Redescubrir el teatro romano de C¨®rdoba

En el siglo I d.C el acomodador Tito Servio ayudaba a 10.000 espectadores a coger asiento en el teatro romano de Corduba (como se llamaba la ciudad andaluza en tiempos de la Hispania romana). Controlaba los accesos procedentes de bellas plazas, cuyas escalinatas se adornaban con estatuas fuentes. Y sobre todo se encargaba de asignar el lugar correspondiente a cada clase social. Incluso la familia de S¨¦neca ten¨ªa reservado all¨ª uno de los mejores asientos.

Una solemne procesi¨®n abr¨ªa el espect¨¢culo. El grader¨ªo quedaba en silencio y grupos de actores enmascarados comenzaban la obra. Tragedias, comedias y pantomima provocaban gritos, silbidos, aplausos o silencios de un p¨²blico que se divert¨ªa a mediod¨ªa. Tambi¨¦n hab¨ªa momentos para las ceremonias de culto a los emperadores a los que se veneraba en un tel¨®n arquitect¨®nico de fondo, tan majestuoso como evocador.

El teatro romano de Corduba estuvo en pie durante casi 300 a?os hasta que en el siglo III d.C un terremoto lo da?¨®. Desde ese momento, hasta que desaparecen los espect¨¢culos, el edificio fue objeto de abandono, expolio, cantera de m¨¢rmol y piedra, perdi¨¦ndose su memoria con el paso del tiempo. Siglos despu¨¦s en su solar se edific¨® la Casa de los P¨¢ez, uno de los palacios m¨¢s bellos y antiguos del Renacimiento en C¨®rdoba y desde 1959 acoge el Museo Arqueol¨®gico de la ciudad. Un museo que tiene la particularidad de haber destapado e integrado in situ los vestigios del viejo teatro.

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Quienes haga m¨¢s de un a?o que no vayan por C¨®rdoba hallar¨¢n en la Plaza de Jer¨®nimo P¨¢ez un nuevo y depurado edificio de ampliaci¨®n del museo, que a pesar de seguir una est¨¦tica contempor¨¢nea y racionalista, no desencaja con el palacio renacentista de los P¨¢ez, ni con los restos de uno de los mayores teatros de Hispania.

Por el momento acoge una exposici¨®n temporal e indefinida, llamada: C¨®rdoba encuentro de culturas. Una interesante y cuidadosa selecci¨®n de 500 piezas arqueol¨®gicas de la historia de la ciudad, mientras tanto continuen las obras de restauraci¨®n.

El nuevo inmueble tiene la virtud de hacer desfilar al usuario por una pasarela en el s¨®tano que sobrevuela las estructuras internas del teatro romano. A trav¨¦s de pantallas y paneles, el visitante conocer¨¢ c¨®mo se edific¨®, detectando los restos del grader¨ªo y la cripta anular. Incluso irrumpe un audiovisual cuyas luces perfilan sus estratos (diferentes fases constructivas del edificio) advirtiendo que prosiguen en el palacete anexo.

Si Tito Servio abriera los ojos, encontrar¨ªa con mucha dificultad algunos asientos del edificio romano. Hoy no acomodar¨ªa pero seguramente estar¨ªa encantado de bajar a las entra?as de lo que queda de su teatro, conduciendo al espectador a una nueva funci¨®n; la de hacer pensar y recordar cu¨¢n ef¨ªmero, destructor pero poderoso es el tiempo. Y es que en la vetusta C¨®rdoba, las piedras limpias y maquilladas, todav¨ªa hablan, siendo capaces de resucitar de las cenizas y decir t¨¢nto por si mismas.

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