Un tranv¨ªa lisboeta
La actriz Aitana S¨¢nchez Gij¨®n no se olvida del viaje que hizo a Portugal con su marido. Se congel¨® en el Atl¨¢ntico, sinti¨® el riesgo en un tranv¨ªa y huy¨® de una habitaci¨®n
Aitana S¨¢nchez Gij¨®n no se olvida del viaje que hizo a Portugal con su marido. La actriz, que tiene en cartel Babel en el madrile?o teatro Marquina (hasta el 14 de octubre) se congel¨® en el Atl¨¢ntico, sinti¨® el riesgo en un tranv¨ªa y huy¨® de una habitaci¨®n.
?A qu¨¦ se debi¨® la espantada?
Hab¨ªamos reservado un hotel con encanto cerca de ?vora; un edificio antiguo del siglo XVIII. Por fuera era bonito, pero al entrar ol¨ªa a rancio, y la decoraci¨®n parec¨ªa de la ¨¦poca original.
?Con dosel?
Y tapices, alfombras, cortinas con puntilla¡ era muy recargado. Parec¨ªa que no lo hab¨ªan tocado desde la primera vez que lo pintaron. Salimos aterrados.
?Hacia d¨®nde se dirigieron?
Est¨¢bamos en el Alentejo y fuimos hacia el Atl¨¢ntico. En Santa Catarina paramos y encontramos la Casa da Ermida, una villa al borde de un lago precioso rodeado de alcornoques. De ah¨ª fuimos a la costa y descubrimos unas calas preciosas.
?Se atrevi¨® con el oc¨¦ano?
El agua del Atl¨¢ntico te corta la circulaci¨®n. En cuanto pones un pie dentro empiezas a notar el fr¨ªo, ?est¨¢ g¨¦lida! Con el coche, recorrimos varios pueblos, por lo que pude conocer la Portugal profunda.
?Visit¨® la capital?
Estuvimos tres d¨ªas pateando Lisboa. Llegamos en el ferry y nos recibi¨® el ambiente portuario de la ciudad. Luego fuimos descubriendo las casas antiguas, los jardines, sus cuestas¡
Que tienen fama de empinadas.
Totalmente merecida. Durante nuestra estancia no dejamos de subir y bajar. Eso s¨ª, visitamos todos los barrios. A media ma?ana paseamos por las tiendas de Bairro Alto; por la tarde descubrimos el alucinante ambiente de Chiado, con maravillas como el Caf¨¦ A Brasileira, con una estatua en honor a Pessoa en su terraza, y por la noche, una cena en Alfama.
Suena rom¨¢ntico...
La ciudad es perfecta para ir en pareja. Es barata y se come muy bien, como, por ejemplo, los deliciosos desayunos de Mi Casa en Lisboa, el lugar donde nos aloj¨¢bamos. Al atardecer, el plan se monta en alguno de los miradoiros: el Sol, al caer sobre el Atl¨¢ntico, anaranja la ciudad, mientras los m¨²sicos callejeros ponen la banda sonora al momento.
?Se le olvid¨® el tranv¨ªa y el fado?
El fado me entristece demasiado. En tranv¨ªa s¨ª que mont¨¦. Buena experiencia. Es como una monta?a rusa de parque tem¨¢tico. Recuerdo una se?ora que subi¨® con unas bolsas. Al bajar, la compra no se hab¨ªa movido de su sitio, pero ella llevaba el tirante del sujetador por el codo.
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