Escapar del ajetreo de Venecia
Las islas de Murano, Burano, Torcello y el Lido ofrecen un refugio para alejarse de las masas de turistas que inundan la ciudad de los canales durante carnaval
Cuando en Venecia las masas de turistas agobian por todos lados, lo mejor es echarse al agua. Ante las colas para entrar en la Bas¨ªlica de San Marcos, los empujones en el puente Rialto, las prisas en Ca' Rezzonico o el gent¨ªo en general que atrae el carnaval estos d¨ªas, una recomendaci¨®n asequible es darse un respiro y tomar un vaporetto (bus acu¨¢tico) rumbo a las islas que rodean la ciudad de los canales. Otro mundo. Ah¨ª est¨¢n Murano, una especie de Venecia a escala, Burano y el estallido crom¨¢tico de sus casas de pescadores, la vieja Torcello y su tranquilidad ancestral, el Lido y las playas que toman al asalto los venecianos cada verano. Las mismas en las que el protagonista de Muerte en Venecia se enamoraba obsesivamente del joven Tadzio.
Alejarse de la ciudad por agua es una forma de tomar perspectiva. En ese paisaje que la rodea yacen los or¨ªgenes de La Seren¨ªsima; es "la misma extensi¨®n plana y desolada de agua, juncos y marismas que los primeros venecianos escogieron para asentarse", como escribe el erudito y arist¨®crata ingl¨¦s John Julius Norwich en su apasionante Historia de Venecia (Almed). Una circunstancia -otra m¨¢s- que hace ¨²nica a Venecia. "No hay ninguna otra gran ciudad que haya logrado preservar hasta tal punto en sus inmediaciones la atm¨®sfera y el entorno que la vieron nacer", a?ade Norwich. Ese panorama se puede recorrer en un d¨ªa, y no hacen falta excursiones organizadas; recurra al transporte p¨²blico. Empezando por Murano y acabando en el Lido, con tiempo para observar desde all¨ª la ca¨ªda del sol sobre Venecia.
01 Murano
Partiendo de las Fondamente Nuove, el vaporetto se planta en diez minutos en Murano, la isla del cristal. Se abre como una Venecia en miniatura, con su gran canal, sus palazzi (como el g¨®tico palazzo da Mula) y sus iglesias; pero sin las hordas de turistas (14 millones inundan Venecia cada a?o). Aqu¨ª fue confinada la antigua artesan¨ªa del vidrio en el siglo XIII, para alejar sus hornos y el peligro de incendio. Hoy algunos muestran su t¨¦cnica. Los artesanos calientan la masa de vidrio hasta hacerla maleable, y luego la soplan y la estiran para modelar copas, vasos, l¨¢mparas de ara?a... La f¨¢brica de Mazzega abre su taller junto a varias plantas con cientos de creaciones.
La historia del cristal de Murano se exhibe en el Museo del Vetro, con piezas de ¨¦poca romana. Cerca se alza la iglesia de Santa Maria e Donato (siglo XII), una joya v¨¦neto-bizantina, de cuando Venecia reinaba como potencia comercial del Mediterr¨¢neo. Fuera luce su ¨¢bside exterior, de ladrillo y columnas blancas, y dentro esperan la Virgen Mar¨ªa, en el dorado mosaico del ¨¢bside, y un hipn¨®tico pavimento de mosaico de m¨¢rmol. Para comer, la Trattoria Valmarana, con sus sarde in saor (sardinas fritas marinadas).
02 Burano
Con esas casas pintadas de colores vivos, de rojo saturado, azul el¨¦ctrico y amarillo lim¨®n, podr¨ªa parecer que este peque?o pueblo de pescadores no es m¨¢s que un bonito decorado, pero nada de eso; ah¨ª vive gente que trabaja. Tienen amarrado el bote a la puerta de casa, y no es raro verlos preparando redes y aparejos con los que faenan en la Laguna. La intensidad crom¨¢tica de las casas tiene su raz¨®n: las pintaron as¨ª para que los pescadores las identificaran desde lejos cuando volv¨ªan del mar.
La otra se?a de identidad buranesa son los encajes, que tradicionalmente tej¨ªan las mujeres. Se puede echar un vistazo en las tiendas cercanas a la piazza Galuppi, junto a la iglesia San Martino, o en el Museo del Merletto, que repasa la historia de estos tejidos. Y para probar el renombrado pescado local: el restaurante Al gatto nero. Luego vale la pena perderse entre las calles, silenciosas y apacibles, y acabar sentado en el embarcadero, contemplando el reflejo del atardecer en la Laguna.
03 Torcello
El vaporeto desembarca ante un camino que conduce a la plaza mayor, centro de una isla pr¨¢cticamente deshabitada, todo juncos y marismas. Caminando por ese humilde trayecto cuesta imaginar que en estos terrenos se levantara una de las comunidades m¨¢s antiguas y din¨¢micas de la Laguna, con sus palazzi y sus canales. No queda casi nada de todo aquello, pero resiste la bas¨ªlica v¨¦neto-bizantina de Santa Maria Assunta (VII), considerado el edificio m¨¢s antiguo de Venecia, con sus mosaicos (IX-XII) de la Virgen y el ni?o y el del Juicio final.
Luego se puede descansar fuera y contemplar la iglesia de Santa Fosca (XI) y el campanile, con buenas vistas. O tambi¨¦n puede uno tumbarse en la hierba, junto al rumor del agua, y evocar la historia de Torcello, que se remonta a los primeros asentamientos de la Laguna. Hasta estas marismas llegaron los romanos del V¨¦neto para escapar del azote de las invasiones b¨¢rbaras. Fundada en el siglo V, fue la primera comunidad estable de la Laguna, y pronto se afirm¨® como un vigoroso centro mercantil (VI y VII), cuando la zona no era m¨¢s que un grupo de comunidades isle?as, seg¨²n escribe Norwich. En el siglo XIV, la poblaci¨®n ascend¨ªa a 20.000 habitantes, cifra considerable para la ¨¦poca. Con todo, cuesta encontrar rastros de esplendor. El novelista Henry James reconoc¨ªa la relevancia de la isla ("aqu¨ª naci¨® Venecia", anot¨®), pero la visita le decepcion¨®. A su colega Ernest Hemingway le interes¨® m¨¢s para aislarse y escribir.
04 Lido
Es como una vuelta al mundo real, con la ruidosa banda sonora del tr¨¢fico motorizado. Coches y motos, ausentes en el resto del archipi¨¦lago, circulan por esta isla alargada, semejante a una muralla natural que protege a la Laguna del Adri¨¢tico. Los venecianos toman al asalto sus playas cada verano y en septiembre es abducida por el Festival de cine de Venecia. La arteria es la avenida Santa Maria Elisabetta, que cruza el Lido hasta el frente mar¨ªtimo y conserva el aire tur¨ªstico que adquiri¨® a finales del XIX. Testimonio de aquellos d¨ªas es el majestuoso Hotel des Bains, en primera l¨ªnea de mar, donde el cincuent¨®n Gustav von Aschenbach, protagonista de Muerte en Venecia, de Thomas Mann, se enamoraba obsesivamente del efebo Tadzio. Y si el hotel ya era exclusivo, ahora va a serlo m¨¢s: ha sido reconvertido en apartamentos de lujo. Pese a todo, sigue abierto el entorno arbolado de la zona, que es id¨®neo para practicar deporte o pasear. Bien lo sab¨ªa Lord Byron -seg¨²n recoge Norwich en Venecia en el siglo XIX -, que no perdonaba su excursi¨®n diaria por la isla.
El Lido es un punto final provisional, porque a¨²n quedan muchas islas: San Michele, la isla cementerio; Sant' Erasmo, todo campos de labranza, San Lazzaro degli armeni, donde Byron intent¨® aprender armenio, San Francesco del deserto y su monasterio franciscano ... Escuche el consejo del veneciano Tiziano Scarpa, en su delicioso ensayo Venecia es un pez : "No renuncies a los peque?os cruceros por la laguna: sube a bordo de una motonave en Fondamente Nuove, descubrir¨¢s venecias paralelas, contravenecias, paravenecias, antivenecias". Toca embarcarse para comprobar c¨®mo la poderosa ciudad-nen¨²far se refleja en todo el archipi¨¦lago veneciano.
GU?A
BIBLIOGRAF?A
? Historia de Venecia , de John Julius Norwich (Almed)
? Venecia en el siglo XIX , de John Julius Norwich (Almed)
? Venecia es un pez , de Tiziano Scarpa (Min¨²scula)
? Muerte en Venecia, de Thomas Mann (Edhasa)
? Gu¨ªas clave: Venecia (Espasa)
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