En la tierra de Perry, el ornitorrinco
Una isla-naci¨®n, Australia, envidiable por la calidad de su vida democr¨¢tica. Tambi¨¦n por su naturaleza imprevista, llena de especies y paisajes extraordinarios
Bienvenidos al pa¨ªs del ornitorrinco, el mam¨ªfero que pone huevos con pico de pato, cola de castor y patas de nutria (?saludos, Perry!, el personaje de dibujos animados de Disney). Bill Bryson, brit¨¢nico nacido en Estados Unidos y chispeante autor de En las ant¨ªpodas, se enamor¨® de la luz de Australia, de ese pa¨ªs y de su gente, lo que se pone de manifiesto en su libro homenaje. ¡°Son inmensamente simp¨¢ticos, alegres, extravertidos, agudos e indefectiblemente atentos. Sus ciudades son seguras, limpias y casi siempre se sit¨²an cerca del agua. Tienen una sociedad pr¨®spera, bien ordenada e instintivamente igualitaria. La comida es excelente. La cerveza, fr¨ªa. El sol brilla casi siempre. Hay caf¨¦ en cada esquina. La vida no puede ser mucho mejor que esto¡±. Por su optimismo e informalidad los australianos podr¨ªan parecer norteamericanos, pero beben t¨¦, juegan al cr¨ªquet y conducen por la izquierda como los brit¨¢nicos. Su germen como naci¨®n se gest¨® en los centros penitenciarios creados por los ingleses al final del siglo XVIII (l¨¦ase La costa fat¨ªdica, el fascinante libro sobre Australia del recientemente fallecido Robert Hughes). Hay mucho que ver y descubrir. Quiz¨¢ demasiado. No importa. Para tomar contacto, ofrecemos un recorrido de b¨¢sicos de gran lujo. Y una advertencia: las distancias son tremendas. Tras un viaje en avi¨®n de m¨¢s de 23 horas desde Europa aterrizamos en Sidney por la ma?ana. Comienza una trepidante aventura de 16 d¨ªas en un pa¨ªs 15 veces mayor que Espa?a.
01 Sidney
Primer objetivo: Sidney y su alucinante bah¨ªa dominada por la ¨®pera, ese edificio ic¨®nico proyectado a mediados del siglo pasado por el arquitecto Jorn Oberg Utzon. Sidney es la ciudad m¨¢s poblada de Australia con unos 4,5 millones de habitantes (Melbourne tiene 3,8 millones y Canberra, la capital, no llega a medio mill¨®n). Y su importancia econ¨®mica tambi¨¦n ha ido en aumento. Uno de sus distritos c¨¦ntricos, The Rocks, es un laberinto de calles y edificio de piedras que conviven con los rascacielos de oficinas. Pronto el viajero descubrir¨¢ que en Australia muchas cosas funcionan al rev¨¦s que en Europa (conducen y caminan por las escaleras de los centros comerciales por la izquierda, e incluso las puertas se abren girando la llave hacia la izquierda).
Dos d¨ªas saben a poco, aunque se llega a sentir el latir de la ciudad. Para una visi¨®n panor¨¢mica la mejor opci¨®n es tomar un transbordador desde Cicular Quay en el puerto (Port Jackson) para contemplar la bah¨ªa, la ?pera y el puente del puerto de Sidney. En barco tambi¨¦n vale la pena acercarse hasta la playa de Manly, para¨ªso para los surfistas y una de las zonas costeras residenciales m¨¢s agradables de la ciudad.
En Druitt Street est¨¢ el Queen Victoria Building (QVB). Construido en 1898 como mercado de frutas y verduras, fue restaurado en 1980 y en la actualidad alberga 200 lujosas tiendas y caf¨¦s. El centro comercial, que ocupa toda una manzana, destaca por los mosaicos y vidrieras de su interior, es el lugar ideal para ir de compras. Por la noche podemos ir a Darling Harbour, una de las zonas de moda en Sidney, donde se puede cenar o tomar una copa en alguno de los bares y restaurantes del puerto ol¨ªmpico, como el Cookle Bay Wharf (www.cooklebaywharf.com.au), que est¨¢ abierto los siete d¨ªas de la semana. Un monorra¨ªl, que circula por encima de calles y aceras, comunica el centro de la ciudad con Darling Harbour. Aqu¨ª visitaremos tambi¨¦n el Powerhouse Museum, un museo de las ciencias aplicadas que destaca por sus m¨¢quinas de vapor en funcionamiento, y el Sydney Aquarium, donde el turista conocer¨¢ los secretos de la barrera de coral.
02 Vuelo con destino a Ayers Rock: Uluru y Kata Tjuta
Tres horas de vuelo y aterrizamos en el dom¨¦stico y min¨²sculo aeropuerto de Yulara (Ayers Rock). El paisaje cobra un aire fant¨¢stico, el suelo adquiere un tono rojizo, m¨¢s marciano que terrestre, y la luz del sol duplica su intensidad. La magnitud de la distancia es estremecedora. Estamos en lo que los australianos llaman outback, es la tierra de nadie, un desierto en el que apenas llueve, pero en el que brota cierta vegetaci¨®n como de sabana.
En la l¨ªnea del horizonte despuntan Kata Tjuta (The Olgas), 36 domos de bordes abruptos que forman un sobrecogedor y peque?o laberinto de rocas areniscas. La principal excursi¨®n por Kata Tjuta ¡ªque significa muchas cabezas¡ª es por el Valley of the Winds (el valle de los vientos), un recorrido circular que atraviesa simas y gargantas de rocas de color ocre rojizo.
A 32 kil¨®metros hacia el oeste, en medio de una imponente aridez, se alza Uluru, un promontorio de majestuosidad excepcional: 350 metros de altura, 2,5 kil¨®metros de largo y 9 kil¨®metros de circunferencia. Su tono es rojizo aunque cambia a lo largo del d¨ªa: al mediod¨ªa es m¨¢s violeta, luego rojo intenso, marr¨®n... No hay nada igual. Uluru emociona por su hipn¨®tica presencia. Bill Bryson habla de ¨¦l en su libro: ¡°La gloria de Uluru es que est¨¢ solo y en una vacuidad ilimitada, pero significa que tiene que apetecerte mucho verlo; no es un sitio por donde se pase camino de la playa¡±.
Uluru es m¨¢s grande de lo que uno se imagina y destaca su consistencia. Desde 1985 la propiedad de la tierra ha vuelto a manos de los abor¨ªgenes, los pitjantjatjara y los yankunytjatjara, a quienes molesta que los turistas suban por la cima de esta monta?a que consideran sagrada. Uluru es en geolog¨ªa un monadnock, es decir, una masa de roca resistente a la erosi¨®n que queda en pie en un lugar donde todo lo dem¨¢s se ha desgastado. Su antig¨¹edad supera los cien millones de a?os. ¡°Uluru no es simplemente un monolito espl¨¦ndido y poderoso, sino un monolito muy especial. Es muy posible que sea el objeto natural m¨¢s reconocible de la Tierra¡±, afirma Bill Bryson.
03 Kings Canyon
Tres o cuatro horas en autob¨²s nos plantan en Kings Canyon, un ca?¨®n des¨¦rtico de rocas cortadas. Hay dos senderos posibles. El Canyon Walk nos lleva en tres horas a trav¨¦s de un laberinto de precipicios y afloramientos rocosos que incluyen el Garden Eden, m¨¢gico oasis de palmeras y vegetaci¨®n en medio de la nada. El otro camino es el Kings Creek Walk, una hora de ascensi¨®n por la garganta que conduce a una poza con cascada al fondo. En la cima destacan unas rocas f¨®siles con dibujos en la arena que demuestran c¨®mo este paraje alg¨²n d¨ªa estuvo en el fondo del mar.
Durante la excursi¨®n es f¨¢cil toparse con animales aut¨®ctonos como los koalas o canguros, pero tambi¨¦n abundan por toda la regi¨®n otras especies mal introducidas por el hombre. ¡°La aclimataci¨®n fue una de las ideas m¨¢s necias y peligrosas que infectaron el pensamiento del hombre del siglo XIX¡±, escribe Tim Low en el libro Feral future: the untold story of Australia¡¯s exotic invaders (Un futuro salvaje: la historia jam¨¢s contada de los invasores ex¨®ticos de Australia). Y es que cuando llegaron los pobladores europeos quisieron repoblar el continente de animales que para ellos eran naturales. Y se hicieron aclimataciones absurdas, cuyas consecuencias todav¨ªa se pueden ver. En Ballarat, en 1860, se soltaron zorros que pronto se convirtieron en una plaga. O se utilizaron camellos para construir la l¨ªnea de ferrocarril de Adelaida a Alice Springs y cuando finalizaron las obras se dejaron en libertad. Ahora hay m¨¢s de 100.000 camellos deambulando por los desiertos central y occidental en estado salvaje, y te los encuentras en medio de la carretera. Hay cinco millones de asnos salvajes, otro mill¨®n de caballos, b¨²falos de agua, perros, y millones de gatos que se reproducen sin miedo a peligros ni a depredadores.
04 Alice Springs
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Seguimos en autob¨²s. Una tarde entera por una carretera recta y polvorienta, sin asfaltar, hasta Alice Springs, la principal ciudad del Outback. El paisaje impresiona, una vasta extensi¨®n de terreno sin nada ni nadie por ninguna parte. De vez en cuando un cami¨®n de gran tonelaje se nos cruza en el camino, dejando tras de s¨ª una gran columna de polvo. Los conductores australianos se saludan unos a otros aunque no se conozcan, debe ser la alegr¨ªa de encontrar a alguien en medio del desierto. Y sobre la rama de alg¨²n ¨¢rbol vemos alg¨²n neum¨¢tico o rueda pinchada, recuerdo de una mala experiencia.
Alice Springs debe su nombre a la esposa del director de tel¨¦grafos de Adelaida, que conect¨® a sus habitantes con el mundo. La ciudad lleva el nombre de una mujer que jam¨¢s tuvo relaci¨®n alguna con ella. Se llega all¨ª desde Kings Canyon a trav¨¦s de una pista rectil¨ªnea no asfaltada que conduce, en primer lugar, a Hermannsburg, una antigua misi¨®n de evangelistas alemanes que ten¨ªa como intenci¨®n la cristianizaci¨®n del pueblo aborigen. En la actualidad se puede visitar este asentamiento, contemplando antiguos edificios, como la escuela o la iglesia, adem¨¢s de algunas m¨¢quinas que se utilizaban en los trabajos del campo.
Si seguimos el viaje hacia Alice Springs, tendremos en el horizonte las MacDonnell Ranges. Diversos puntos de inter¨¦s geol¨®gico se suceden en esta cordillera que hace millones de a?os compet¨ªa en altura con el Himalaya. En su parte oeste se sit¨²a la Standley Chasm (www.standleychasm.com.au), una gruta estrecha y profunda con grandes paredes de piedra cortadas por el paso del tiempo.
En Alice Springs no es raro cruzarse con abor¨ªgenes vendiendo algo o pidiendo dinero a los turistas, y algunas galer¨ªas venden arte aborigen y recuerdos. En la peatonal calle Todd Mall se puede probar, en cualquiera de sus bares, las famosas pechugas de pollo a lo schnitzel, que son el plato nacional (pollo rebozado con pan y gratinados con jam¨®n de york y queso).
05 Melbourne
Un salto en avi¨®n y llegamos a Melbourne, una ciudad de bulevares, parques y bancos construidos en la ¨¦poca victoriana. Un amigo profesor que vive en Australia nos ha dicho: ¡°Sidney es una pel¨ªcula y Melbourne una obra de teatro¡±. Tambi¨¦n nos ha contado un chiste que hacen los de Sidney. ¡°Pregunta uno: ?tienes hijos? Y el otro responde: s¨ª, dos vivos y uno en Melbourne¡±, en referencia a la supuesta falta de animaci¨®n de esta ciudad.
Los edificios de Collins Street son el centro comercial y econ¨®mico de esta ciudad cosmopolita cuyos habitantes practican mucho deporte. La mejor opci¨®n para contemplar el perfil de la urbe y sus bah¨ªas es subir a uno de los rascacielos. El m¨¢s alto es Eureka (www.eurekaskydeck.com.au), con 88 plantas. El City Circle Tram es un tranv¨ªa tur¨ªstico y gratuito que bordea todo el centro de la ciudad antigua. El Museo de la Inmigraci¨®n (www.museumvictoria.com.au) ofrece un viaje a la esencia de Australia, donde se repasan las sucesivas migraciones y los motivos por los que miles de personas se han instalado en este continente. Tras la II Guerra Mundial, Australia sufri¨® un doble trauma. Sus habitantes se dieron cuenta de que no pod¨ªan contar con que el Reino Unido fuera a rescatarlos en cualquier momento, y se sintieron vulnerables ante la inestabilidad de los pa¨ªses del norte. Bill Bryson afirma que ¡°ambas cuestiones influyeron profundamente en las actitudes de los australianos en los a?os de posguerra, y todav¨ªa influyen. Se apoder¨® de Australia la convicci¨®n de que ten¨ªa que poblarse o perecer; que si no se utilizaba aquella tierra vac¨ªa y se llenaba el espacio lo har¨ªa alguien de fuera¡±. En los a?os posteriores a la guerra el pa¨ªs abri¨® sus fronteras, y en medio siglo su poblaci¨®n se elev¨® de 7 a 18 millones.
Por la noche, en Melbourne, la ¨²ltima moda es ir a unos clubes de m¨²sica y copas dif¨ªciles de localizar, instalados en terrazas discretas, como el Madame Brussels, ubicado en el piso tercero de 59-63 Bourke Street, en el que la decoraci¨®n y el servicio rememora los felices a?os cincuenta en las partidas de tenis de Wimblendon.
06 Great Ocean Road: de Melbourne a Apollo Bay
Un coche de alquiler y nos lanzamos a la carretera. Una aventura en si mismo con el volante a la derecha y circulando por la izquierda. Ojo con las rotondas: en ellas se circula al rev¨¦s (es decir, en el sentido del reloj) y tienen preferencia los que se incorporan. La distancia de Melbourne a Apollo Bay es de unos 200 kil¨®metros. Tiempo de viaje aproximado: tres horas. Salimos de Melbourne por el puente West Gate para tomar la autov¨ªa Princes Freeway hacia Geelong, donde se puede visitar el Museo Nacional de la Lana. La pr¨®xima parada es Torquay, la capital del surf del estado de Victoria, donde el Museo del Surf (Surfworld) documenta la historia de este deporte. En Australia lo practican mucho, a diario y no importa que sea verano o invierno. Torquay es tambi¨¦n el punto de inicio de la Great Ocean Road, una carretera tortuosa construida despu¨¦s de la I Guerra Mundial para dar trabajo a los veteranos. Se tardaron unos 14 a?os en construir estos 300 kil¨®metros de v¨ªa serpenteante que bordea una costa abrupta, salpicada de promontorios rocosos y precipicios a punto de desmoronarse.
Ya en la Great Ocean Road, Lorne es una ciudad tur¨ªstica que combina restaurantes y tiendas exclusivas con atracciones naturales, tales como paseos cortos hacia el mirador Teddy¡¯s Lookout o las cataratas de Erskine, que aparecen en medio de un frondoso bosque de vegetaci¨®n exuberante.
Antes de llegar a Apollo Bay, un peque?o pueblo pesquero y agr¨ªcola, pr¨¢cticamente todas las curvas de la carretera sorprenden con el contraste entre la costa escarpada y la arboleda. Apollo Bay es un punto de partida excelente para explorar las cataratas y bosques lluviosos del parque nacional de Otway.
07 De Apollo Bay a Puerto Fairy
Distancia: unos 200 kil¨®metros. Tiempo de viaje por carretera: unas dos horas y media. La carretera atraviesa el parque nacional de Otway. Exploramos Maits Rest, un sendero guiado del bosque lluvioso donde los altos serbales sobresalen por encima de los helechos y el musgo. Una vez all¨ª nos acercamos al cabo Otway para contemplar su espectacular y antiguo faro (www.lightstation.com/survey), en el que se puede conocer la historia de decenas de naufragios de barcos a partir de 1800.
De vuelta a la Great Ocean Road, alcanzamos la Costa de los Naufragios, con varios acantilados de grandes piedras calizas donde se multiplican las historias de nav¨ªos que encallaron o chocaron hasta hundirse. Las paradas obligadas son los monumentos naturales de caliza de Los Doce Ap¨®stoles, el desfiladero de Loch Ard y el puente de Londres. La marea espumosa del mar de Tasmania golpea las rocas. Esta zona es el para¨ªso para los surfistas. En cuanto a los naufragios, se calcula que en el fondo de estas aguas descansan unos 1.200 pecios.
Antes de llegar a Peterborough encontramos rincones como la Bah¨ªa de los M¨¢rtires, la Bah¨ªa de la Masacre y la Bah¨ªa de las Islas. Otra visita imprescindible nos lleva al parque natural de Tower Hill, en el que suelen verse en libertad koalas, em¨²es y canguros.
La ¨²ltima parada del d¨ªa es la peque?a ciudad costera de Puerto Fairy, uno de los primeros puertos pesqueros de Victoria, donde muchos de los edificios de basalto y caliza datan de la d¨¦cada de 1840.
08 De Puerto Fairy a Halls Gap
Distancia: 160 kil¨®metros. Tiempo de viaje: dos horas. La pintoresca carretera que va de Warrnambool a Dunkeld, en los Southern Grampians, nos permite explorar los campos de lava antes de continuar el panor¨¢mico paseo a trav¨¦s del parque nacional de Grampians, visitando las cataratas McKenzie. El parque es conocido sobre todo por los exuberantes colores de sus flores silvestres en primavera, especialmente en octubre.
En las tierras bajas abundan animales como los em¨²s, los canguros, las zarig¨¹eyas, los koalas, los walab¨ªes y m¨¢s de 200 especies de aves. El parque tambi¨¦n cuenta con algunos interesantes yacimientos de arte aborigen en sus 167.000 hect¨¢reas de bosque, brezal, ci¨¦naga y zonas subalpinas. Halls Gap es una base ideal para hacer excursiones. Entre los puntos de m¨¢s inter¨¦s se encuentran The Balconies, Reids Lookout, las cataratas MacKenzie y el Centro de Cultura Viva Aborigen de Brambuk.
09 De Halls Gap a Ballarat
Distancia: 140 kil¨®metros. Tiempo de viaje en coche: hora y media. Partimos de Halls Gap rumbo a Pomonal, un peque?o pueblo situado al borde del parque nacional de Grampians, y seguimos hasta Ararat. Si nos desplazamos un poco m¨¢s al norte, hacia las poblaciones de Moonanbel o Avoca, podemos visitar alguna de las mejores bodegas de esta regi¨®n marcada por la cordillera The Pyrenees Range (www.pyreneestourism.com.au).
De regreso a Melbourne, pernoctaremos en Ballarat. Su centro destaca por los nobles edificios, bien conservados, de estilo neocl¨¢sico, fruto de la ¨¦poca de la fiebre del oro australiana de la d¨¦cada de 1850, entre ellos el ayuntamiento, el Mining Exchange o el Museo de Bellas Artes. Pero la principal atracci¨®n tur¨ªstica de Ballarat es Sovereign Hill, un pueblo reconstruido a la imagen y semejanza como eran los asentamientos mineros de la ¨¦poca, en el que se puede bajar a la mina para ver c¨®mo se extra¨ªa el oro (www.sovereignhill.com.au), y que incluso cuenta con un arroyo donde se puede buscar el preciado metal.
La fiebre del oro transform¨® el destino de Australia, y su hallazgo fue obra de Edward Hargraves, que en 1849 viaj¨® de Sidney a los yacimientos de oro de California con la esperanza de hacer fortuna. Tras un par de a?os excavando no encontr¨® nada pero descubri¨® el extraordinario parecido entre esa regi¨®n estadounidense y la tierra australiana de Nueva Gales del Sur, tras las Blue Montains, as¨ª que regres¨® y, efectivamente, encontr¨® en los alrededores de los lechos de los r¨ªos considerables cantidades de oro. Corri¨® la voz y gente de todos los rincones del mundo decidieron acudir. En menos de diez a?os llegaron 600.000 personas, se dobl¨® la poblaci¨®n, sobre todo en el estado de Victoria, y as¨ª Melbourne super¨® a Sidney y su renta per c¨¢pita se dispar¨®. Pero cuando en Londres se percataron de que la deportaci¨®n a Australia era una oportunidad m¨¢s que un castigo, y que los condenados deseaban que les mandaran all¨ª, la idea de mantener aquel territorio como prisi¨®n se eclips¨®. A partir de 1850 Australia dej¨® de ser un campo de reclusi¨®n y empez¨® a gestarse como naci¨®n. En Ballarat, frente al poblado minero, vale la pena visitar el Museo del Oro, y tambi¨¦n es interesante pasear por su jard¨ªn bot¨¢nico a orillas del lago Wendouree.
10 De Ballarat a Melbourne
Carretera y manta. Tiempo de viaje aproximado: una hora y diez minutos, 115 kil¨®metros. Un paseo directo por la autov¨ªa Western Freeway nos lleva en direcci¨®n a Melbourne para vivir nuestra ¨²ltima etapa en este pa¨ªs. La ventaja de viajar a Australia durante el verano europeo es que all¨ª es invierno, y uno se libra del calor. Y adem¨¢s, siempre quedan cosas por ver y paisajes por descubrir.
Quiz¨¢ sea esto su secreto, como concluye Bill Bryson en su libro En las ant¨ªpodas: ¡°Cuando uno sale de all¨ª, Australia deja de existir. Qu¨¦ idea m¨¢s curiosa y m¨¢s triste. Sin embargo, en el fondo lo entiendo. Australia est¨¢ casi vac¨ªa y adem¨¢s muy lejos. Su poblaci¨®n es peque?a y su papel en el mundo resulta, por consiguiente, marginal. No tiene golpes de Estado, ni abusa de la pesca, no hay simp¨¢ticos d¨¦spotas, ni cultiva coca en cantidades industriales, ni avasalla a nadie. Es estable, pac¨ªfica y buena. No necesita que la vigilen, as¨ª que nadie lo hace. Pero nosotros nos lo perdemos¡±.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Qantas (www.qantas.com.au). Ida y vuelta a Sidney desde 1.495 euros. Si el viaje desde Europa se hace con esta compa?¨ªa, los vuelos internos salen m¨¢s baratos.
? Emirates (www.emirates.com/es), desde 1.280 euros ida y vuelta.
? British Airways (www.britishairways.com), desde 1.335 euros.
Dormir
? Hotel Travelogde Wynyard (www.travelodge.com.au). Sidney. Desde 95 euros.
? Hotel All Seasons (www.accorhotels.com). Alice Springs. Desde 102 euros.
? Ibis Melbourne Little Bourke Street (www.ibishotel.com). Melbourne. Desde 95.
? Comfort Inn (www.comfortinn.com). Apollo Bay. Desde 108 euros.
? Hotel Douglas and River (www.douglasonriver.com.au). Puerto Fairy. Apartamentos a la orilla del r¨ªo. Desde 112 euros.
? Hotel Confort Inn Country Plaza (www.countryplazahallsgap.com.au). Halls Gap. Desde 85 euros.
? Sovereign Hill (www.sovereignhill.com.au). Ballarat. Al lado mismo del antiguo poblado de buscadores de oro. Desde 124 euros.
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