Una pinta con Lucian Freud
Recorrido callejero por el Londres que frecuentaba el pintor, con paradas en su 'pub' y su restaurante favoritos
Nunca salud¨® a nadie. Aparcaba el coche ah¨ª detr¨¢s y pasaba corriendo, tap¨¢ndose la cara para que los fans no lo reconocieran. Ah¨ª donde est¨¢s sentada he visto gente esperarlo d¨ªas enteros", dice Ariah, una en¨¦rgica iran¨ª que prepara baguetes en el min¨²sculo Le Petit Caf¨¦, en la esquina de Peel Street, justo enfrente del 138 de Kensington Church donde Lucian Freud tuvo su ¨²ltimo estudio (el legendario de Paddington fue demolido hace lustros). "Nunca contestaba a la puerta ni dio una fiesta", dice llev¨¢ndose las manos a la cabeza. "?Ni flores ni celebraciones cuando muri¨®!". El 138 de Kensington Church es un edificio de tres pisos de ladrillo oscuro con las contraventanas del primero ya cerradas para siempre. A escasos 20 metros se encuentra Clarke's, el restaurante donde Freud bajaba a almorzar y a cuya due?a, Sally Clarke, con largo mandil y un gran manojo de llaves, en perfecto uniforme de gobernanta, retrat¨® Freud en 2008 ("Ahora se cree Dios", palabras de Ariah).
Con sus hijas Bella o Esther (2 de los 14 hijos reconocidos, aunque las malas lenguas le calcularon 40) frecuentaba tambi¨¦n el restaurante Wolseley, junto al Hotel Ritz, un majestuoso local de suelo de losetas donde sol¨ªa sentarse en una esquina, seg¨²n me se?ala el ajetreado encargado. Freud tambi¨¦n pint¨® el retrato de Jeremy King, actual it boy reci¨¦n comprometido con la pen¨²ltima socialit¨¦ de la City y due?o del local, elegante y discreto a la vez como solo los ingleses saben. No siempre se pudo permitir estos lujos, Lucian. En los sesenta, en pleno Swinging London y explosi¨®n del pop, a Freud le resultaba imposible vender sus cuadros y sol¨ªa ir a apostar y jugar al Esmeralda Barn Night Club, un pub de mala muerte regentado por los feroces gemelos Kray, unos malotes de los de cobrar deudas y quebrar piernas a los que en alg¨²n momento debi¨® hasta medio mill¨®n de libras. El Esmeralda ocupaba el actual Harvey Nichols de Knightsbridge, junto al Park Tower Casino, un feo edificio con un elegante portero de uniforme en la puerta. Freud nunca dej¨® de jugar ("Perder dinero es la soluci¨®n m¨¢s efectiva para mis problemas econ¨®micos", dec¨ªa) ni de apostar a las carreras. Le gustaban mucho las carreras de caballos, pero sobre todo le gustaban los caballos. Los pintaba con frecuencia y sal¨ªa a montar cada ma?ana, caballos de las Royal Barracks, acompa?ado del Oficial Andrew Parker-Bowles. Montaban al amanecer, en Hyde Park, a la hora de la niebla y los cuervos, con Parker-Bowles siempre vestido de uniforme de brigadier. (Gustan mucho los uniformes en Londres. Gustan tanto que hasta hay una web de contactos que imagino saturada).
Cuesti¨®n de pinceles
De los lejanos setenta s¨ª que sigue en pie The French House, un pub en el 49 de Dean Street, en pleno Soho, abarrotado un lunes a media tarde, con un gran ventanal y cientos de fotos en las paredes que retumban con las obras de la calle (toda Londres es una enorme zanja en este a?o ol¨ªmpico). Hay fotos de actores, de viejos clientes, muchas fotos de Francis Bacon, de quien Freud fue amigo ¨ªntimo hasta que se enemistaron y quien le aconsej¨® que cambiara de pincel de marta a pincel de cerdas, provocando as¨ª ese cambio radical al trazo empastado que hizo de Freud un autor inconfundible. Sol¨ªan encontrarse en el estudio de Bacon en Reece Mews y venir a beber al Soho a mediod¨ªa, muy a menudo al Colony Room de tan negra fama y reci¨¦n desaparecido, y tambi¨¦n a este French House. La clientela del French House es de lo m¨¢s variada; desde guapos ejecutas hasta el setent¨®n con Barbour y gorra, a todos saluda Lizzie por su nombre. "Lucian siempre se sentaba solo, al fondo, en una mesa en la que no se sentaba nadie m¨¢s", dice mientras me sirve un ribera del Duero (anunciado en la pizarra), se?alando una mesa en lo m¨¢s estrecho de la sala. "Se quedaba en esa esquina, mirando a la gente y bebiendo champ¨¢n durante horas" ("Quiero ser an¨®nimo como Harum al Raschid", era una de sus frases). Champ¨¢n. Le gustaba el Louis Roederer, y los dulces: a sweet tooth, un amante de la pasteler¨ªa. La Patisserie Valerie, en el 105 de Marylebone High Street, fue una de las primeras de la ahora ubicua cadena de Valeries. Esta de Marylebone tiene las paredes pintadas de verde p¨¢lido y flores, como un cursi jard¨ªn mediterr¨¢neo, clientela de turistas y camareros portugueses que sirven scones y grandes teteras de Earl Grey.
A esta Valerie estuvo trayendo Freud a su madre, cada d¨ªa sin falta durante ocho a?os, antes de llevarla al estudio y pintar su retrato (varios) para evitar que volviera a intentar suicidarse como hizo al morir su marido, en abril de 1970. La tra¨ªa aqu¨ª, se sentaba a su lado. Compart¨ªan su silencio de las cinco de la tarde. Y sub¨ªan a que Lucian pintara esa expresi¨®n tremenda de indignaci¨®n y dolor que ten¨ªa la buena de Lucie, siempre con la mirada desviada. Son contados los retratos de Freud en los que el retratado est¨¦ mirando de frente; muchos se tapan los ojos o directamente dan la espalda. Ah¨ª est¨¢ la gigantesca y carnal espalda de Leigh Bowery, el ¨²ltimo gran modelo de Freud, un vitalista que muri¨® de sida en los noventa y a quien conoci¨® en la galer¨ªa de Anthony d'Offay donde Bowery practicaba las performances m¨¢s salvajes. La galer¨ªa D'Offay deber¨ªa encontrarse en el 24 de Dering Street, a escasos metros de Oxford Street, tomada por las excavadoras y las gr¨²as. Deber¨ªa encontrase, pero no se encuentra. Unos metros m¨¢s all¨¢, en la misma Dering, otra excavadora remueve los cimientos de la ciudad, buscando el diamante del Jubileo de la Reina quiz¨¢, o buscando a Freud, desesperadamente, sin saber que se encuentra enterrado en el exclusivo cementerio de Highgate, cerca de Marx, y donde el arzobispo de Canterbury ofici¨® su funeral. De uniforme.
? Esther Garc¨ªa Llovet es autora de las novelas Subm¨¢quina (Salto de P¨¢gina) y Las crudas (Ediciones del Viento).
Gu¨ªa
Informaci¨®n
? Oficina de turismo de Londres (www.visitlondon.com/es).
? Harvey Nichols de Knightsbridge (www.harveynichols.com). 109-125 Knightsbridge.
? Cementerio de Highgate (www.highgate-cemetery.org). Abre de 10.00 a 17.00. Entrada, 3,75 euros. Los s¨¢bados, a las 14.00, hay rutas guiadas; 8,75 euros.
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