Los constru¨ªan en el extrarradio para que sus habitantes, que en su mayor¨ªa trabajaban en pol¨ªgonos y f¨¢bricas tambi¨¦n a las afueras, no tuvieran que pisar el centro blanco.
No hay sensaci¨®n de inseguridad. Es una pobreza ordenada. La gente sonr¨ªe. Los ni?os dejan de jugar al f¨²tbol y posan para las c¨¢maras.
En una esquina de New Brighton se alza el Museo Red Location, consagrado ¨ªntegramente al recuerdo de los a?os del apartheid. El nombre lo toma del rojo oxidado que tintaba los techos de hojalata de las chabolas de una zona de este suburbio, una zona levantada con materiales que proven¨ªan, sobre todo, de un hospital cercano y del antiguo campo de concentraci¨®n de Uitenhage. Elegantemente sobrio, como una enorme f¨¢brica o almac¨¦n, visto desde las chabolas apenas se adivina que es un museo. El interior es un espacio abierto de luces y sombras salpicado con Doce cajas de la Memoria, doce instalaciones en las que pueden colgar sogas, enormes fotos de Biko o miles de instant¨¢neas v¨ªctimas an¨®nimas.
Dos kil¨®metros de dunas
Fuera de la ciudad, rumbo al Parque Nacional de Addo , pasando la bah¨ªa de Nqura, casi dos kil¨®metros de dunas separan la carretera del mar. En Alexandria Dune Field las fuertes corrientes impiden el ba?o, aunque es frecuentada por pescadores y por turistas. Incluso hay hoteles y visitas guiadas por este vast¨ªsimo arenal, casi 80 kil¨®metros de largo, por en el que no es aconsejable circular sin GPS. Las rutas llegan hasta la desembocadura del r¨ªo Sundays y de ah¨ª regresan en ferry. La vista se pierde en la arena.
Tambi¨¦n se puede perder la vista en Ado, perderse buscando a los siete grandes. Es el ¨²nico parque que cuenta con los big five, el b¨²falo, el rinoceronte, el elefante, le¨®n y el leopardo y dos a?adidos, la ballena franca y el gran tibur¨®n blanco. Un verdadero reclamo. Las visitas se pueden hacer con coche propio o alquilando all¨ª mismo un todoterreno con gu¨ªa. En cualquier caso, mucha paciencia y ropa de abrigo para las primeras horas de la ma?ana. Addo se extiende sobre unas 200.000 hect¨¢reas. Una gota de agua comparado con el parque Kruger pero un espacio lo suficientemente amplio como para que se necesiten varios d¨ªas para lograr ver a todos los animales. Los m¨¢s dif¨ªciles: el le¨®n y el leopardo.
![Por Puerto Elizabeth han pasado portugueses, holandeses, alemanes, y brit¨¢nicos, adem¨¢s de los pueblos khoisan y xhosa. El King Edward, de 1903 era un club de caballeros convertido ahora en hotel.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/XPFWRSU7DMBGTZGNVAM7NJCKNM.jpg?auth=ae0135191347c104ece58d377598da62b8119ec2292fb455b0f4277aedad4f2e&width=414)
GU?A PR?CTICA
D?NDE DORMIR
En el centro:
King Edward. 0027 41 586 2056 res@kingedwardhotel.co.za www.kingedwardhotel.co.za/
The Windermere 0027 41 582 2245 info@thewindermere.co.za www.thewindermer.co.za
Victorian Villa 0027 41 373 5359 clientservices@victorianvilla.co.za www.victorianvilla.co.za
En los alrededores:
The Willows 0027 41 396 2000 willows@madibabay.co.za www.thewillowsspace.co.za
D?NDE COMER
El Greco. Shop 35, The Boardwalk, Summerstrand, 0027 41 583 2950. Cocina surafricana, carnes, pollo y marisco con un toque griego.
Obrigado. 7 Park Lane, Central. 0027 41 374 1567. Costillas, curris de pescado y variedad de platos mozambique?os.
The Coachman, 103 Cape Road, Mill Park, 0027 41 373 3440. Carnes a la parrilla en un buen ambiente. Posee adem¨¢s una peque?a barra a la entrada, agradable para tomar una copa despu¨¦s de la cena.
COPAS
Richmond Hill es la zona m¨¢s moderna y bien puesta. Vovo Telo y Pescadiya son los locales m¨¢s famosos. En Parliament Street se concentra la zona de mayor¨ªa negra, en locales como el Zanzibar y el Angelo's. Ambiente gay en The Italian Job, en Rose Street, y c¨®cteles en el Mint Caf¨¦, en Summerstrand.
Y ADEM?S
Addo National Park 00 27 42 233 86 00 www.addoelephant.com
Red Location Museum. 00 27 41 408 8400 www.freewebs.com/redlocationmuseum/
Turismo Port Elizabeth http://www.portelizabeth.co.za/
Turismo de la Bah¨ªa Nelson Mandela http://www.nmbt.co.za/
Gu¨ªa de restaurantes http://www.lets-eat.co.za/
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.