En el basti¨®n del Pritzker chino
Wang Shu utiliz¨® materiales reciclados para el imponente Museo de Ningbo
Ningbo era una de esas horrorosas ciudades chinas en las que uno se detiene solo si no le queda m¨¢s remedio. El puerto, quinto mayor del mundo, y los miles de f¨¢bricas de los alrededores son un potente im¨¢n econ¨®mico, pero hasta 2008 no hab¨ªa raz¨®n para entrar al centro urbano. Aunque sus dirigentes se vanaglorian de la milenaria historia del lugar, lo cierto es que del casco antiguo no queda piedra sobre piedra. Por lo menos en su forma original. Porque, ahora, esta ciudad de la provincia oriental de Zhejiang ha reinventado su historia para crear su peculiar efecto Guggenheim.
El Museo de Ningbo atrae todas las miradas. Desde las amplias avenidas que lo rodean parece un b¨²nker dise?ado a hachazos. Es una mole asim¨¦trica de 144 metros de largo, 65 de ancho y 24 de alto, cuyas paredes imposibles enga?an a la vista y desaf¨ªan a la l¨®gica. Pero la obra maestra de Wang Shu, que este a?o se ha convertido en el primer chino galardonado con el Premio Pritzker de arquitectura, impresiona todav¨ªa m¨¢s de cerca. Es entonces cuando la tradici¨®n en los materiales se mide con las l¨ªneas de las vanguardias. Sin duda una fachada de n¨ªtida modernidad nunca hab¨ªa escondido un coraz¨®n tan viejo.
Porque Wang Shu s¨ª que aprecia la historia del gigante asi¨¢tico. No en vano sus obras reinterpretan claves arquitect¨®nicas de dinast¨ªas pret¨¦ritas sin caer nunca en la obviedad. ¡°Para la construcci¨®n del museo, que se llev¨® a cabo teniendo en cuenta la sostenibilidad del proyecto, utiliz¨® materiales reciclados de antiguos edificios derribados, como hizo tambi¨¦n en el campus de la Academia de las Artes de China, en Hangzhou¡±, explica el director ejecutivo del museo, Qian Lu. ¡°Es una t¨¦cnica que se utiliz¨® en el pasado, sobre todo despu¨¦s de cat¨¢strofes naturales, pero que ahora se va perdiendo¡±. No en vano a Wang se le concedi¨® el Pritzker ¡°por su ejemplarizante continuidad cultural y por el vigor con el que ha recuperado la tradici¨®n¡±. Y ¨¦l mismo reconoce que quiere alejarse de ¡°la profesionalizada arquitectura sin alma que tanto se estila actualmente¡±.
Con millones de tejas y ladrillos, 50 artesanos prepararon el conglomerado gris con salpicaduras naranjas que reviste las fachadas, en las que crea un impresionante collage que invita a buscar detalles escondidos. Como los viejos sellos de las empresas que fabricaron los materiales originales. ¡°No son escombros¡±, asegura el arquitecto en una entrevista concedida a la televisi¨®n oficial CCTV, ¡°es historia, tiempo y experiencias. Mucha gente ha tocado estos ladrillos¡±. Y lo seguir¨¢n haciendo.
¡°El edificio es tan poderoso que se debe considerar una obra maestra¡±, escribe Alejandro Aravena, uno de los miembros del jurado del premio. ¡°Las paredes suponen una sobredosis de tiempo, y cada cent¨ªmetro de la obra es diferente¡±. As¨ª lo entiende tambi¨¦n la mayor¨ªa de los visitantes, que se acercan hasta el museo no para disfrutar con las colecciones, sino para retratarse frente a las paredes grises e indagar en cada grieta. ¡°Muchos incluso se sorprenden porque el hormig¨®n desnudo tiene la forma del bamb¨², muestra de la importancia que el arquitecto concede a la naturaleza¡±, comenta Qian. ¡°No busco la perfecci¨®n en la construcci¨®n, sino en los sentimientos que provoca¡±, ha explicado Wang.
¡°Aunque en conjunto parece un escenario de pel¨ªcula de ciencia ficci¨®n, nos hace pensar en las casas en las que vivimos de j¨®venes¡±, comenta Chen Jiong, un anciano de 83 a?os que se?ala en las paredes de la terraza del edificio tejas que perfectamente podr¨ªan haber cubierto su vivienda. ¡°Como la entrada es gratuita, suelo venir a mirar las paredes con mi nieto¡±, relata.
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Brumoso horizonte
En opini¨®n de Wang Shu, ¡°la tradici¨®n no es algo que debe recluirse en un museo¡±. Y a?ade: ¡°Yo trabajo con artesanos que pueden colaborar perfectamente en la construcci¨®n de edificios modernos. Eso quiere decir que la tradici¨®n est¨¢ viva para siempre¡±. Pero desde lo alto del Museo de Ningbo es evidente que, desafortunadamente, su ejemplo no cunde. Un pesado gris industrial cubre la ciudad, cuyo brumoso horizonte est¨¢ tomado por una sucesi¨®n de inanes torres de acero y cristal que perfectamente podr¨ªan ubicarse en cualquier ciudad china. ¡°No creo en la estrategia de construir un edificio ic¨®nico para dar reputaci¨®n a una ciudad. Hay que trabajar todo el conjunto¡±, dice.
El jurado del Pritzker a?adi¨®, a la hora de entregar el premio en Pek¨ªn, que con el galard¨®n de este a?o se reconoc¨ªa tambi¨¦n ¡°el rol que juega China en el desarrollo de ideales arquitect¨®nicos¡±. Porque es evidente que Wang Shu no est¨¢ solo. Aunque las ciudades chinas rechinan por su fealdad y por la homogeneidad que impide distinguirlas unas de otras, lo cierto es que el desarrollo del pa¨ªs ha provocado la aparici¨®n de grandes arquitectos locales que tienen una ardua tarea por delante en un pa¨ªs que prima lo comercial sobre lo vern¨¢culo, y la velocidad sobre la calidad.
Lo resume ?lvaro Guinea, profesor de proyectos, cr¨ªtica y an¨¢lisis de la arquitectura en la Universidad Europea de Madrid, que actualmente est¨¢ realizando la tesis doctoral sobre los medios de producci¨®n de lo urbano y la urbanidad en China: ¡°Wang Shu es una referencia de punto de fractura, marca un antes y un despu¨¦s en el panorama de la arquitectura en China. No tanto por su propia obra y la calidad de la misma, sino por lo que viene detr¨¢s de ¨¦l: una creciente cantidad de arquitectos chinos de alt¨ªsima calidad, formados a caballo entre Oriente y Occidente, y que est¨¢n dando lugar a una creatividad original verdaderamente interesante¡±.
El Museo de Ningbo es solo uno de los primeros ejemplos.
Gu¨ªa
C¨®mo llegar
? Aunque tiene su propio aeropuerto (sin conexiones a Europa), Ningbo est¨¢ conectada a Shangh¨¢i por carretera con el puente m¨¢s largo del mundo sobre el mar. As¨ª, el viaje se ha conseguido reducir a dos horas y media de autob¨²s, y las salidas son muy frecuentes desde la estaci¨®n sur de la capital financiera de China. El tren bala chino tambi¨¦n conecta ambas ciudades, pero resulta algo m¨¢s caro y, como no utiliza el nuevo puente, tambi¨¦n tarda algo m¨¢s.
Dormir
Ningbo es un centro econ¨®mico de primer orden, as¨ª que todas las grandes cadenas hoteleras tienen aqu¨ª establecimientos. Para presupuestos m¨¢s reducidos se pueden utilizar las cadenas de bajo coste Jinjiang Inn, Hanting Inn y Super 8. En estos se puede conseguir una habitaci¨®n por unos 20 o 25 euros la noche. Para reservar todo tipo de hoteles: www.elong.net.
Informaci¨®n
? http://english.ningbo.gov.cn
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