Misteriosa espiral sin descifrar
El estudio RVR pone la arquitectura en di¨¢logo con los grabados prehist¨®ricos
Los petroglifos son grabados sobre rocas que convierten a ni?os y adultos en detectives. La cornamenta acaracolada del ciervo lo corona como el rey del bosque, pero tambi¨¦n los pu?ales, los caballos y los laberintos con espirales perfectas se convierten en jerogl¨ªficos a la hora de tratar de entender la vida de hace 4.000 a?os. Encontrar petroglifos entre los robles y descifrar sus mensajes es m¨¢s f¨¢cil en el nuevo Parque Arqueol¨®gico del Arte Rupestre de Campo Lameiro, en Pontevedra. El primero de un valle sembrado de yacimientos que aspira a convertirse en el Atapuerca gallego.
Como una marca en un paisaje frondoso de robles, pinos y sauces, el edificio de RVR Arquitectos (Redondo, Valladares y Rodr¨ªguez) es la puerta y, en realidad, podr¨ªa ser tambi¨¦n el primer petroglifo si no fuera porque esa gran roca forrada de escamas de granito que brota del monte para abrirle una v¨ªa de acceso no est¨¢ grabada con dibujos. Protegido como un armadillo, el inmueble marca el umbral para acceder al parque y funciona como un zagu¨¢n que acoge al visitante. El interior del museo aporta las claves para la b¨²squeda. All¨ª se aprende lo que es un petroglifo, para qu¨¦ serv¨ªan y d¨®nde se han hallado. Tras la visita es m¨¢s f¨¢cil dar con ellos. Tambi¨¦n interpretarlos. Adem¨¢s, el centro cuenta c¨®mo las rocas de granito se conservaron ocultas entre la maleza y c¨®mo ha sido necesario recuperarlas para que no las devoraran los matorrales ni las gastara y borrara el paso del tiempo. Terminada la lecci¨®n, el inmueble invita al paseo. Todo eso -ayudar a mirar, invitar a entrar y luego a salir a buscar- lo puede hacer un edificio. La roca firmada por RVR Arquitectos, que se ha hecho con el Premio Enor al mejor edificio gallego de los dos ¨²ltimos a?os, lo consigue sin esfuerzo aparente. Callando y ocupando su lugar.
Tambi¨¦n los petroglifos de Campo Lameiro surgieron para marcar el territorio y, como sucede en el interior del museo, hoy se observan mejor a la luz de una linterna que a pleno sol. As¨ª, el enclave invita tambi¨¦n a realizar visitas nocturnas. Al adentrarse en el valle del r¨ªo L¨¦rez, una de las mayores concentraciones europeas de arte rupestre al aire libre espera al visitante. Veintid¨®s hect¨¢reas de sauces, robles y espinos, nueve estaciones rupestres, 20 rocas con grabados y m¨¢s de 70 petroglifos por descifrar. Eso de momento. Quedan muchos por acondicionar y otros tantos por encontrar. Galicia est¨¢ sembrada de yacimientos de estos mensajes p¨¦treos. Por eso Campo Lameiro recrea un poblado de una ¨¦poca en la que el fuego era un tesoro. La recreaci¨®n har¨¢ que los visitantes aprendan c¨®mo era la cotidianidad en el bosque si tratan de hacer fuego con dos piedras, se animan a tejer un cesto o intentan enmangar la punta de una flecha.
De Galicia a Islandia
Un sendero de tres kil¨®metros -con fuentes, miradores y zonas de descanso- abre la puerta al valle e invita a atravesar el t¨²nel del tiempo. El juego forma parte de un recorrido que incita a perderse en un laberinto de bronce que, cual escultura de Richard Serra, permanece clavado en la ladera de la monta?a. Ese laberinto pone tres dimensiones al petroglifo neol¨ªtico m¨¢s famoso de Galicia, el que se encuentra en la playa de Mogor (Mar¨ªn, Pontevedra), todav¨ªa por descifrar y que, siguiendo una misteriosa espiral, hermana esa roca gallega con petroglifos similares hallados en Islandia y Finlandia, a 3.000 kil¨®metros de distancia.
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